Hábitos

178 25 0
                                    

El conde Phantomhive comenzaba a preocuparse de que su embarazo ya empezara a notarse cada vez más a pesar de usar ropa holgada que disimulaba un poco y evitaba que los demás lo vieran directamente le preocupaba que empezaran las sospechas sobre su estado. ¿Cuánto más podría seguir manteniendo su secreto?

—Joven amo... ¿Le traje un postre?

—¿Qué es esto? —Murmuraba Ciel viendo el tazón nada pequeño con manzana picada bañada en yogurt— Pensé que era un trozo de pastel o algún otro dulce, solo me traes frutas.

—Debe alimentarse bien no quiero que el pequeño mitad demonio que tiene adentro libere sus ansias de hambre demoniaca y se le comience a comer las entrañas. ¿No querrá eso? Le aseguro que duele que te mordisqueen las "tripas".

Le decía en un tono preocupado que más parecía una forma burlona de asustarlo porque de inmediato el joven conde se comía la fruta.

—Nadie se comerá mis tripas. —Murmuró poco entendible porque tenía la boca llena de fruta.

—Joven amo... Es de mala educación hablar con la boca llena. —Le regañaba Sebastian mientras se disponía a arreglar el armario de su amo ya que debía vigilarlo que comiera todo, revisando su ropa hacia una mueca. —Ya debo arreglar su ropa de nuevo, ¿No pretenderá andar con pijama siempre?

—Nunca saldré de esta habitación así que da igual si ando con pijama o no. Déjame tranquilo...

—Últimamente anda de más mal humor que de costumbre... ¿La falta de sexo te afecta?

Ciel lo miraba con fastidio ante tan indiscreto comentario a la vez que se sonrojaba, habían dos importantes motivos por el que no tenía intimidad con Anthony uno de ellos era por culpa del demonio que frente suyo parecía burlarse con su sínica sonrisa, porque sabía que aún cuando no había esperanza alguna de tener una relación amorosa con su mayordomo pretendía guardarle estúpida fidelidad y el otro motivo era más simple sentía vergüenza con el demonio que se suponía era su pareja. Aunque sonara tonto el sentir vergüenza cuando ya estuvieron juntos una vez pero apenas recordaba esa ocasión podría decir que esa noche de pasión fue producto de la adrenalina, curiosidad y celos, no por un cursi sentimiento en si.

—Lamento mi indiscreción por decirlo de esa manera... Creo que lo hice sentir mal.

—Déjame solo... dile a Anthony que venga. —Le ordenaba sin mirarlo solo terminaba de comer.

—No tiene que demostrarme nada. —Musitó entre dientes el demonio.

—No lo llamo para eso, no todos basamos nuestras relaciones en el placer físico. — Insinuaba el conde con malicia— Solo quiero que me abrace al dormir, tengo sueño.

—Como ordene joven amo.

Sin decir más el demonio hacía una reverencia prestándose a obedecer su petición cuando saliera, era lógico que su amo se enojara al burlarse de esa manera cuando este sabía de sus sentimientos, caminando por el pasillo encontraba a Anthony en el pasillo dándole el recado.

—Seguramente tiene sueño... —Murmuró con una sonrisa— A él le gusta que lo abrace mientras duerme y yo me siento tan afortunado de ver su carita dormida, los gestos adorables que hace, la calidez de su piel cuando lo toco... Me encanta ese niño.

—El odia que lo llamen niño...

—¿En serio? Porque cuando se lo digo parece no molestarle hace un lindo puchero como para provocarme ternura y si que lo provoca... Porque lo beso...

El mayordomo sin querer seguir escuchando sus idílicos momentos de romance ignorándolo se prestaba a regresar a la cocina donde debía comenzar las preparaciones para la cena, encontrando a los sirvientes ahí en sus diferentes tareas.

Ese demonio... Tendrá un bebéWhere stories live. Discover now