Capítulo 3

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Joel

Siempre he pensado que, si algún día entraría a la prisión, sería justo después de todos los que me lastimaron en el pasado.

Ahora, estando aquí y mirando a mi alrededor, sé que estoy metido en una jaula de animales hambrientos, en busca de cualquier descuido para intentar matarme.

Ellos no dejarán que salga de aquí con vida.

Recuerdo la mirada de Gabriel mientras me alejaban, era un claro indicio de que no se iba a quedar quieto hasta sacarme de aquí.

Incluso Iván mostraba lo mismo.

En todo momento traté de no chocar miradas con Erick, porque... eso me haría más débil.

Además, no tengo el valor.

Por mucho tiempo utilicé a su familia para mi beneficio, y le ayudé para que los planes de los demás no salgan como querían.

Pero, inevitablemente hablando, siento que ambas cosas no sirvieron de absolutamente nada.

Zabdiel está muerto, mi identidad es bastante clara, y estando entre cuatro rejas no me servirá de absolutamente nada.

Solo es cuestión de tiempo para que el momento de la verdad se revele frente a mis ojos.

Y... aunque quiera negarlo, una parte de mí sabe la respuesta.

Oigo como las rejas de la cárcel son golpeadas una y otra vez por parte de los recursos.

Muchos de estos, seguramente intentarán matarme en las próximas horas.

—A la 16 —Expresa uno de los oficiales.

Con la mirada fría y segura, me encamino hacia la celda que expresó.

Cuando llego a esta, las miradas que me regalan las personas allí no me da buena espina.

Miro el pantalón naranja junto a la remera blanca que traigo y suspiro.

Mi barba ha crecido un poco estos días.

Me encuentro completamente desarreglado, y mis ojos no muestran nada más que frialdad cuando entro a aquella celda.

Las malas miradas no tardan en llegar, pero en vez de responder de mala manera, simplemente suspiro colocándome en una de las paredes.

—Te mantendremos vigilado —Asegura el policía, alejándose de la celda.

La puerta de la misma es cerrada y miro a los demás reclusos.

Somos en total cuatro aquí, y a decir verdad, el ambiente que irradiamos es de completa tensión.

—Oye, tú... ¿Es cierto que mataste a tu mejor amigo? —Pregunta uno de estos.

Bufo.

—¿Tu que crees? —Cuestiono, sonriendo de lado.

Mi pecho duele mientras expreso aquellas palabras salir de mi boca.

Zabdiel no era un simple mejor amigo para mí, era un hermano.

El hecho de que él se enterara mi identidad justo al final, y que luego de aquello haya muerto, me hace sentirme de cierta manera culpable.

Zabdiel no se encontraba triste en aquella llamada, más bien el alivio se escuchaba en su voz.

Él estaba feliz por aquella noticia, y no parecía importarle absolutamente nada más.

No pude ni siquiera abrazarle por última vez.

Acusado || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora