Capitulo 7: El Reencuentro

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Lunes, 24 de noviembre

Delaney Scott

— Hey, te estaba buscando

Me giro hacía la persona que me aborda mientras saco mis libros de mi casillero y vuelvo de nuevo la atención a mi tarea.

— Te felicito, me encontraste.

— Por un minuto pensé que serías capaz de responder amablemente — dice poniendo los ojos en blanco

— Entonces buscabas a la persona equivocada— cierro mi casillero y hecho a andar por los pasillos del instituto aún sintiendo su presencia siguiéndome

— No lo creo. Sarcástica, escasamente amable— enumera con los dedos — super inteligente, aterradora y hermosa en partes desconcertante mente iguales. Creo que no hay otra persona con esa descripción en esta escuela. O en el mundo.

— No sé si me resulta halagador o insultante lo de aterradora y hermosa a partes iguales.

— Yo diría que halagador — se detiene justo frente a mí bloqueando me el paso mientras me regala una socarrona sonrisa— Eres super aterradora.

Ruedo visiblemente los ojos mientras le doy un empujón y me abro paso en el camino nuevamente.

— ¿Que es lo que quieres, Noah.?

—Un poco de tu tiempo me agradaría, pero si me ganara una sonrisa tuya me alegrarías la vida.

— Consideraría sonreír te si eso te provocara un ataque al corazón — ofrezco desesperada por quitarme su presencia de encima.

Una moderada carcajada sale de sus labios y yo me irrito más todavía

— Cuando dije "alegrar" me refería a que podría hacer otra fortuna si logro captar tu sonrisa en una foto. Pagaría a cualquiera que tenga pruebas de que sabes sonreír.

—¿Porque estás tan enamorado de mí que pagarías una fortuna por verme sonreír? — le molesto con tono falsamente inocente

— No, en realidad no — me responde pícaro. Acerca su boca a mi oído sutilmente mientras sigo caminando— porque no creería a cualquiera que me dijera que los demonios sonríen.

Le doy un empujón y este estalla en otra carcajada que penetra mi cabeza como martillazos a mis neuronas.

— Ten dignidad y lárgate. Me molestas. — le gruño.

Desde el viernes estoy con humor de los mil demonios, la paciencia la he dejado en casa de mi madre, a dónde no he vuelto desde que me fuí a la cabaña.

Consideré no asistir hoy a clases porque no me haría responsable si le arrancaba la cabeza al primero que me hiciera rabiar este día. Pudo ser Becca con su nueva habilidad de leer a las personas o pudo ser Kieran con su patético show de hermano molesto y dolido. Pero no, tuvo que ser el líder de los idiotas y el ex capitán del equipo de imbéciles sin cerebro.

¿Podría romperle el cuello y dejarlo en el armario del conserje sin que alguien se dé cuenta?. No pierdo nada en considerarlo.

—¿Porque me largaría si vamos al mismo sitio? — pregunto fingiendo demencia — tenemos clase de biología a primera hora Merlina

Freno en seco y él lo hace a unos pasos más adelante de mí.

—¿Cómo me llamaste? — pregunto gruñendo entre dientes. Si alguien dice que no sé pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo pues que me vea haciéndolo.

Otra sonrisa burlona se extiende en su rostro y me dan ganas de arrancarsela con mis propias manos

—¿Disculpa? Que dijiste, no te oí con el sonido de animal rabioso que salió de tu garganta.

Amar Es Más Difícil Que MatarWhere stories live. Discover now