7. B E T W E E N U R A R M S

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Antes de despertar hubo luz

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Antes de despertar hubo luz. Una luz familiar a la que vi al morir. Lo primero que sentí fueron puntas de los cabellos rozando mi cara, haciendo mi nariz picar.

La arrugué, apretando mis dientes y moviendo mi cara de un lado a otro en un intento de deshacerme de aquella molestia. Por fin abrí los ojos, dando un brinco por el susto que me provocó la proximidad de un rostro.

Jonathan estaba con sus ojos bien abiertos, sonriendo paciente a que despertara por completo y juntando su nariz con la mía.

—Oye, pensé que íbamos a salir —susurró acariciando mi pelo y jugando con mi arete con forma de cruz.

Al sentir el tacto tuve ganas de llorar, pero mi cuerpo no respondía a mis órdenes. En lugar de soltar lágrimas alcé los brazos, acariciando sus mejillas con mis palmas.

—Más al rato —mi boca se movió sola.

Ahí fue cuando me di cuenta de que esto se trataba de otro sueño y tuve ganas de aferrarme más que antes. Mi cuerpo fue contradictorio a mis deseos por tercera vez, alejándose de él.

—Si se nos hace tarde para salir de nuevo no me vayas a echar la culpa —susurró en un tono de advertencia juguetón antes de bajar mis párpados con su dorso.

Jonathan y yo caminábamos juntos por las calles. Nuestras calabazas de Halloween chocaban entre sí, emitiendo un ruido que solo resultaba agradable para nosotros.

Nos estábamos asando vivos gracias a la tela de los disfraces que nos sofocaban junto al clima caluroso. Yo había llegado muy tarde a pedir dulces y la mayoría de casas estaban se había quedado sin nada que repartir.

—Si quieres ya vámonos. Ya se fueron a acostar todos —dijo un yo de diez años mientras chocaba mi calabacita vacía con la de Jonathan, que estaba a reventar de dulces.

—No, debe de haber más, espera que aún nos faltan las del final, y las de la otra calle.

Yo estaba cansado y él aferrado a que consiguiera dulces. Ya me ardían los pies de caminar, tanto que hasta ese punto ya me daba igual si volvía con las manos vacías.

Si pudiera ver a un fantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora