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El timbre de su celular sonó con insistencia, aún con rastros de saliva en su rostro y cansancio, se levantó para apagar la molesta alarma, debía hacerse el hábito desde ahora de levantarse temprano y no desvelarse como solía hacer en vacaciones.

Su rutina diaria consistía en lavarse la cara, cepillar sus dientes y peinar su lacio cabello, después cambiaba su pijama de autos de carreras a un atuendo de su closet, optó por algo casual y cómodo, aún quedaba mucho tiempo para entrar a la universidad no quería ser tan estricto con sus propias comodidades, al terminar caminó a la cocina integral con más de una docena de estantes, condimentos y un gran refrigerador que le duplicaba en tamaño.

Sonrió satisfecho al terminar su desayuno conformado por una ensalada de manzana y arándanos rojos, un huevo frito y pan con jugo de mora, siempre fue un amante de la cocina, disfrutaba cada paso para preparar un platillo.

La mayor parte del día pasó abriendo las cajas de mudanza y poniendo todo en su respectivo lugar, cuando el cielo se oscureció fue al balcón, solo llevaba dos días ahí y ya se declaraba enamorado de la vista, la brisa pasando por su cabello lo relajaba, sentía que podía volar si cerraba sus ojos y tocar las suaves nubes...

Salió de su imagen mental al escuchar un estruendo en la habitación del lado, más específica la izquierda y una voz pesada —¡Eres un tonto casi te ve! —susurró el desconocido.

¿Me estaba espiando?... ¿Quien es?. Pensó el chico de cabello azul.

𝙀𝙡 𝘾𝙝𝙞𝙘𝙤 𝘿𝙚𝙡 𝘽𝙖𝙡𝙘𝙤́𝙣/Iideku Where stories live. Discover now