Los ángeles cuidan esta casa.

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"No hay tiempo. He recibido su llamado. ¿A caso estoy listo? No. No lo estoy. Pero su luz, ya viene... Me llama.

No hay tiempo."

- ¡Dios bendito! ¡Señor, no nos deje! –gritó una de las enfermeras tratando de frenar las fuertes convulsiones de Isaac.

Los médicos lo llevaron rápidamente a la sala de urgencias. Isaac estaba presentando un ataque epiléptico. A pesar del intento desesperado de los médicos por tratarlo, sus convulsiones no parecían frenar, al contrario, parecían estar empeorando. Cuando sus ataques cesaban con sequedad, el cuerpo de Isaac comenzaba a contorsionarse, trataba de hablar y sus ojos miraban hacía todos lados frenéticamente. Respiraba con dificultad y su piel se tornaba cada vez más en una especie de un color amarillento enfermizo.

Luego de arduos intentos por intentar "curarlo", llegó la calma. Los ataques repentinamente pararon. Isaac había caído en un profundo sueño.

Lo atendieron, pero no podían descifrar el motivo de los ataques. No podían explicarse el por qué se encontraba en tal estado, ya que, al momento de revisarlo, descubrieron que se encontraba completamente sano. Cuando se les interrogó a los pastores que lo socorrieron, dijeron que ellos se encontraban caminado cerca del campo y fue cuando lo vieron. Isaac estaba a mitad de un cultivo, siendo rodeado por innumerables cuervos. Él estaba tirado en el barro, intentaron ayudarlo en ese momento, pero los cuervos no los dejaban acercarse, hasta que Isaac dio un grito tan espantoso que ahuyentó a todas las aves. Luego de eso, los pastores afirman que estaba tratando de decirles algo. Balbuceaba, pero no podían entenderlo. Las convulsiones vinieron después.

Casi todos los doctores del hospital se reunieron para hablar cobre el extraño caso de Isaac. Todo en cuanto a él resultaba de lo más extraño, pero lo más enigmático e todo el asunto fue que, mientras ellos discutían, una enfermera los interrumpió para decirles que, Isaac, se había ido.

***

La noche era perfecta.

"¿Puedes verlas? A las estrellas. Hermosas y distantes. Todas esas constelaciones usadas antiguamente por los hombres para encontrar su camino a casa... Es hora de encontrar nuestro camino a casa."

La noche era perfecta; la luna parecía ser aún más grade, las estrellas brillaban fuertemente e incluso los astros podían verse desde la lejanía. El cielo nocturno era un mundo completamente nuevo. Un mundo privado al ser humano. Un mundo distante y ajeno.

Al principio, el tampoco entendía qué hacía en ese hospital o qué le había pasado.

"¿Puedes verlas?"

Pero recordó. Isaac había recibido su llamado, y ahora, tenía que responderlo.

Ya se encontraba muy lejos del pueblo, y aunque no sabía a donde tenía que caminar, miró hacía las estrellas y contempló la única constelación que conocía, el "Triángulo del verano". Entonces, supo a donde tenía que ir.

Caminó y caminó entre el monte por algunas horas aparentemente sin rumbo fijo, pero decidió confiar en las estrellas. Siguió caminado hasta que llegó a una arboleda. Se adentró en ella y lo que encontró fueron numerosos azulejos muertos en el suelo. Pasó entre los pequeños cadáveres emplumados y observó una luz al final de la arboleda. Se acercó, poco a poco, y al final pudo distinguir lo que parecía ser un enorme portón de acero negro. Del otro lado del portón, yacía una enorme casona antigua, tan hermosa y deslumbrante con un gigantesco jardín lleno de diversas flores como rosas, tulipanes, crisantemos. Se detuvo y observó mejor, y se dio cuenta. Esa era la casa de su viejo amigo Montgomery, amante de la astronomía y de lo extraño, al igual que él. El portón no estaba cerrado. No dudo más y lo atravesó, pasando por el inmenso jardín delantero de la morada.

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⏰ Last updated: Jul 10, 2022 ⏰

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Susurros de medianocheWhere stories live. Discover now