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Una señora que vivía en el mismo edificio que yo me había hecho un interrogatorio al que seguía dándole vueltas. La mujer cuyo nombre era Anastasia y todo el tiempo llevaba unos rolos enormes en el cabello aunque fuera a llevar a sus hijos a la escuela, me había preguntado directamente quién era el chico que me visitaba cada tanto. Ella sin pelos en la lengua me había dicho que nos había visto entrar y salir de mi apartamento y también besándonos afuera del edificio o frente a la puerta de mi hogar. Por eso y muchos motivos más quería saber si era mi novio o si era una de "esas chicas perdidas".

Me había ofendido, por supuesto que sí y de no haber sido porque necesitaba llegar temprano a la universidad, le hubiera respondido. Para mi mala suerte aquella pregunta se había quedado en lo más profundo de mi cabeza y necesitaba tener una respuesta para poder vivir tranquila.

Me encontraba hablando por teléfono con Said mientras caminaba a la universidad. Esa semana no íbamos a poder reunirnos ni siquiera para tomar un café porque él tenía un trabajo que aunque le fascinaba, le absorbía prácticamente todo el tiempo. Yo era testigo de que cuando terminaban sus turnos él se lanzaba a la cama para poder recuperar las energías consumidas y que solo salía cuando había hecho algún compromiso previo o porque me lo había prometido.

En muchas ocasiones le había dicho que descansa y que saldríamos en otro momento pero él era un hombre de palabra y eso no iba a cambiar sin importar la época en la que se encontrara.

- Said...- Murmuré apenada por lo que iba a preguntar.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó al instante.

- Necesito saber qué somos. - Continué murmurando, cada vez más bajo.

Su carcajada golpeó mi tímpano con fuerza y tuve que alejar el teléfono para no quedar sorda de mi oreja derecha. Cuando creí que se había calmado un poco volví a acercarlo y pude escuchar que era regañado por hacer desorden.

- Lo siento. - Volvió a disculparse con el anciano que lo reñía. - Mariposa, ¿por qué preguntas eso?

- Es que... Es que la vecina de rolos me preguntó y...- Sentía que mi cara ardía.

Por primera vez en ese día, me alegraba de que él no estuviera frente a mí porque no habría sabido dónde esconder la cabeza para que Said no se burlara de mí.

- Mm... - Emitió. - Veamos...- Escuché cómo una puerta se abría y cerraba muy cerca de él. - A ver, ¿quieres saber qué somos en mi época o aquí?

- ¿Estás solo? - Said emitió un leve "mjm" en respuesta. - Pues... quiero saber qué somos de cualquier forma.

- Ah, eres tan bonita. - Murmuró entre sutiles risas. - No sé si es exactamente lo que quieres saber pero en mi época eres mi mujer y en la tuya, supongo que somos novios.

- ¿Supones? - Pregunté de forma juguetona porque ya me sentía más tranquila.

- Lo somos. - Aseguró. - Mariposa, tengo que colgar porque el paciente necesita su monitoreo pero cuando termine te escribiré, ¿de acuerdo?

- De acuerdo. - Asentí como si pudiera verme.

- Te quiero, novia. - Murmuró y colgó sin esperar respuesta.

Detuve mis pasos en medio de la acera y observé fijamente mi teléfono, esperando que algo ocurriera. Me había dicho que me quería y también me había llamado novia...

- Yo también te quiero... -Susurré sonriente. - Pero eres un cobarde. - Comencé a reír mientras avanzaba, él había huido de un posible momento cursi y se lo iba a recordar cada que me molestara.

Los días parecían pasar aún más rápido de lo que podía recordar, tanto que sin darme cuenta ya estaba por graduarme de la universidad. De hecho, no había caído en cuenta hasta que el calendario me avisó que quedaban dos semanas para la graduación.

Necesitaba un vestido y zapatos, dos cosas que se me complicaban a la hora de comprar. Me gustaban los vestidos pero encontrar uno que fuera de mi agrado era algo complejo, más aún cuando era para algo importante y tenía que combinarlo con un par de tacones.

