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A pesar de tener una fogata en el interior de la vieja construcción, el frío estaba calando en mis huesos sin ningún tipo de compasión.
 
— Hace mucho frío. — Tiritaba y no podía controlarme aunque lo intentaba.

— Lo lamento, debí escucharla en el pueblo. — Murmuró mientras pasaba sus manos por mis brazos para que mi cuerpo entrara en calor más rápido.
 
Me estaba congelando y él lo sabía porque en su rostro solo había preocupación.
 
— Estoy bien. — Mentí descaradamente.

— ¿Ha tocado sus manos? Están heladas, Leigh. — En ese momento, Said pareció mi mamá cuando era yo era más pequeña. Cuando llegaba de jugar con mis amigos y era muy tarde, ella me regañaba mientras calentaba mis manos con las suyas, tal y como él lo estaba haciendo. — ¿Leigh?
 
Alejé mis manos sin parecer grosera y giré un poco el rostro para que no me viera limpiándome las lágrimas que se habían comenzado a acumular en mis ojos. Extrañaba a mis padres y a mis abuelos, estaba más que deseosa por volver a abrazarlos y no alejarme de ellos por un buen tiempo.
 
— ¿Se encuentra bien? — Asentí en respuesta a su pregunta.

— Creo que sí tienes razón, mis manos están heladas. — Hablé entre pequeñas risas.

— Descanse, cuando sus ropajes se sequen estará mejor. — Él colocó una manta sobre mi cabeza como si se tratara de un turbante y encima de mis piernas.

— Ya voy. — Por temas de espacio, ambos íbamos a dormir nuevamente en la misma cama pero ninguno quería acostarse primero para no parecer desesperados o algo por el estilo.
 
Sin embargo, terminé dejándome caer en la cama y me acomodé debajo del caso de mantas que fueron colocadas para que no pasáramos frío mientras dormíamos.
 
— ¿Va a dejarle esa manta al caballo? — Preguntó con cierto reproche.

— Sí y deje de molestar. — Murmuré.
No sabía qué tenía en contra de aquel animal que lo había llevado a todas partes pero tenía que compartir, ya fuera: vivienda, comida o mantas.
 
— Descanse, mujer. — Habló cuando se encontró acostado a mi lado.

— Usted también, hombre. — Un bufido de su parte fue suficiente para reírme.
 
Había descubierto que a Said no le gustaba que lo llamaran por lo que era sino por quien era. En resumen, a pesar de llamar al resto por hombre y mujer, él detestaba ser llamado de esa forma, prefería que se refirieran a él como Said, Hichet o señor.

No tenía un reloj para poder contar los minutos pero era consciente de que llevaba bastante tiempo mirando al techo. El cansancio se había esfumado y solo podía distraer mi mente escuchando la lluvia y dibujando figuras en la madera podrida que nos cubría de la tormenta.
 
— Leigh…— Un murmuro se escuchó a mi lado pero fue tan bajo que creí que había sido mi imaginación.

— ¿Mm? — Emití por si acaso.

— ¿Aún sus manos están heladas? — Asentí lentamente.

— Sí. — Después de mi respuesta hubo un silencio que no supe cómo interpretarlo.
 
Tal vez se había dormido… Sí, debía haberse dormido, pensé.

Sin embargo, él no estaba dormido en lo más mínimo. Después de aquel repentino silencio, Said se acomodó un poco.
 
— ¿Qué está…?— Murmuré nerviosa cuando sentí que su brazo me rodeaba para tomar mi hombro y me acercarme a él.

— Dijo que estaba helada. — Murmuró con naturalidad.
 
Un nuevo silencio se había instalado entre nosotros, como única diferencia era que en esa ocasión yo no me atrevía a moverme porque me tenía pegada a su pecho.
 
— También tengo sentimientos por usted. — Continuó murmurando.

— ¿Qué? — Iba a subir mi cabeza pero él me lo impidió, colocando su mano entre mi coronilla y su barbilla.

— No volveré a decirlo. — Aseguró. — Duérmase.

— Te escuché. — Said volvió a bufar.

— Entonces no pregunte, mujer. — Me riñó sin alzar la voz o alejarme de su lado. — Usted sabe que le pertenece a Garoff.

— No le pertenezco a nadie. — Una risa corta y burlona brotó de su garganta.

— Dígale, deseo observar la reacción de ese hombre. — Murmuró burlón.

— Hablo enserio. — Golpeé suavemente el brazo que me rodeaba para que no continuara burlándose de mí.

— No comprendo qué sea “enserio” pero como usted diga. — Volví a golpearlo y él no pudo continuar ocultado aquella risa que cada tanto se le escapaba.  
 
Si él tenía sentimientos por mí y yo por él, ¿por qué simplemente no podíamos intentar algo sin tener miedo a morir? En ese momento volví a desear no haber conocido a Umeth nunca.

Ya le había dicho lo que sentía a Said así que intentar alejarme de él era estúpido. Aunque… Mi forma de actuar desde un comienzo había sido así, estúpida y patética. Mis decisiones no habían sido muy buenas y mucho menos mis ideas, unas que pocas veces lograba ejecutar y que cuando lo hacía salían muy mal.  Además, cuando no estaba haciendo lo antes mencionado, me contradecía una y otra vez como si de eso dependiera mi vida.

La mano de Said había desaparecido de mi cabeza y yo, la mujer que tomaba malas decisiones y que se encontraba cansada de huir, decidí arriesgarme. Llevé mis manos a las mejillas del hombre que se hacía el dormido y acerqué mi rostro al suyo con timidez.

Mi corazón parecía querer salirse por mi boca y no lo culpaba, después de todo yo jamás había tomado la iniciativa de besar a alguien hasta ese momento.

Ese no era un sueño como el que había tenido antes, aquello era real, estaba besando a Said. En un principio en no había hecho nada, ni siquiera había abierto los ojos pero luego comenzó a devolverme la muestra de afecto y pude tranquilizarme.

Tenía miedo de ser rechazada porque en su época estaba mal visto dormir con un hombre, besarlo sin su consentimiento y frente a otras personas, estar con un hombre que no era el esposo y muchas otras cosas más.
 
— No debería…— Murmuró sobre mis labios pero no se alejó, sino todo lo contrario.

— Lo sé. — Susurré con dificultad.

Me guastaba la forma delicada en la que Said me besaba porque contrastaba con aquella actitud y apariencia ruda que tenía. Estaba siendo dulce y cuidadoso, mostrando afecto de la manera más tierna posible.  
 
— Descanse. — Ordenó después de alejarnos por falta de aire.

— Usted también. — Murmuré, sintiéndome adormecida.
 
Lo último que recordaba antes de quedar dormida, era que Said me acercaba aún más a él y besaba castamente mi frente.

Mariposa Viajera© EE #4 [BORRADOR]Where stories live. Discover now