2. El Juego

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Volkov nunca había sentido algo similar, ni siquiera durante los días más duros de su entrenamiento militar en Moscú, Rusia. Atormentado por el dolor, Viktor dejó caer su vaso con Vodka, para luego soltar por su garganta un aterrador grito de aflicción. Este se sujetaba con tormento su cabeza, sintiendo como miles de pequeñas agujas perforaban su cráneo en solo segundos. Sin perder el tiempo, Horacio fue a su ayuda. El chico de cresta trató de calmarlo y revisar qué había sucedido exactamente. Al reconfortarlo entre sus brazos, ignorando cualquier tipo de distancia anterior, el menor decidió encarar al barman.

- ¡¿QUÉ LE HAS HECHO?! CONTESTA O TE MATO HIJO DE PUTA - Gritó un alterado Horacio.

- Sr. Perez, como usted observó, en ningún momento me moví de mi posición. Solo realice una simple pregunta. Su... compañero... solo respondió. Sin embargo, no se debe preocupar. Aquello es pasajero y esperado. Ahora, conteste usted, por favor. - Finalizó el barman con paciencia.

- ¿CÓMO QUE ESPERADO? ¡HOSTIAS, NO ENTIENDO NADA! ¿QUIÉN ES USTED? ¡DÉJENOS IR DE UNA PUTA VEZ!... - El desespero llenaba su cuerpo, ya que no podía soportar ver a Viktor sufrir. Ya había tenido suficiente de conformarse con el dolor de sus seres queridos.

- Horacio... Horacio, escúcheme bien...- Dijo el comisario sin aliento, entre los brazos del menor, tratando de recuperar su postura - Conteste. Algo me dice que si queremos salir de aquí, tenemos que seguir la corriente. Creo que estamos secuestrados. En este caso, algo me dice que debemos cooperar para sobrevivir.... Confíe en mí, por favor. - Suplico Volkov, el cual se debatía entre el cansancio y el dolor. Por su parte, el recién nombrado agente del CNI pensaba en cómo resistir a una petición riesgosa por parte del amor de su vida.

- Pero... Volkov, ¿te estás escuchando? ¿Qué te sucedió? ¿Qué está pasando? Yo...yo...yo tengo miedo Viktor... - Horacio por instinto, estrechó su cercanía con el ruso. Este no se molestó, por el contrario, sentía como su corazón se desbordaba de paz. Si quería escapar junto al Inspector, necesitaba mantener la mente fría. La vida del chico que logró llamar su atención, dependía de sus elecciones. Sin dudarlo, este regresó el gesto para reconfortar a su compañero. Al recibir un inesperado mimo de apoyo, el menor aceptó las condiciones.

- Mira pelucas, yo no recuerdo nada. No se ni como mierdas llegue. Aunque, si soy sincero, si puedo rememorar sentirme inseguro, perdido y triste... Algo... algo ocurrió... pe...pero no se que es. - Dijo un confundido y abrumado Horacio.

- Muy bien. Muchas gracias... - Como todo en la vida se regresa, este era el turno de Viktor para interrumpir al pálido barman.

- Ya respondimos. Ahora, díganos, ¿dónde estamos? - La pregunta del ruso era precisa. No quería dar más vueltas, solo buscaba una solución a este enredo.

- A continuación, voy a explicarles con detalle su situación. Presten mucha atención, por favor. Primero, no puedo decir dónde está este lugar. Segundo, muy pronto, tendrán que jugar un juego...

- ¿Cómo? ¿Cómo que juego? - Interrogó el ruso. No obstante, este no fue atendido por el sujeto del bar.

- Tercero, el juego que jugarán, se elegirá por una ruleta... - Inmediatamente, de la parte posterior de la barra, cerca a las botellas de vino, apareció desde el techo un pequeño ventanal, el cual estaba adornado con un extraño símbolo.

- Cuarto, en este juego arriesgarán sus vidas...

- Volkov esto es una locura... ¡UNA PUTA LOCURA! ¿Usted de verdad quiere seguir escuchando? ¿USTED CREE EN ESTO? ¡TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ YA! - Exclamó un desenfrenado Horacio.

- Quinto, no se les permitirá salir, hasta que hayan terminado el juego.

- ¡VAMONOS VOLKOV! ¡SI NO SALIMOS VAMOS A MORIR AQUÍ! - Horacio había perdido toda la compostura. Sin reflexionar en las palabras del extraño barman, agarró al ruso fuertemente de la camisa, arrastrándolo hacia la puerta principal del lugar. Volkov ni siquiera alcanzó a reaccionar a tiempo, había quedado pasmado con las palabras del sujeto. Solo entró en razón cuando sintió nuevamente los gritos de angustia del menor.

- No... no... no ¡NO!¡VIKTOR LA PUERTA NO ABRE!¡NO ABRE!¡ESTAMOS ATRAPADOS COMO RATAS! Esto...Esto debe ser una broma, no hay otra explicación...

- Y..yo creo que no es broma Horacio. Yo creo que es real. Algo me lo dice... y por su actitud, creo que usted también lo sabe... Venga, vamos a buscar otra salida. N..no...no se desespere hombre, estamos en esto juntos... - Dijo Volkov colocando su mano sobre el hombro del inspector. El ruso quería transmitirle seguridad y protección, quería que este lo escuchara. Por alguna razón, sentía que Horacio no le prestaría atención... Algo no había salido bien en el pasado, pero su corazón le decía que confiara. - Horacio, no se preocupe. Yo no lo voy a dejar solo. Solo confíe en mí, por favor.

- Está bien Volkov...Está bien, yo confío en tí. - Finalizó Horacio tomando la mano del ruso sobre su hombro para brindarle una pequeña caricia. Viktor tenía razón, él también lo sabía. Esta locura era real. No hay salida, solo pueden jugar.

El JuegoWhere stories live. Discover now