Con su madre enferma y con deudas por pagar, Joe Arroyo, un tímido joven colombiano de piel oscura, entra a la carrera de caballos más ambiciosa del mundo: ¡Andes Speed Run! Donde el ganador recibirá 100 millones de dólares. Pero Joe teme a los desa...
Está escuchando Radio España. Siendo las 17 horas con 35 minutos del 7 de marzo de 1939, traemos los últimos informes que recibimos sobre la carrera de caballos Andes Speed Run, la cual cruzará la cadena montañosa de los Andes. Dichos informes nos indican que los jinetes están próximos a llegar a la meta en la ciudad de Pereira en Colombia, siendo el favorito de los apostadores el famoso jockey, Clint Eastwood. Hasta el momento, sabemos que millonarias apuestan corren en todo el mundo con el nombre del prodigio de Melancholy Hill, sin embargo, es una predicción que las apuestas serán más intensas al conocer a los diez primeros jinetes que lleguen a la línea de meta. ¿Llegará Eastwood primero? Espero que sí. Acabo de apostar medio sueldo en él así que espero que no me decepcione. Para más informes acerca de la colosal carrera hípica, no deje de sintonizar Radio España.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
La nieve caía como una caricia, formando un delgado manto blanco sobre las montañas. Joe estaba resguardado en medio de dos rocas que simulaban una cueva. Treasure estaba atado al brazo de Joe, para evitar más robos. La improvisada fogata que había hecho lo protegía del frío, aunque el abrigo que llevaba, tejido por su madre, lo calentaba mejor.
—S-Si no salgo de esta montaña, el señor Chayanne llegará antes que yo y no me enseñará el Hertz —tembló, pero no por el frío sino por el miedo.
La nevada estaba acabando y el panorama del lugar se aclaraba. La luz del sol comenzaba a notarse y Joe pudo ver que detrás de unos cerros a lo lejos, estaba la meta. Claramente, usando los binoculares.
Se subió sobre Treasure y jaló las riendas, avanzando con el caballo. Pocos segundos después, pudo ver claramente a cientos de jinetes correr por los cerros aledaños. Esquivando las piedras y siguiendo la ruta segura para evitar caer y rodar hasta morir.
Treasure trastabilló cerca de una pendiente. Joe jaló la rienda antes que el caballo caiga, sintiendo el corazón en la boca. Aunque eso ya lo tenía desde que dejó la fogata.
—T-Tengo que avanzar. Tengo que llegar antes que el señor Chayanne —se dijo a sí mismo con los ojos cerrados. Sus manos temblaban con las riendas, mientras que Treasure esperaba alguna orden.
—¡Abran paso para el aventurero! ¡Ajajajaaaaaaayyy!
Un raudo caballo chocó con Treasure, haciendo que las patas del caballo se salgan del camino y se deslice por la pronunciada pendiente. Joe notó apenas que el jinete llevaba un sombrero colorido.
—¡Aahhhhh! —exclamó. Sin Chayanne ni nadie que lo salve, todo dependía de él salir de esa situación.
Pero el deslizamiento de Treasure cada vez se iba a acelerando, incluso el caballo parecía perder el poco equilibrio que le quedaba antes de rodar y aplastar a su jinete. Joe jalaba las riendas con sus brazos delgados, pero el miedo de morir le nublaban la mente del inútil resultado que sus acciones iban a hacer en ese estado.
