Capítulo treinta y ocho: ¿Cómo saber si estás enamorada?

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Lisa no sabía cuánto tiempo había pasado dando vueltas por la ciudad. Lo único que sabía era que estaba cansada, empapada y que todo se había ido a la mierda. Se burló de sí misma al haber creído que por una vez su vida iba por el buen camino. Aún seguía sin entender qué demonios había pasado. Creía que estaban bien. Que todo marchaba de maravilla. Habían formado un buen equipo que se compenetraba y entendía. La una en la otra habían encontrado todo lo necesario para ser felices: amistad, compañía, diversión y un sexo increíble. Se cuidaban, se mimaban y se preocupaban la una por la otra. ¿Qué más hacía falta?

Había seguido dándole vueltas a esa idea mientras regresaba al coche y la respuesta siempre era la misma. El puto amor. Por un momento, apretando el volante con fuerza entre sus dedos, estuvo a punto de ir en busca de Jisoo y Tae y preguntarles qué cojones era lo que se suponía que debía sentir y no sentía. Qué tenían ellos que a ella le faltaba. Porque esos dos pregonaban a los cuatro vientos que estaban enamorados de sus parejas y, viendo sus ojos cuando los miraban, ella lo creía de verdad.

Echó la cabeza hacia atrás y dio golpecitos contra el asiento. Amor. Amor de verdad. No era tan idiota como para no entenderlo. El amor verdadero había hecho que Drew permaneciera junto a Sun y que no la abandonara por su madre pese a estar embarazada de ella. El amor verdadero había conseguido que Taehyung y Jungkook unieran sus vidas, dos personas tan diferentes entre sí que nadie apostaba por ellos; ni siquiera ellos mismos. El amor verdadero había logrado que Rosé y Jisoo se enfrentaran a sus demonios y que superaran todas sus mierdas con un montón de sacrificios. Pero allí estaban, con una niña preciosa y la mirada puesta en el futuro.

Pensó en todo lo que le había dicho Jennie y consideró la posibilidad de que estuviera en lo cierto. Se necesitaba algo más que amistad, sexo y diversión para formar una familia y darlo todo por ella. Se necesitaba ese sentimiento que pudiera hacerle frente a cualquier deseo de abandonar cuando las cosas se pusieran difíciles. Y ella acababa de salir corriendo por una sola pregunta. Pero había sido LA PREGUNTA, y ella no había podido contestarla.

Condujo bajo la lluvia sin saber qué hacer ni adónde ir. Necesitaba un lugar donde pasar la noche y su familia estaba descartada. No tenía ánimo para dar explicaciones. Pensó en un hotel, y con la misma rapidez lo descartó. Estaba de un humor de perros, parecía una vagabunda y si algún recepcionista se pasaba de listo, corría el riesgo de partirle la cara.

Suspiró y esbozó una triste sonrisa cuando un único nombre apareció en su mente. Quién lo iba a decir.

Minutos más tarde dejaba el coche en el estacionamiento del complejo de apartamentos donde vivía Wonho. Cargó con todas sus maletas y cruzó el arco por el que se accedía al patio interior. Subió al segundo y llamó al timbre.

Instantes después, Wonho abría la puerta. Su compañero le miró de arriba abajo, lanzó un rápido vistazo al pasillo, como si esperara ver a alguien más detrás de ella, y volvió a contemplarla. Sin decir una palabra, abrió la puerta del todo y se hizo a un lado para que pasara.

-Deja todo eso en la habitación que hay junto al baño. Y date prisa, he hecho palomitas y en el cable van a dar Ant-Man. ¡Manobal, me encanta esa peli! Ya la he visto tres veces. Y sale la tipa esa de Lost que está buenísima. Por cierto, menudo final de mierda le dieron a esa serie.

Lisa soltó una risita mientras Wonho seguía hablando en el salón, enlazando un tema con otro sin apenas respirar. Se puso ropa seca y regresó junto a su amigo, que se encontraba en el sofá. Sobre la mesa había un montón de cervezas y una botella de tequila, aperitivos y chucherías. La película empezó.

-Puedes quedarte todo el tiempo que quieras -dijo Wonho al cabo de un rato.

-Gracias.

-¿Estás bien?

Hilo Rojo [Jenlisa] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora