CAPÍTULO FINAL, PARTE II

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Supongo que la adrenalina de mi cuerpo se evaporó y le cedió el paso VIP al verdadero dolor y malestar que había sufrido por el accidente, porque en cuanto contemplé a la ambulancia marcharse con Po y Pandora, vi todo negro y sentí mi cuerpo como gelatina, perdiendo la consciencia abruptamente.

Estando preso en la inconciencia, mi cerebro se dedicó a lanzarme bellos recuerdos con Po, en donde reíamos hasta sentir calambres en el estómago y limpiarnos las lágrimas ante tanta felicidad. O cuando íbamos al cine o a comer. O simplemente quedarnos a ver películas en mi departamento hasta el amanecer.

¿Por qué de pronto pensaba en él?

¿Qué estaba pasando?

¿Por qué no podía despertar?

Intenté moverme, pero mis extremidades no cedían. Me sentía atrapado en mi mente. Lo único que recordaba era estar corriendo en medio de la oscuridad y de pronto...

Sentí que mi corazón se aceleraba y que me costaba respirar.

—¡Un médico! —era la voz de Fluke. Sonaba como si estuviera por debajo del agua.

De inmediato sentí unas fuertes manos desconocidas que me tomaron del brazo y me introdujeron una aguja, que en pocos segundos logró estabilizarme. Luché con todas mis fuerzas para abrir los ojos y no lo conseguí. Apenas podía escuchar las voces a mi alrededor y opté por concentrarme en vez de pelear con mi estúpido cuerpo que no reaccionaba.

—¿Qué fue lo que le pasó? —interrogó Fluke, muy asustado.

—Medicamente tengo que decirte que no está mal físicamente. Se golpeó la cabeza, pero no de gravedad, al igual que su columna y tobillo—explicó, el que de seguro era el médico que hizo que me estabilizara con una inyección—y la respuesta a su comportamiento inconsciente es que estuvo en medio de una situación traumática y su cerebro está reaccionando a la defensiva. Cuando él despierte, se sentirá devastado con la realidad que le espera.

¿Qué realidad? Volví a impacientarme y mi corazón se aceleró.

—¡Nuevamente está entrando en crisis! —exclamó Fluke.

De repente, el médico se acercó a mí y me abrió un párpado. Sentí la luz brillante de su pequeña linterna y lo vi. Era un hombre de unos cincuenta años con calvicie.

Y solo hasta ese momento, pude mover mis manos y parpadear.

El médico se asustó un poco por mi reacción repentina y quise sentarme.

—Tranquilo, chico—me agarró de los hombros con la intención de recostarme nuevamente, pero lo miré con absoluto desprecio—debes descansar. No excedas a tu cuerpo a querer levantarse luego de haber sufrido un accidente. El tranquilizante que te administré hará efecto en cualquier momento y tienes que estar acostado.

—¿Dónde está Po, Kao y Win? —mi voz sonó como un graznido. Tenía la boca y garganta secas. Mi vista estaba puesta en Fluke, que se hallaba atrás del médico con demasiada palidez en el rostro. Tenía enormes ojeras debajo de los ojos y parecía que había estado en vela conmigo.

—Obedece, por favor—fue su respuesta.

—Si no me dan la respuesta que pido, iré a buscarla yo mismo—empujé al sujeto de bata blanca y sentí que toda la estancia daba vueltas. Vi que mi tobillo estaba vendado, tenía el estúpido collarín alrededor del cuello y una venda en todo mi torso que apenas me dejaba moverme.

En cuanto puse mi pie sano en el suelo, perdí el equilibrio y con ayuda de ellos volví a sentarme en la cama, derrotado por completo.

El sedante que me había puesto el médico empezaba a hacer efecto y lo que menos deseaba era continuar como un vegetal en esa cama, sin saber dónde estaba Po, Win y Kao.

SUNFLOWER SMILEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora