Tres tormentos: Cartas de un extraño a otro

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Tengo tres tormentos. Tres calvarios que llevo arrastrando y que seguiré portando hasta el fin de mis días. No estoy del todo seguro si todo esto sea de su agrado, pero, quería conocerle mejor y bueno, toda relación se basa en la confianza por lo que le contaré mis afluxiones, claro, si desea leerme. Lo que tengo son tres manías muy poco usuales. Puedo aparentar ser un hombre respetable, y sí, lo soy, más no del todo usual.

La primera manía que tengo es la Antomanía, o, mejor dicho, una extraña obsesión por las flores. Mis favoritas son los crisantemos. Cuando solía vivir en Old Nicol y mi tía Grace aún conservaba la antigua casa del abuelo, yo solía pasar las tardes en el espacioso y basto invernadero, rodeado de las más hermosas flores que podrías encontrar en toda la ciudad, tampoco es que fuera una ciudad tan grande. Me encantaba dibujar los girasoles en mis cuadernos para pintura, recoger las hojas que se caían de los tulipanes y pegarlas en mi diario secreto. Adoraba tomar una silla de la cocina, llevarla al invernadero y pasarme horas viendo a las flores, incluso podía distinguir cuando alguna había crecido. Amaba el invernadero del abuelo, hasta que la maldita de Grace vendió la casa para escaparse con su amante a Sussex.

La segunda es el cabello, específicamente, el cabello de las damas. La primera novia que tuve fue a los 17 años, su cabello medía más o menos un metro y medio, era lacio y castaño claro, tan hermoso. Cuando ella me invitaba a su hogar, sin que ella se diera cuenta, iba a su habitación, tomaba su cepillo y me guardaba los cabellos enredados sobrantes que en él había y aún conservo. En otras ocasiones, ella me dejaba cepillar su larga y deleitante cabellera, aquello me generaba un placer como no tienes idea. Jamás volví a conocer a alguien con un cabello igual, tan placentero al tacto, tan deseable, tan hermoso. Desgraciadamente, tuve que terminar con ella por motivos que no mencionaré.

Y la última y más reciente, es la Cacodemomanía, que brevemente la describiré como una obsesión por las posesiones demoniacas, pero no quiero tocar el tema. Creo que ya he dicho suficiente.

Espero su respuesta.

Susurros de medianocheWhere stories live. Discover now