La cacería del rey

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Por: 

LYSANDER.

La mansión frente a nosotros me recordó a un lugar que no había visitado nunca, un enorme y antiguo palacio con miles de recovecos, con una estructura finamente cuidada para enaltecer la imagen de cada rey que había habitado.

Incluso si ese no era claramente el caso, la reminiscencia era esa.

—Repíteme lo que dice la invitación.

Astra rebuscó en la guantera, el pelo se le cayó en el rostro y recoloqué el mechón detrás de su oreja.

—Lysander Sinester y Astra Beltrán, han sido elegidos para participar de la tradición anual Revival —le agregó un aire teatral—. No mires así, es Halloween, será divertido.

—Este pueblo ni siquiera está en el mapa.

—Es todo marketing, vamos, si pasa algo malo, yo te protejo.

La idea seguía sin convencerme, pero Astra se veía tan emocionada que no pude negarme.

Un hombre alto y taciturno pidió las llaves para estacionar el auto. Apenas le di una mirada más antes de que ella tirara de mí escaleras arriba.

En la entrada, una escultura de Némesis se alzaba desde una fuente.

En el vestíbulo nos recibió una pelirroja con una gran sonrisa, llevaba un vestido y zapatos del mismo color, como si fueran parte de su personalidad.
Tenía una fuerza magnética que era casi peligrosa.

Entrelacé mis dedos con los de Astra.

—Soy Ángela, seré una de sus anfitriones esta noche.

Presté atención a los pasos del joven que bajó las escaleras, muy lejos podía escuchar los murmullos de una fiesta, detrás de él, sobre las escaleras, ventanales que dejaban ver un bosque inmenso y oscuro, en contraste con su traje de un dorado pálido, tenía ese mismo aire extravagante de su compañera.

—Él es Víctor.

—El gran anfitrión de la noche —se presentó a sí mismo.

Su compañera rodó los ojos ante su teatralidad, pero enseguida volvió a su sonrisa.

—Nosotros somos Astra y Lysander...

Antes de que mi prometida pudiera encontrar las invitaciones, el rubio la detuvo. La pegué más a mi cuerpo.

—Sé quiénes son —la interrumpió quien se había presentado como Víctor, luego sonrió para relajar la intensidad de su comentario—. Por eso decidimos enviar las invitaciones.

—Felicidades, ¿cuándo es la boda?

Tardé un momento en entender el comentario de la señorita Ángela, Astra les enseñó el anillo en su mano izquierda, y ella lo observó con detalle.

—Es en un mes —explicó—. Ya no falta nada...

Ellos intercambiaron una mirada extraña, y Astra me dedicó otra, enarqué una ceja y ella me respondió con una negativa.

"Todavía estamos a tiempo de irnos", le recordé.

"Olvídalo".

—Perfecto, entonces, señor Sinester, acompáñeme —me indicó Víctor con un ademán.

—Bueno, nosotros...

—Tranquilo, la devolveremos sana y salva. —La señorita Ángela se veía divertida con mi preocupación—. Es una sorpresa.

Antología: Criaturas de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora