Capítulo 4

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Con una extraña sensación de nerviosismo me dirijo hacia el exterior. Lo primero que veo es que en el umbral de la cueva los enanos aguardan. Al primero que veo es a Dwalin, que está con su maza bien agarrada, a sus lados Ori y Oin también comienzan a sacar su armas simultáneamente. Sé que debo estar preparada también y cojo uno de mis cuchillos.

El hobbit lleva la espada que antes había visto a Gandalf y me acerco a él mientras le susurro.

— Saca tu arma —él me mira dudoso y baja su mirada a la hoja plateada—. No te preocupes, hobbit, yo te protegeré. Sin embargo, me aporta más confianza que saques tu espada...

Con nerviosismo desenvaina completamente su arma. Yo le hago una seña y nos movemos a un lugar más cercano a la acción, con Gandalf y Thorin.

Todos prestamos atención, intentando intuir de qué nos tendremos que defender. Tras unos segundos de silencio escuchamos el trote de unas patas fuertes (deben de ser muchas), pero que no suenan igual a como lo harían huargos. Unos conejos enormes frenan delante del mago y éste se relaja. Un hombre vestido con harapos tira de un trineo, en el que los conejos prestan su potencia y alcanzan una velocidad increíble.

El hombre viste con unas pieles sucias, un gorro lleno de las heces de pájaros (que al parecer anidan en su pelo, a judgar por el revoltijo que esconde detrás del gorro).Si aspecto risueño se caracteriza por una nariz rechoncha y los ojos azules desorbitados por el miedo que siente. El individuo, al percatarse de nosotros, comienza a estresarse pero gira su cuerpo y encuentra a Gandalf. El mago sonríe y le abraza.

— Radagast, mi viejo amigo —por lo que este es uno de los otros magos.

Si mi intuición no me falla, éste debe de ser el mago pardo, alguien, que como he podido apreciar, prefiere la compañía de los animales antes que la de cualquier humano.

— Tengo algo que contarte Gandalf. Es muy importante —con la mano hace ademán de decirlo, pero se queda paralizado, repite y sigue sin haber respuesta—. No, lo tenía en la punta de la lengua.

El mago gris actúa antes de que su amigo se frustre y no consiga lo que quiere. Mete las manos en su boca y saca a un insecto palo. Con una sonrisa en la cara Radagast responde.

— Con que no era lo que te tenía que contar lo que tenía en la punta de la lengua, era un molesto insecto palo.

Los magos marchan para charlar sobre sus asuntos privados y los enanos marchamos a recoger el campamento. Me han reducido las tareas y ya las terminé antes, por lo que decido marchar a un riachuelo que han mencionado mis primos.

—Kíli, me voy al río, díselo a Thorin que no quiero que monte un numerito.

Mi primo no responde, está ocupado haciendo que Fíli caiga al suelo y trague musgo (creo que porque le ha dicho enano imberbe). Por el contrario Ori parece que me ha escuchado y tras asegurarme de que se lo dirá cuando ya esté lejos marcho por el sendero que hemos recorrido, buscando la pradera de los trolls para ubicarme. Cerca hay un gran río con agua pura y cristalina. 

Me acerco y me miro en el reflejo. Estoy sucia y llena de porquería, no me reconozco bajo esa fachada de mugre, a excepción de mis ojos azules. Compruebo que no hay nadie cerca y me desnudo.

El agua esta congelada, pero veo como la suciedad deja mi cuerpo, por lo que con un acto de coraje me zambullo completamente. Limpio mi ondulado pelo negro, que por la mugre está enredado y sucio (ondulado por las múltiples trenzas que me he deshecho). 

Descanso unos segundos, recordando el comentario de anoche de Gandalf sobre la compañía de tantos enanos... Y sí, debo admitirlo, este baño es igual de relajante que el paseo que ayer se dio el istari mientras fumaba su pipa... El agua tranquila serena y con lo fría que está parece que alivia un poco el dolor de las costillas. Sin embargo, siento que algo no anda como debería de marchar e intento salir cuanto antes.

Hija de un rey (El Hobbit) Bilbo FanficHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin