Pequeñas Confesiones

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El mundo puede ser muy pequeño, un día te peleas por un plato de comida con un chico que no conoces, y descubres que resulta ser tu hermano no de sangre mayor. Esto podría ser algo normal para una persona normal, pero para el pequeño albino esto no era normal, y menos si alguien tan torpe era su primo. Estaba por amanecer en middleburg, por las ventanas de la casa de Lana estaban entrando los rayos del sol dándole en la cara a lincoln, en cual estaba dormido en el sillón de la sala.

El adulto al despertarse sintió un pequeño peso encima de él. Y al ver de qué se trataba, pudo ver a su hijo menor encima de él, con un Oberon azul puesto.

- Buenos días levy. Veo que madrugaste hoy.

- Jejeje.

El adulto agarro a su hijo y se levantó de aquel incómodo sillón.

- Había olvidado que dormir en los sillónes no es lo mío. - Decía el adulto quejándose por el dolor de espalda.

- Perdón por no hacer mis muebles mas cómodos para el Duke. - Decía lana quien estaba parada en la puerta de la cocina.

- Pues creo que esos muebles si eran cómodos.

- Sigue y haré que los chivos te persigan.

- Ya está bien. Lo siento.

- ¿Y porque es que dormiste ahí? Se supone que había preparado la habitación de huéspedes para ustedes.

- No pude hacerlo, lainer y levy ocupaban toda la cama.

- ¿Y porque?

- Bueno, es que lainer y lian tuvieron una pelea en el concierto. Y lainer se golpeo en la cabeza.

- Y bien, ¿pudiste hablar con luna antes de eso?

- No. Después de eso solo estaba pensando si el estaba bien. No quiero que algo malo le pase.

- Pues hace unas horas lo escuché hablar con luna. Eso significa que ya está bien. Además luna me dijo que lian y el discutieron un poco.

- Ese fue el motivo del que lainer se golpeara en la cabeza. Esos dos solo pelean desde niños.

- Pero por lo menos tienen a alguien que los separé y es menos terco que ellos. Aún siendo hijo de ella es muy diferente ese chico.

- Lo se. Aunque a veces es igual de terco que ella.

- Sabes que si te escuchará ahora mismo estuvieras siendo golpeado.

- Lo se. Por favor no le digas que dije eso.

- Tranquilo. No diré nada.

En eso, por la puerta entro un chico de cabello castaño, una gorra verde y una camisa azul.

- Por fin pude regresar.

- Hey, skippy, por fin llegaste.

- Perdón por la tardanza, tuve un problema en el refugio y en la veterinaria. No podíamos calmarlos.

- ¿Skippy, eres tú?

- ¿Lincoln? Wow amigo, Han pasado años desde el último día que nos vimos.

- Lo se amigo.

- ¿Y que haces aquí? Y que sólo vengas con el mini Lainer es raro.

- También viene conmigo, gracias a ese niño estamos aquí.

- Entonces ya sabe.

- Algo así. Lincoln no le a contado del todo.

- ¿Entonces aún no le dices nada? No soy muy cercano a ti ni a tu hijo, pero sería muy duro para el Si no le dices, no crees.

The Loud House: La Vida De Un LoudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora