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Ran observó como por quinta vez, Sanzu picaba insistentemente la mejilla rechoncha de su hermano menor

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Ran observó como por quinta vez, Sanzu picaba insistentemente la mejilla rechoncha de su hermano menor. Rindou trataba de ignorar la presencia del de cabellos rosados, y seguir pintando con suma concentración el dibujo que le regalaria a Souya cuando volvieran a encontrarse.

El de trenzas había llamado a su amigo para que lo ayudará, aunque Sanzu desde que llegó no había hecho otra cosa más que probar la paciencia del Haitani menor, que cada vez parecía sentirse más irritado ante el dedo que picaba con insistencia su mejilla.

— ¡Ya déjame, cabeza de chicle!—. Exclamó Rindou cuando por culpa del amigo de su hermano, una pequeña línea de color azul salía fuera de la zona marcada para dibujar— ¡Ran dile algo!

El pequeño rubio con su carita roja por el coraje que le hacía pasar el que su dibujo ahora estuviera arruinado, señalaba con el ceño fruncido hacia Sanzu que en ese momento mostraba una sonrisa altanera en su rostro, mientras levantaba sus manos en gesto inocente hacia Ran.

Una de las cosas que más le gustaba hacer en este mundo a Sanzu, era fastidiar al pequeño Rindou Haitani, le causaba mucha gracia las caras que el niño hacia cuando veía que llegaba a su casa.

Rindou realmente detestaba a Sanzu.

— Sanzu, no molestas a Rindou—. Regaño Ran desde el otro lado de la habitación, mientras miraba por ratos nerviosamente su teléfono.

— Que fastidió, ya me quiero ir—. Se quejo Sanzu sin tomarle mucha importancia al regaño que le había dado Ran, estirándose todo lo que podía en el sillón de la enorme sala de la casa de Ran.

— Pues vete, tonto—. Le dijo Rindou con sus pequeñas cejas fruncidas aún enojado con el de cabellos rosados, mientras trataba de borrar lo más cuidadosamente posible la línea de que se había salido fuera del dibujo.

— ¿Qué clase de cosas le enseñas a tu hermano?

Ran suspiró cansado, todas las veces que Sanzu iba a su casa, terminaban en peleas entre su hermano y el mayor, no sabía cómo rayos Sanzu se rebajaba a pelear con un niño pequeño. Aunque Rindou no se quedaba atrás, estaba seguro de que una vez le había arrancado a Sanzu un mechón de cabello cuando lo hizo enojar de más. Desde ese día, Ran siempre tenía a ambos a la vista para que no se terminarán matando entre ellos.

— Se supone que te invite para que me ayudarás con Nahoya, no para que molestaras a Rin.

— ¿Eh?—. Sanzu volteó a ver a Ran, que a su vez lo miraba con el ceño fruncido—. ¿Qué le hiciste a la pelusa naranja?—. Preguntó está vez más interesado Sanzu, era muy raro que esos dos pelearán (para sorpresa de muchos eran una pareja realmente estable), por lo que saber que esos dos no se encontraban en los mejores términos en ese momento le causo una gran curiosidad.

Ya tenía un nuevo chisme para compartir con Muto.

— ¿Porque siempre asumen que yo soy el responsable de las peleas?—. Preguntó Ran indignado, Sanzu le devolvió la mirada con ojos entornados, mientras que Rindou aún seguía tratando de salvar el dibujo que le obsequiará a Kiki—. Está bien, está vez si fue mi culpa, pero me ofende muchísimo que siempre me vean como el culpable.

Hermanos menores «Ranley & Ringry»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora