Capítulo 19

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Me encontraba sentada en el suelo de la entrada acariciando a la pequeña cachorra que estaba recostada entre mis piernas, su pelaje aún sucio se sentía relajante entre mis dedos.

—Fue gracias a ti que ella no me besó, pero igual te perdono —le dije riéndome sola como si pudiera entenderme.

El tiempo pasó tan rápido que ni siquiera me di cuenta cuando Emma ya había vuelto con muchas cosas para la nueva mascota.

—¿Aún sigues aquí? —preguntó al verme en el mismo lugar cuando volvimos de nuestra caminata.

—Te estaba esperando —me levanté y le di la cachorra a Emma.

—¡Le daremos de comer y beber; tomará un baño, la vestiremos y le pintaremos las uñas! —exclamó entusiasmada.

—Pienso que vestirla y pintarle las uñas puede considerarse maltrato animal.

—No, si ella está de acuerdo, ¿verdad que si quieres, Cherry? —agitó a la pequeña buscando aprobación, solamente me quedaba rodar los ojos y seguir con su juego.

Después de una sesión de cuidados y belleza, nuestra mascota quedó irreconocible.

—Mira hacia acá, Cherry... eso es —Emma trataba de tomarle una foto a la cachorra con su vestido y sus uñas rojas.

—Realmente se parece a ti —ambas reímos.

Tomé uno de los juguetes y se lo lancé mientras Emma subía la foto del cambio radical a sus redes sociales.
Tan pronto como la subió comenzaron a escucharse miles de notificaciones a su teléfono.

—Creí haber desactivado esto —bufó mientras silenciaba su teléfono y su mirada se encontró con la mía.

Me veía muy entusiasmada jugando con nuestra nueva adquisición; pronto ella se unió a mí. La felicidad en su rostro me llenaba de vida, sabía que realmente quería verla así siempre.

Cuando estas al lado de Emma, el tiempo pasa demasiado rápido al punto de no sentirlo en absoluto. No notamos que ya estaba anocheciendo y nos encontrábamos agotadas de tanto jugar.
Una llamada del señor Higgins comenzó a sonar en mi teléfono, rápidamente contesté.

—Buenas noches, Annie. Lamento si la interrumpí en sus actividades cotidianas a estas horas de la noche —sonaba igual de cansado que yo.— Llamaba para avisarle que su libro ya está terminado, podría pasar por un ejemplar el día de mañana y firmar unos cuantos documentos más.

Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro a lo que Emma me miró extrañada. Mi entusiasmo era muy grande al recibir tan buenas noticias.

—Muchas gracias, señor Higgins, mañana a primera hora paso por él. Tenga una linda noche —colgué antes de que pudiera contestar.

Grité emocionada, me lancé hacia los brazos de Emma sin pensarlo y comencé a dar pequeños saltos. Ella me abrazó aún sin saber por qué estaba tan feliz.

—¿Quién era? —preguntó esperando que le contara el motivo de mi repentino festejo.

—¡La editorial tiene mi libro y mañana pasaré por él! —la abracé con más fuerza, ella sonrió compartiendo mi entusiasmo.

—¡Mañana pasarás por tu libro! —repitió con la misma energía, ambas estábamos alegres por la noticia.

Después de unos segundos me percaté que aún estaba en los brazos de Emma, se sentía tan bien, pero estaba demasiado nerviosa para disfrutarlo y me alejé un poco brindándole una cálida sonrisa.

Me preparé para tomar una ducha caliente antes de dormir. El agua se sentía relajante sobre mi piel, pero no tan relajante como un abrazo de Emma; desearía tenerla cerca de nuevo.
Salí del cuarto de baño hacia la habitación, ahí se encontraba ella recostada en la cama leyendo un libro, levantó su mirada para verme en mi pijama. Sus ojos verdes en mí eran más que suficiente para perder el control de mi cordura, solamente desvié mi mirada y me recosté junto a ella.

—No quiero que vayas al sofá —dije tomándole la mano como si estuviera intentando huir.

Ella cerró su libro y lo dejó a un lado para acomodarse junto a mí, me miró directamente poniéndome aún más nerviosa.

—No iré a ninguna parte —su voz era tan tranquilizante que pronto caí dormida a su lado.

[...]

La luz del sol entraba por mi ventana, lo que logró despertarme enredada entre sábanas; me percaté que nuevamente Emma no estaba a mi lado.
Desde abajo se podría apreciar un olor delicioso, seguro es el desayuno que Emma está preparando.

Descendí por las escaleras hacia la cocina y efectivamente la encontré cocinando.

—Buenos días, bella durmiente —comentó al verme entrar junto a ella y continuó preparando el aperitivo.

—Pensé que era la princesa comedia —reí junto con ella.

—De igual manera, sigues siendo una princesa —dijo logrando que mis mejillas ardieran, traté de evadirla cambiando de conversación.

—No habrás dormido en el sofá, ¿cierto?

—Te dije que no iría a ninguna parte —me guiñó un ojo.

—Entonces, ¿por qué no me despertaste?

Comenzó a servir su desayuno ya terminado en dos platos.

—Te mirabas muy angelical durmiendo, si te despertaba estarías de mal humor y a mí me gusta verte sonriente —al decir la última palabra se acercó demasiado a mi cara provocando una gran sonrisa inconsciente en mi rostro.— Justo así —sonrió y se dirigió a la mesa con ambos platillos.

Comenzamos a comer y como es de costumbre perdía mi mirada en la belleza de Emma mientras ella trataba de sacar un buen tema de conversación.

—¿No ibas a ir por tu libro el día de hoy?

—Si, tan solo termino esto, me visto y ya me iré —traté de centrar mi mirada en sus ojos.

—Oh, ya sabes que seré de las primeras en leerlo.

Estuve un rato pensando sobre mi nuevo libro y lo bien que me haría promocionarlo.

—¿Recuerdas la oferta que me hiciste a cambio de quedarte aquí? —me crucé de brazos.

—Claro, lo de darte muchos besos y abrazos —se rio mientras le daba otro bocado a su desayuno a punto de ahogarse.

—Eso ni siquiera lo acordamos —la fulminé con la mirada.— Me refería a que promociones mi trabajo.

—Por supuesto, cariño, no me lo tienes que pedir dos veces; nada más trae el libro hacía acá y pronto te llegarán más lectores de los que esperas.

Después de terminar el desayuno me vestí y bajé hacia la entrada.

—Ya saldré a por el libro.

—Que te vaya bien, cuídate mucho, cielo —se reunió conmigo en la entrada.

Aún estaba en la entrada viendo a Emma de arriba a abajo y deteniéndome en sus labios, realmente deseaba un beso de ella.

—Y bueno, ¿qué estás esperando? ¿Un beso mío? —bromeó al ver que no tenía intención de irme aún.

Besarla es lo único que quiero ahora.

—No estaría mal...

CerezaWhere stories live. Discover now