🎨|Jungkook|🎨

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Vivimos porque estamos vivos, ¿no? Si nos ocurre algo bueno mientras vivimos, nos reímos; y si nos ocurre algo malo, lloramos.

Won Pyung Sohn

Almendra

Capítulo 2

Desde que Jungkook tiene memoria su casa siempre fue un lugar frío, no importaba si afuera el verano se apoderara del mundo, y las personas se detuvieran a comprar helado porque el sol caluroso brillaba en el punto más alto del cielo. Dentro, en aquel viejo edificio, los pasillos, cuartos y hasta el más diminuto sitio escondido era tan frío como si el invierno de todos los países del mundo se reunieran en un mismo lugar. El hombre barbudo del apartamento contiguo lo decía, y en palabras citadas "era una mierda que se caía a pedazos". Jungkook no decía malas palabras, sabía que no era correcto, pero sí que escuchaba y entendía, también entendía cómo funcionaba la humedad en lugares tan viejos y dañados. Por eso su hermano Jung Hyun siempre se encargaba de abrochar su suéter hasta el cuello, decía que así el frío no entraría y no se enfermaría.

Atrapar un resfriado nunca era buena idea.

Jungkook no puede recordar algún momento de su vida en el que su hermano no le ayudara a amarrar sus agujetas, a ponerse su uniforme o no lo tomara de la mano cuando ambos cruzaban la calle hasta la parada de autobús. Siempre le hacía una señal de que debía mantenerse en silencio cuando iban rumbo a la escuela y si algo pasaba siempre era el primero en llegar a ayudarlo. Para él, su hermano era el chico más inteligente del mundo, pues siempre le explicaba los problemas de matemáticas que no entendía.

En realidad, había muchas cosas que debía explicarle, Jungkook no entendía cómo esconderse correctamente cuando su padre llegaba enojado, tampoco sabía hacerse el desayuno, así que su hermano le preparaba sándwiches todos los días. Bueno, la verdad es que el pequeño Jung hyun de diez años tampoco sabía muchas cosas, pero Jungkook definitivamente le ganaba por creces, y además adoraba sus sándwiches de mantequilla de maní con mermelada.

La vida de ambos hermanos no fue sencilla desde el principio, y es que, aunque injusto sea, a veces, las personas que menos merecen sufrir son las más desdichadas.

Así eran las cosas, y ellos no tenían quejas sobre ello.

Y todas las veces que su maestra le preguntaba por qué faltaba tanto a clases Jungkook siempre le decía que se había enfermado o que estaba de visita en casa de sus abuelos. Unos abuelos que ni siquiera existían. Era bueno mintiendo y su hyung lo felicitaba por ello. "Mentir no es bueno Kookie, pero debemos hacerlo para seguir juntos, entonces no tenemos otra opción, pero cuando la tengamos entonces debemos elegir ser sinceros ¿entendiste? Solo hasta entonces tienes que aprender a fingir bien"

Jung Hyun era un buen maestro, el mejor si se lo preguntan, pero incluso había preguntas que nunca pudo responderle. ¿Por qué mami nunca sale de su cuarto? ¿Por qué ella no va a los festivales de la escuela?, él ha visto a otras mamás, ¿Por qué la suya no lo hace? ¿Por qué...?

Siempre había un porqué, pero a veces solo... bueno, no había respuestas.

(...)

El pequeño Jungkook era un niño muy inteligente, también era paciente y bien portado, trataba de no causar muchos problemas, pero seguía siendo un niño.

Los niños no pueden evitar ser eso, solo niños.

El día que se dio cuenta que no eran una familia normal había llovido, el aire estaba húmedo y olía a lluvia, a Jungkook le gustaba la lluvia, le gustaba saltar en los charcos y mover las ramas de los árboles cuando aún estaban cubiertos de agua. Esa mañana cumplía seis años, y su regalo de cumpleaños fue un pastelito de 1000 wons con un cerillo torcido encajado en el glaseado, una libreta de bolsillo para dibujar que su hyung con mucho esfuerzo le había comprado, haciendo mandados a los vecinos para juntar un poco de dinero y comprársela a Choi Dumbo, un niño de su clase que tenía las orejas un poco más grandes de lo normal, a Jungkook siempre le aparecieron graciosas, pero no le parecía gracioso que lo llamaran así, nadie debería burlarse de las diferencias de las personas, ni mucho menos ponerles apodos que los hacen sentir mal. Aunque a ese niño nunca le molestó el sobrenombre, incluso cuando se presentaba se llamaba a sí mismo con él. El caso es que su hermano le había comprado esa libreta a Choi Dumbo por 4500 wons, estaba usada y aún tenía algunos borrones de cosas que su anterior dueño había escrito y tontamente intentado borrar. Parecía una basura para cualquiera, pero para el Jungkook de seis años era lo más preciado del mundo.

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