Capítulo 28

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Arlet


El sol se asoma en el horizonte irradiando sus fuertes rayos ultravioleta que atraviesan la cortina dando un poco de luz a la habitación.

Despierto de golpe cuando la silueta de un hombre sale de la habitación cerrando la puerta de la habitación de golpe, el sonido no es tan fuerte como para que otra persona lo escuche, pero sí lo suficientemente fuerte para que yo lo oiga y me haga dar un salto en la cama. Sin pensarlo dos veces salgo detrás de él corriendo pero cuando abro la puerta para salir de la habitación, no está.

¡Desapareció! Digo para mi cuando veo el pasillo solo. Está un poco oscuro, pero no tanto para no poder ver.

Salgo por el pasillo tratando de no tropezar mientras camino de puntas haciendo el menor ruido posible. Para cuando llego a la sala de estar, está vacía. En la cocina no hay ruido. ¿Dónde está el extraño? ¿Dónde está Lyam y Samantha?. Pienso mientras camino.

La idea de estar sola en esta cabaña con algún extraño me comienza a asustar, pero de algún modo me llama la atención. Sigo caminando y llego a la entrada principal, veo a través de los cristales que tiene la puerta: dos carros. Un auto Scarp blanco está parqueado enfrente de la cabaña, la parte de la delantera está destrozada. El otro, es un auto Klurm de color rojo en buen estado.

Una puerta se abre y me espanto, corro lo más rápido que pueda y me escondo al lado de una planta que es lo suficientemente grande para poder ocultarme. Guardo silencio y observo. Un hombre sale, luego otro, y luego otro. Son tres hombres los que están aquí. Detrás de ellos sale Lyam con una sonrisa en la boca y por último Samantha. ¿Qué estaría haciendo ahí?

Me quedo paralizada del susto cuando veo que Lyam y el resto del grupo se dirigen hacia mí pasando justo por mi lado. Me llevo la boca a la mano para evitar salir un gemido de pánico cuando ellos salen de la cabaña. La puerta se cierra.

Es mi oportunidad. Pienso y me levanto con total seguridad. Doy unos cuantos pasos hasta llegar a la puerta y vuelvo a asomarme los cristales: Todos están viendo el auto que está destrozado en la parte delantera, mientras que uno de ellos luce preocupado. ¿Qué le habrá paso? Me pregunto. Aunque la pregunta que me debo de hacer en estos momentos es… ¿Quiénes son y por qué están aquí?

Corre. Me advierte mi mente. No espero más y camino de regreso a la habitación. Pero antes de adentrarme en el pasillo que me llevara a “mi habitación” una puerta abierta llama mi atención. Me dirijo hacia ella y por un momento olvidó que estoy arriesgando más de lo que debería, pero no me importa.  Abro la puerta más de lo que ya estaba para poder visualizar bien y lo que veo dentro de la habitación me provoca escalofríos, no… Terror.

Las piernas me comienzan a temblar, los latidos de mi corazón aceleran a tal punto que parece que fuera a explotar. Mi mente trata de procesar lo que mis ojos ven en este momento.

Me adentro en la habitación y contemplo las imágenes que están en la pared. Fotos mías, de Abril, Simon, Marcos y Sebastián. Todos colocadas en un orden en específico, como cuando la policía investiga a un grupo de criminales hasta dar con su paradero.

Un círculo pintado con rotulador rojo está dibujado sobre la imagen de Simon. Una línea de color negra dibujada también con rotular, traza de la imagen de Marcos a Sebastián, de Sebastián a Simon, de Simon a Abril y de Abril a mi. ¿De dónde sacaron estás fotos? Mirando detalladamente las imágenes, recuerdo el momento en exacto en el que esas imágenes fueron tomadas: Tomorrowland, pero… ¿Porqué Derek no está en ninguna de las fotos si él también estuvo allí? ¿Porqué su foto no está colgada en la pared junto a la de nosotros? ¿Qué está pasando? ¿Qué quieren hacer con nosotros?

—Espera, creo que lo dejé aquí adentro— una voz masculina proveniente de las afueras de la habitación me hace saltar del susto. Viene alguien. Pienso sin saber muy bien que hacer, ni para donde correr, opto por escódeme debajo del escritorio que hay en esta habitación. Sin hacer ruido, me agachó y pegó mis rodillas a mi pecho , abrazándolas con mis brazos.

Por debajo de la mesa puedo ver los Zapatos de las persona que está parado al otro lado. Son unos zapatos Skopp color negros sin cordones. La persona comienza a moverse hacia el lado derecho de la mesa donde se encuentran las gavetas, abre una y de ahí saca algo… un celular, vuelve a cerrarla y sale de la habitación cerrando la puerta detrás de él. Dejo escarbar un suspiro que no sabía que estaba aguantando cuando lo único que se escucha es nada. Salgo del pequeño escondite y vuelvo a mirar a mi alrededor, vuelvo a sentir temor por lo que estén planeando. Desearía haber traído el celular conmigo para poder tomarle unas cuantas fotos a esta locura.

Vuelvo a mirar hacia la pared en donde están colgadas las fotos, todavía no entiendo nada de lo que está aquí dibujado. ¿Estaré segura aquí? No lo sé, pero tengo que avisarle a alguna persona por lo que me pueda suceder y quién mejor que Abril.

Un sonido de una vibración proveniente de una de las gavetas del escritorio llama mi atención. Dudo un momento en mirar que es, a estas alturas dudo en que lo pueda encontrar, aún así lo abro. En el interior de la primera gaveta hay un desorden de  papeles,  algunos lápices, algo de dinero y una billetera. Pero no está el objeto que vibra, así que la cierro.

Abro la gaveta de abajo, donde hay un arma y al lado, un móvil en donde se refleja el nombre de… ¿Derek? ¿Por qué Derek está llamando a este móvil ¿ Y ¿A quién pertenece este móvil?

Tomo el móvil y con mi mano y lo volteo para verlo mejor. Es un perphone. Retiro la funda de color negro que cubre el móvil y un pequeño objeto cae al suelo. Una foto. La foto que estaba guardada en la funda del móvil, ahora reposa en la alfombra de la habitación. La recojo y veo a dos personas: Lyam y yo cuando habíamos cumplido nuestro primer mes de novios. Habían pasado exactamente seis meses desde esa foto.

Este es móvil de Lyam. Pienso. ¿Porqué Derek está llamando a Lyam? Claro… Ambos son mejores amigos. Pará salir de dudas, contesto antes de que termine la llamada.

—¿Hola? —digo, imitando una voz de hombre.

—Lyam ¿eres tú?

—Si, si. ¿Qué pasa? —respondo. Cruzo los dedos para que me crea completamente.

—El alce sigue vivo.

—¿Qué?

—Si, la misión falló—añade él preocupado—Simón sigue vivo.

Se me torna la piel de gallina. ¿Qué le querían hacer a Simón?

—¿Querían matar a Simón? —digo esta vez con mi voz real mientras suelto su sollozo.

—¡Mierda! — dice y termina la llamada.

¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué quieren matar a Simón? ¿Por qué Derek no está en las fotos que están colgadas en la pared? No lo sé, tampoco podría descubrirlos ahora. Mucho menos yo sola.

Arlet - (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora