*** Narra Yaiza ***

Llegamos a un pequeño pueblo descolorido que inspiraba tristeza, además de desconfianza. 

La gente de aquí era muy sencilla y vestían harapos malolientes, además de que la mayoría de todos ellos traían sus manos llenas de tierra al igual que los rostros de la mayoría de ellos.

Entramos a un pequeño y modesto establecimiento, donde una mujer anciana y un niño nos miraron con el ceño fruncido. 

-Dos ordenes de la comida del día -dice Meritxell con frialdad 

-¿De dónde vienen? -pregunta la anciana 

-Eso a usted no tiene porque importarle, vamos a comprarle comida, eso es todo 

-Ya veo, vienen escapando de alguien 

-No, en realidad solo somos unas amigas aventureras -le digo a la anciana -Nos han dicho que la comida de aquí es riquísima y hemos venido a comprobar que sea verdad

-Ya veo -dice la anciana mientras se limpia los mocos con el dorso de la mano 

-¡Ay por Dios! -susurro horrorizada

Si eso hace frente a sus clientes ¿Qué hará cuando no la están viendo?

-Tranquila, mi abuela solo se encarga del dinero, soy yo quien cocina -dice el niño de unos diez años, mientras se sube a un banco y sirve la comida en dos moldes 

-¿Cuantos años tienes? -le pregunto 

-¿Qué te importa cuantos años tenga? -me dice Meritxell con fastidio 

-Pues me sorprende que un niño de su aparente edad esté trabajando tan duro, podría quemarse o algo -digo preocupada 

-Tranquila, sé lo que hago -dice con seguridad mientras empaca los moldes, sirve dos bebidas, agrega los cubiertos y nos entrega todo en una bolsa de plástico -Dos ordenes listas 

-¿Cuál es tu nombre? -le pregunto al niño 

Meritxell solo suspira con irritación y le paga a la anciana. 

-No seas tan curiosa extraña -me dice el niño con una sonrisa -¿No te han dicho que no debes de hablar con los extraños a pesar de ser tiernos? 

-Por favor... ¿Qué podrías hacerme? -le pregunto riendo 

De pronto los ojos del niño me miran sin pestañear y de la nada, todo el local se desvanece a mi alrededor, también desaparecen Meritxell, la anciana y el niño. Todo se ha vuelto oscuro y no importa a donde mire o camine todo está envuelto en una completa negrura y un silencio terrorífico. 

-¿Hola? -susurro asustada -Esto no es gracioso 

De pronto me veo cayendo de picada, siento el viento que me golpea fuertemente, como si me hubiera lanzado en paracaídas.

-¡ALTO! ¡ESPERA! ¡PARA POR FAVOR! ¡NO QUIERO MORIR! -grito desesperada mientras las lágrimas brotan de mis ojos 

La velocidad con la que mi cuerpo se está desplomando de los aires es terrorífica, sobre todo porque no traigo el maldito paracaídas que evitará que me estrelle en el suelo con una muerte más que segura. 

-¡BASTA! -el grito firme y poderoso de Meritxell me traen de vuelta a la realidad

Estoy en la cocina temblando y con las mejillas húmedas por las lágrimas. Miro a Meritxell y había arrojado al niño a un lado del local y a la anciana la tenía alzada en el aire sin siquiera hacer contacto directo, solo la palma de su mano está sosteniéndola a lo lejos. 

-Ella preguntó que podría hacerle alguien como yo y solo se lo mostré -dice el niño mientras se ríe y se pone de pie 

-Pues ya lo hiciste

-Deja a mi abuela, ella no puede defenderse 

-Jura por tu magia y honor que la comida está limpia y que no nos hará ni el más mínimo daño 

-Juro por mi magia y mi honor que la comida está limpia, pueden comerla sin peligro ni desconfianza -dice mientras levanta la mano derecha para hacer el juramento 

-Bien 

Meritxell suelta a la abuela que se desploma en el suelo y comienza a gritar como loca, para insultarnos. 

-Basta ya -dice Meritxell con la mirada firme y aterradora 

La anciana se traga sus palabras con dificultad y se va.

-Ni una sola palabra de este encuentro -dice Meritxell 

-¿O si no qué? -dice desafiante el niño 

-No trates de intimidarme, tu magia blanca está muy por debajo de la morada -dice mientras le muestra como rayos morados y purpuras salen con esmero y retumban por el lugar 

El niño se hinca en una rodilla y agacha su cabeza. 

-Maestra -dice mientras forma una extraña figura con sus manos 

-Haces un buen trabajo con la ilusión, sigue trabajando en eso -dice Meritxell 

Saca una especie de moneda de oro y se la lanza, el chico logra atraparla en el aire y sonríe entusiasmado. 

-Adiós -dice Meritxell mientras se da media vuelta y se va sin decir nada más 

-Tú eres un ser jodidamente peligroso -le digo mientras le saco la lengua y voy detrás de Meritxell 

-¿De verdad le has sacado la lengua al niño? -me pregunta ella 

-Me ha parecido el insulto más adecuado para su edad -me defiendo 

Meritxell se ríe y sigue caminando, para adentrarse en el bosque. 

Se para al centro de un campo que está despejado y me tiende la bolsa con la comida, yo la tomo sin problemas y espero para ver que es lo que tiene pensado hacer. 

Camina unos pasos alejándose de mí, después alza sus manos con fuerza y concentra las palmas de sus manos hacía los enormes arboles que están alrededor, hace como si estuviera sujetándolos con fuerza y jala de ellos. 

Sorprendentemente los enormes arboles se desprenden de la tierra arrancándose con todo y sus gruesas y pesadas raíces. Con sus manos controla los arboles llevándolos al centro en el cielo y descarga una estruendorosa pero hermosa ráfaga de rayos morados con otras tonalidades purpura, haciendo que todo nuestro alrededor retumbe con gran estruendo. 

Miro y veo como empieza a formar una mesa y dos sillas con apariencia muy cómoda y refinada. Destruye todos los sobrantes y deposita con delicadeza los muebles sobre el césped. 

-No puede ser posible -digo sorprendida 

-¿Qué? 

-¿Acabas de formar una mesa y dos sillas con dos troncos gigantes que tu misma arrancaste?

-Sí 

-Eres tan poderosa 

-No es nada

-¿Qué no es nada? Por favor, eres demasiado modesta, realmente tienes un talento para la magia envidiable 

-Ya vamos a comer, al parecer es demasiado fácil sorprenderte con cualquier cosa 

El demonio de pétalos de rosaWhere stories live. Discover now