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Maratón 1/2

Rindou miraba entusiasmado a su alrededor, sostenía fuertemente la mano de su hermano y la de Nahoya, ya que no sé quería perderse nuevamente

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Rindou miraba entusiasmado a su alrededor, sostenía fuertemente la mano de su hermano y la de Nahoya, ya que no sé quería perderse nuevamente. El lugar que habían visitado ese día era el zoológico, Rindou hace algunos días vió un documental sobre pingüinos en la televisión, había llorado a mares cuando una foca asesino cruelmente al padre pingüino de una pequeña cría cuando esté había ido a cazar alimento para su bebé.

Ran viendo la tristeza de hermano, no tuvo otra opción que mentirle, diciéndole que esos en realidad eran animales actores y que en realidad estos estaban vivos y se encontraban en el zoológico. El pequeño Haitani paró su llanto ante la declaración de su hermano, ahora feliz por saber que el pequeño pingüino bebé no se quedaría huérfano.

Entusiasmado Rindou le había insistido el ir al zoológico, no sin antes mencionar que invitará a Nahoya y Souya, ya que según el menor de los Haitani tenía mucho tiempo que no los veía (aunque ni siquiera habían pasado dos semanas desde la última vez que había visto a los hermanos Kawata).

Nahoya acepto feliz la invitación, siendo secundado por unos entusiasmados “¡LinLin!” Al otro lado del teléfono. Desde que Souya había comenzado a hablar no había parado, su segunda palabra fue un “Nana”, refiriéndose a su hermano y un vago “Lan que enorgulleció a Ran. Siendo Ran enseguida molestado por Nahoya, quien le decía “agradece que por lo menos no te dijo Anabelle por el susto que le sacaste”.

Pronto, los piecitos de Rindou se cansaron de caminar por todo el zoológico (aunque según Ran, no había dado ni veinte pasos), y pidió ser cargado por su hermano mayor, quien gustoso cargo al pequeño rubio acomodandolo en sus hombros para que esté pudiera observar mejor a todos los animales.

Souya por otro lado, se encontraba en la cangurera que Nahoya había llevado. Estaba mirando hacia enfrente moviendo sus piecitos y manitas con alegría, su chupon era succionado con fuerza y sus suaves cabellos azules eran mecidos por la brisa otoñal. Nahoya jugó con una de las manitas de Souya, siendo su dedo índice rápidamente aprisionado entre las pequeñitas manos del Kawata menor.

— Pelusita, mira ese es el camino para ir a ver a los pingüinos—. Ran llamo la atención de su novio señalando con una sonrisa un pequeño cartel que se encontraba a unos metros de ellos que tenía dibujado unos pequeños pingüinos.

— ¡Pingüinos!—. Gritó Rindou entusiasmado en los hombros de Ran. Tomo la coleta de su hermano con entusiasmo mientras la movía de lado a lado.— ¡Vamos Ran apresúrate!—. Ahora miró hacia Nahoya, para declarar seriamente—. Lala te voy a enseñar todo lo que aprendí del documental de pingüinos que ví.

Sin tiempo que perder, Ran tomo la mano de Nahoya para encaminarlos hacia la zona de los pingüinos. Está parecía ser bastante visitada, ya que había una enorme fila, en la que tuvieron que formarse para poder entrar. Ran acariciaba dulcemente la suave mano de su novio, cuando sintió algunas miradas sobre ellos, y de pronto algunos leves, pero entendibles murmullos se escucharon cerca de ellos. Llamando al instante la atención de Ran y Nahoya, ya que ellos parecían ser el tema de conversación de esas señoras.

Hermanos menores «Ranley & Ringry»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora