✨|Jimin|✨

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Es muy propio el atribuir a la esperanza el color amarillo, como el sol que raras veces veíamos. Y al ponerme a copiar del viejo Diario que escribí durante tanto tiempo para estimular la memoria, me viene a la mente un título, como fruto de la inspiración: Abre la ventana y ponte al sol. Y, sin embargo, dudo en asignárselo a mi historia, porque pienso que somos algo más que flores en el ático. Flores de papel. Nacidos con tan vivos colores, ajándonos, cada vez más desvaídos, a lo largo de todos
esos días interminables, penosos, sombríos, de pesadilla, cuando nos tenía presos la esperanza, y cautivos la codicia. Pero nunca pudimos teñir de color amarillo ni siquiera una sola de nuestras flores de papel...

V. C Andrews

Flores en el ático

Capítulo 1

El hospital no siempre le había parecido sombrío, al principio incluso lo consideraba un lugar divertido, porque vamos ¿No era genial? Tú sabes, él no tenía que hacer sus tareas y tampoco debía ir a la escuela, claro ¿A quién no le gusta que le lleven el desayuno a la cama? ¿Quién no amaría quedarse todo el día acostado viendo televisión?

Sonaba fantástico ¿no?

Pues Jimin comenzó a gozar de aquellos privilegios cuando cumplió siete años, era un niño que aún no conocía lo pesada que podía ser la vida. Y aunque lo recuerda como si el suceso hubiese ocurrido ayer, la realidad era que había pasado el suficiente tiempo como para comprobar por experiencia que el hospital no era un lugar divertido. Quizás si el tiempo no se hubiera prolongado tanto él no se habría aburrido, probablemente a estas alturas sería otro niño normal, uno que va a escuela y odia la clase de historia. Pues bien, Jimin no era un niño normal, y además le gustaba mucho la clase de la historia. Solía pasar más tiempo en la biblioteca con la cabeza metida en los libros que jugando con sus amiguitos a la hora del recreo, aunque eso no lo quiere decir que era alguien asocial ni nada, Jimin siempre fue muy bueno para hacer amigos, tenía un encanto natural que atraía a cualquiera, era tierno y amable, le encantaba bailar y siempre estaba lleno de energía. Su mejor amigo Taehyung solía compararlo con un cachorro juguetón.

Pero desde ese fatídico lunes en el que colapsó en medio del salón de clases Jimin no volvió a ser el mismo, desde ese lunes no ha dejado de visitar el hospital por días, semanas, incluso meses. La diversión pierde el sentido cuando es excesiva. No pudo volver a jugar, tampoco pudo retomar su pasión por el ballet, porque los dolores agudos en su cuerpo le impedían moverse. Jimin dejó de correr, dejó de emocionarse por la clase de educación física, incluso dejó de ir a la escuela. Jimin estaba enfermo.

Taehyung lo visitaba cuando podía (cuando convencía a su madre de llevarlo) y Jimin amaba esos días porque cuando estaba solo se aburria. No había mucho que hacer en el hospital y después de dos años no existía algo nuevo que pudiera explorar, conocía cada rincón, a cada enfermero y médico, a los encargados de la limpieza e incluso a los pacientes. Era un círculo vicioso que lo tenía un tanto cansado. Los pacientes llegaban y se iban, al principio era muy hablador y siempre quería conversar con todos, pero conforme pasó el tiempo se dio cuenta que nunca nadie se quedaba. Todos eran pasajeros que en algún momento se bajarían del autobús, incluso él. Se lo dijo el doctor Kim, él saldría también, algún día, pero su trayecto ya estaba durando demasiado, y aunque cada uno tenía un tiempo determinado, había quienes no lograban llegar a su destino. Jimin siempre regresaba, eso era lo peor de todo, cuando sentía que al fin podía ser un niño normal volvía recaer, y el hospital le daba nuevamente la bienvenida. A veces sentía que el tiempo solo se alargaba, y en esas noches solitarias y dolorosas imaginaba que quizás él tampoco llegaría a esa anhelada parada.

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