30.- ¿Así se siente?

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Día 30/Primera Vez

Peter Parker.

El sonido de la tormenta y las gotas golpeando en el ventanal de la torre nos acompañaron, tú mirándome para que te permitiese tocarme, yo asentí, cediéndote el control de mi cuerpo, entregando mi alma y corazón a ti, teniéndome ante ti, desnudando todo lo que era como muestra de la confianza que te tenia.

—No tengas miedo... —Susurraste.

Yo te sonreí, para que supieras que no lo tenía, no te temía a ti, tú ya eras el lugar seguro al cual corría cada día cuando el miedo me rodeaba. Todo se desvanecía cuando el sonido de tu voz inundaba a mis sensaciones.

Colocaste tus manos sobre mis caderas y las sensaciones nerviosas se pusieron en marcha, la rasposidad combinándose con la suavidad de mi piel, la delicadeza con la que recorrías y descubrías cada parte de mí.

Te metiste entre mi cuello, dejando besos y provocándome gemidos que ahogaba. Me permití tocarte, y fue cuando supe que no era el único nervioso, sentí el efecto en tu cuerpo con mi roce. Acaricie tus brazos, los baje por tu torso acariciando, lo cual fue satisfactorio para ti, cuando en ese momento tomaste mis manos y las pusiste sobre mi cabeza.

—Desestabilizas cada parte de mí. —pronunciaste antes de besarme, de que mi lengua danzara a la par de la tuya, mientras tu cuerpo se posicionaba sobre mí, tus manos volviendo a recorrerme y nuestros nombres siendo pronunciados entre gemidos y jadeos.

Comenzaste a prepararme, sintiendo la combinación de dolor y placer me permití viajar al camino recorrido a tu lado, mi bálsamo, mi refugio, siempre siendo esa cuerda y calidez que me impulsaba a creer en mí mismo.

Desde nuestros momentos en el taller, en la azotea cuando solíamos salir a vislumbrar el cielo y solo ser tú y yo, sin testigos, aquellos días donde tú corrías tras de mi cuando hacia alguna travesura, y sin omitir las peleas en las noches cuando veíamos alguna serie y accidentalmente se me soltaba decirte como terminaría.

Fue en aquellos días donde era evidente que te amaba, donde podía ser tomado en serio como un adulto, y ser consentido como si fuese un pequeño, me hacías sentir un alma libre entre tanto encierro, fuiste aquel sabor a libertad que no conocía.

Y en aquella cama, mientras mi respiración se agitaba y tu mirada se dilataba, posicionándose para unirnos, no evite pronunciarlo.

—Te amo —lo solté, y tu mirada se intensifico más, te abalanzaste sobre mí para besarme, y cortando el beso, me correspondiste.

—Te amo. —Y sonreí, mis latidos se estaban sincronizando con los tuyos, mi alma se enlazaba a la tuya.

Y una vez que unimos nuestros cuerpos, y el vaivén aumentaba de velocidad, supe que no necesitaba nada más que no fueses tú.

Mi genio, millonario, filántropo y narcisista hombre de hierro, me comenzaste a tener a tu merced, y yo estaba feliz con eso, te amaba, lo hacía desde antes, y no me arrepentía de ninguno de mis errores de vida, porque todo me había llevado a ti.

Cuando el placer nos terminó cubriendo a ambos, caíste sobre mi pecho, subí mis manos hasta su espalda y te abrace, trataste de hacerte a un lado, y lo impedí, no quería soltarte, y sé que tampoco querías hacerlo.

Ahora te pertenezco, han pasado años desde aquella primera vez, y cada que te miro, aun siento el amor crecer entre ambos,

¿Así se siente, no? Creo que sí, así es como se siente el amor. 

 

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Tony & Peter | Starker | Antología. Where stories live. Discover now