Prólogo

308 39 78
                                    

Joel

Escucho como el hombre frente a mí golpea la mesa con el dedo, una y otra vez.

Se le nota impaciente, esperando que alguna de las palabras que salgan de mi boca, termine clavando mi propia tumba.

Aunque la misma, ya esté más que preparada.

El sujeto bufa, cuestionando una vez más aquella pregunta.

Me mantengo estático, con la mirada fija en la mesa.

El recuerdo de la persona que traté como hermano en mi niñez, y que aún después de adulto a pesar de negarlo, también lo hacía, me persigue.

Él está muerto.

Trato de buscar en mi mente qué movimiento hice mal, y me doy cuenta de uno principal.

Enamorarme.

Erick se había vuelto demasiado importante para mí, y justo después de haber tenido aquellos sentimientos a flor de piel, las cosas comenzaron a salir mal.

Primero cuando Richard me descubrió, aquella vez... si tan solo no me hubiera fijado en el ojiverde a tal manera, y el contacto entre ambos fuera más estable y planeado, nada de eso hubiera ocurrido.

Mi plan podría haber acabado de otra manera, y Zabdiel... él estaría vivo.

Traté de mentalizarme para un futuro donde todos paguen, pero... ¿qué sucede si muchos de los cuales creía que debían al final no lo merecen?

Su muerte a la vista de todos, manchó mis manos, pero para mí... siempre lo hizo.

Desde el primer momento que me puse de pie frente suyo estando mayor, y le salvé la vida de aquel suicido, supe que tarde o temprano debería hacer que él pague por lo del pasado.

Y ahora, con él muerto y mis manos manchadas por una muerte que en parte fue mi culpa, todo comienza a perder sentido.

—¿Nos dirás algo? —Inquiere el oficial delante de mí.

Le observo, sintiendo mis ojos cansados.

Una leve sonrisa aparece en mi rostro.

Noto como me observa con el ceño alzado, pero no me importa.

La muerte de Zabdiel es algo que, no esperaba, y me dolió, mucho.

Comienzo a reír, negando con la cabeza y agachando la mirada nuevamente.

—¿Crees que es muy gracioso? —Cuestiona.

Levanto la mirada levemente, parando de reír, y luego mi expresión se vuelve completamente seria.

El hombre me mira expectante, y no demoro en hablar.

—Yo lo maté —Susurro.

Noto como alza el ceño, mirándome.

Se acerca un poco más en la mesa hacia mí, esperando que lo diga más fuerte.

—¿Admites haberle asesinado? —Expresa.

Cuando estoy a punto de contestar, la puerta no demora en abrirse.

Suspiro sabiendo de quién se trata, y permaneciendo en mi lugar en aquel salón opaco de la comisaría.

Iván se coloca en la silla a mi lado, se le nota serio, pero lo suficiente estable como para no demostrar su nerviosismo enfrente del hombre.

Debe saber qué tan jodida está la situación.

Acusado || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora