𝟎𝟕. 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐮𝐬 𝐲 𝐃𝐢𝐝𝐲𝐦𝐞

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❝La gente se va, pero cómo se fue siempre se queda ❞

VOLTERRA, ITALIA - CASTILLO DE VOLTURI, HABITACIÓN DE CAIUS Y ANNA

Caminaban por el pasillo en silencio, ninguno de los dos se atrevía a decir una palabra, Anna porque se culpaba de las dificultades que había creado para Marcus y sus hermanos, y Marcus porque también se culpaba de los extremos a los que él y los demás habían llegado para que Anna volviera a ser la misma de antes, cariñosa y atenta, ambos la habían agredido y encerrado en el sótano durante dos semanas donde la habían obligado a pasar hambre. En la situación había parecido necesario, pero ahora empezaba a darse cuenta de que habían elegido la opción más fácil y no la única.

Llegaron a la habitación de Caius, que ahora era también de Anna. Marcus le abrió la puerta a la chica, estaba a punto de salir cuando cambió de opinión y entró él mismo en la habitación, Anna lo miró con una expresión de sorpresa pintada en su rostro.

—Marcus—exclamó, haciendo que él se riera para sí mismo ante su aparente incomodidad. —Anna, ven a sentarte, quiero contarte una historia—le dijo señalando con la cabeza la silla frente a la que él acababa de colocarse.

—Supongo que conoces a Sulpicia y a Athenadora—comenzó.

—Sí—dijo ella.— Son las esposas de Aro y Caius, Carlisle me habló de ellas, después de que Caius mencionara que estaba "felizmente casado" cuando nos conocimos—explicó. Marcus asintió pensativo.

—Quiero contarte la historia de mi propia esposa, Didyme, a diferencia de Athenadora y Caius, éramos almas gemelas— Comenzó diciendo. Anna asintió mientras la mirada de Marcus se volvía distante y desenfocada. —La amaba—le dijo a Anna— Mucho.

—¿Qué pasó con ella?"—Anna preguntó.

—Ella murió—dijo él solemnemente—Fue antes de que ascendiéramos al poder, me había cruzado en el camino de ella y Aro, su hermano, aproximadamente 300 años antes, y nos habíamos enamorado a primera vista. Éramos inseparables, pensábamos huir juntos. Huir de la guerra, de mis deberes como rey, de su... extraño hermano—Se rió sombríamente.—Pero nunca lo logramos, los rumanos atacaron el castillo, fue la batalla final de la guerra antes de que ganáramos el poder. Sabían que estaban perdiendo, así que en lugar de luchar para sobrevivir, para ganar, luchaban sólo para hacernos daño. Y la mejor manera de hacerlo era a través de las personas que amábamos, en mi caso, por la más amada Didyme. No estuve allí en sus últimos momentos, no estuve allí para abrazarla, para decirle que la quería.—El veneno se acumulaba en los ojos de Marcus y parecía a punto de romperse— 300 años. No parece mucho ahora, pero en aquel entonces era casi toda mi existencia—. Sé cómo te sientes Anna, el deseo, la falta de necesidad. De sentir algo más que el dolor, de desear la muerte por encima de vivir con ella un segundo más, pero tienes una oportunidad. Una elección que hacer. Puedes ser feliz, sólo tienes que dejarlo entrar.

Anna también tenía veneno en los ojos, lágrimas que nunca caerían. Se inclinó hacia delante y puso su mano derecha sobre las suyas entrelazadas, asintió rápidamente con una sonrisa triste adornando sus rasgos.

—Pero no lo hago—negó con la cabeza antes de recostarse en su silla, su mirada se volvió odiosa— Lo amé desde el momento en que lo vi, habría ido hasta el fin del universo por él, y él me rechazó como si no significara nada. Como si yo no significara nada... desde entonces no ha hecho más que agredirme, ya sea mental o físicamente. Me ha rechazado, me ha sujetado y ha ayudado a robar mis recuerdos, ha ido a mis espaldas y ha intentado hacer daño a mi familia, que por cierto ahora me ignora, estoy segura de que también tiene algo que ver con eso.—Respiró con fuerza, y su voz se volvió más suave—Lo que tuviste con Didyme. Suena absolutamente hermoso, pero Caius y yo no somos eso, no somos hermosos, estamos rotos. Y siempre lo estaremos. Por siempre y para siempre. Él no puede amarme, abrirme su corazón como debería, y yo no puedo perdonarlo, y aunque pudiera, el amor no sería suficiente para curarme. Para curarnos a ninguno de los dos. Lo siento, Marcus, de verdad, pero no puedo.—Le dedicó una última y triste sonrisa antes de levantarse de la silla y dirigirse a la puerta—. Si no te importa, me gustaría descansar ahora —dijo mirando a sus pies.

Marcus inclinó un poco la cabeza al pasar junto a ella, pero no dijo nada más mientras salía de la habitación. En el momento en que Anna cerró la puerta, se dejó deslizar por el lado de la puerta y bajó al suelo, donde empezó a sollozar.

Y allí se quedó sentada durante sólo Dios sabe cuánto tiempo, sollozando y pensando en cosas terribles, pero a pesar de todo estaba segura de una cosa: nunca podría olvidar y nunca podría perdonar.










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Ay, que fea situación es en la que están Caius y Anna, pero, cómo dijo Anna: ella y él están rotos. Amo a Marcus es él único que entiende todo💗















—Sam<3

𝐇𝐄𝐀𝐋𝐈𝐍𝐆 (𝟐) | 𝐂𝐀𝐈𝐔𝐒 𝐕𝐔𝐋𝐓𝐔𝐑𝐈Where stories live. Discover now