𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐: ¿𝐏𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́ 𝐧𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐦𝐢𝐠𝐨?

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Se me da fatal escribir sobre mi misma y mis vivencias, aún más si se tiene en cuenta que todo lo que diga aquí va a ser leído por él y la idea de que pueda echar un vistazo a lo que hay dentro de mi cabeza es un poquito intimidante... Y aterradora.

Me cuesta recordar cómo fueron los días en el colegio porque me aburría, pero al mismo tiempo era una forma de mantenerme ocupada. Ahí dentro podía olvidarme de lo problemas que había fuera por un par de horas y centrarme en lo que era ser una adolescente medianamente normal... Creo.

Siempre había algo pasando con mis compañeros de clase. Risas, alguna pelea, todos intentando sobrellevar lo aburridas que podía ser las clases y lo larga que se sentía la tarde. Luego estaba Andrés y sinceramente voy a decir que yo lo miraba más de lo que me gusta admitir.

Me fijaba en su forma de hablar y como dejaba ir alguna que otra broma, también me gustaba ver como fluía con las tonterías del grupo y se dejaba llevar, pasaba de estar metido en lo suyo a ser uno más de nosotros y quizás eso hizo que me interesara más.

Creo que me gusta alguien. —le mencioné a mis amigas. Estábamos sentadas en un rincón de la terraza disfrutando del descanso antes de retomar de nuevo las clases.

No sé, fue raro decirlo en voz alta y la reacción en mis amigas me hizo darme cuenta que no era la única en pensarlo.

—¿A ti? —preguntó una de ellas con humor.

—¿Es alguien del colegio? —preguntó otra.

—Puede ser...

—Es ese chico nuevo, ¿A qué sí?

—¿Qué chico nuevo? —pregunté como quien no quiere la cosa pero Marlene, una de mi cuadrilla hizo uno de esos ruiditos incrédulos con la boca.

—El que te pasas mirando todo el día.

—Eres una estúpida —le dije con un medio empujón que la hizo reír. Vale, me había echado de cabeza al agua y mis amigas lo sabían.

—Eres muy obvia.

—Es una zorra muy obvia.

—Al menos esta zorra obvia no tiene mal gusto. —me defendí. 

—Bueno, yo no estaría tan segura de eso... —volví a pegarle pero esta vez me lo devolvió y me quejé por el golpe. 

—No es para tanto...


Suspiré.


Ese no era el problema, es que yo sabía que no era reciproco. Entre más me esforzaba por acercarme, más me daba cuenta de esto. Intentaba hablar con él, molestarlo un poco y meterme en su burbuja, pero no conseguía mucho, de hecho, estaba segura de que no le agradaba.

Cuando eres una adolescente todo parece el fin del mundo y esto sumado a tener problemas más grandes de los que puedes contar... Bueno, lidiar con el rechazo es bastante difícil. Yo me lo tomé como un reto personal, más allá de querer que me quisiera, estaba empeñada en agradarle.

¿Y por qué no? Soy divertida.

Todo el mundo lo cree, todo el mundo lo ve, ¿Por qué él no lo haría?

No iba a ser una excepción cuando no había nada mal conmigo.

Me gusta hacer reír a las personas, si el pusiera solo un poquito de su parte podríamos ser amigos, estaba segura.

La única persona a la que quiero gustarle no quiere lo mismo.

¿Por qué es tan fácil relacionarse con cualquier persona menos yo?

Ni siquiera cuando me sentaba detrás suyo en clase y trataba de hacerle conversación. Hablarle de cosas, intentar hacerle reír. Nada. Podía estar tirando de su pelo y ni siquiera se inmutaba.


Que idiota más frustrante.


Quizás mi problema siempre fue que lo que él estaba ofreciendo no era suficiente. Yo quería más porque eso estaba dispuesta a ofrecer y mis esfuerzos no parecían hacer ningún efecto en él, entre más lo intentaba, menos conseguía; lo detestaba. No sabía que había de especial en él que no podía solamente ignorarlo o ser como cualquier otra persona; otro compañero de curso con el que compartir risas ocasionales.

Siempre he sido del tipo al que no le importa lo que los demás piensen, me gusta ser como soy y las opiniones al respecto no me atraviesan, ¿Por qué me importaba tanto la suya? Es un chico tonto como cualquier otro que no me conoce y no quiere conocerme, ¿Qué más da? No es el primero y no será el último, ¿Verdad?

De ser tan fácil no estaríamos aquí y yo no estuviera contando esto.

Muchas veces me dije a mi misma que no importaba, no se me iba a meter debajo de la piel, yo podía ignorarlo en cualquier momento, mostrarle que no era tan especial y que yo podía ser incluso peor que él.


Como quise odiarlo. 

Tύ oтrα vez.Where stories live. Discover now