Para suerte de todos, Said había sido quien me había acompañado, ayudado y tenido paciencia en todo ese proceso. Gracias a él y sus múltiples riñas me había sentado en aquella silla y puesto de pie para tomar el diploma por el que por tanto tiempo me había estado quemando las pestañas.

- ¡Me voy a descontrolar! - Grité mientras alzaba los brazos y daba vueltas alrededor de Said, quien caminaba a mi lado.

- Uno, te vas a caer y dos, ni se te ocurra beber hasta desmayarte. - Advirtió con aquella mirada seria que me decía que no era un juego.

- De acuerdo. - Alcé los hombros restando importancia y cuando vi que se relajó, comencé a "correr" aún con los tacones puestos. - ¡Vamos a beber! - Grité con todas mis fuerzas.

Estaba muy feliz, tenía mi diploma y mi familia había podido estar ahí junto a mí, incluso Said había tenido horas extras para no faltar ese día.

Estábamos en la casa de mis padres con algunos amigos y familiares. La gran mayoría sosteniendo su respectivo vaso con alcohol o papitas y sándwiches de mezcla para no caer desmayados tan rápido. A mi lado se encontraba él, que no dejaba de repetirme una y otra vez que yo no sabía beber.

- Leigh...- Me riñó una vez más.

No estaba ebria pero sí algo contenta y él lo sabía porque de no haber sido así no lo habría besado como lo había hecho en ese momento.

- Bien, te llevaré a un cuarto para que te calmes. - Murmuró más para él que para mí.

Ambos caminábamos pegaditos pero era porque me estaba sosteniendo en brazos discretamente para que nadie notara mi dificultad al caminar. En un principio sus pasos iban directo a las habitaciones pero por algún motivo había cambiado de opinión, tal vez pensando que era irrespetuoso ingresar a una habitación o a lo que sea sin la autorización del dueño.

- Hace frío. - Murmuré cuando nos encontramos afuera.

- Es para que despiertes, de verdad eres muy mala bebiendo. - Volvió a reñirme con sutileza.

- No...- Pasé mis brazos alrededor de su torso y lo zarandeé hasta que él también me abrazó. - Estoy bien, aún sé cuántos dedos tengo.

- ¿Segura? Porque tengo que decirte algo importante y no puedo hacerlo si en la mañana no lo recordarás. - De alguna forma aquello había servido como un desintoxicante, me sentía despierta y escuchaba todo con claridad.

- ¿Qué ocurre? - Murmuré extrañada.

- Bueno... Verás, hace algún tiempo me dijiste algo y bueno... - Said deshizo nuestro abrazo pero tomó mis manos entre las suyas. - Oficialmente, ¿quieres...? Ya sabes... ¿Quieres ser mi novia?

- ¿Por qué me asustas de esa forma? - Solté todo el aire que había retenido por si se trataba de una mala noticia. - Claro que sí, creí que lo éramos.

- Eres muy asustadiza. - Susurró una vez que se encontró con el rostro cerca del mío. - Sí pero quería algo oficial y sin tus dudas por culpa de una vecina.

- No me juzgues. - Golpeé suavemente su pecho.

- No lo hago. - Murmuró mientras nuestros labios se rozaban.

Quería besarlo pero me sentía tímida bajo su atenta y cercana mirada. Sus ojos estaban a escasos centímetros de los míos y era como si de esa forma pudiéramos decirnos muchas cosas sin tener que buscar palabras que se acoplaran a nuestro sentir.

- Te quiero. - Susurré.

Said no respondió pero aquel azul hipnotizante sí lo hizo. Sus labios envolvieron los míos con gentileza y lentitud mientras sus manos se aferraban a mi cintura y me acercaban a él.

No, ya no sentía el alcohol en mi cuerpo y tampoco tenía frío, no cuando estaba junto a él.

Mariposa Viajera© EE #4 [BORRADOR]Where stories live. Discover now