𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑: 𝐂𝐚𝐦𝐛𝐢𝐨𝐬 𝐢𝐧𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬.

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Conocí a quien sería mi primer novio de forma graciosa.

Recuerdo que estaba esta chica en mi clase un poco rara que conseguía ponerme de los nervios si pasaba mucho tiempo con ella, pero en pequeñas dosis me parecía divertida. Le gustaba él, pero el problema era que a ella le gustaban todos.

—¿Por qué no se lo dices y ya? —le pregunté, empezando a exasperarme con sus tonterías.

Estábamos de pie fuera del salón de clase y ella no dejaba de mirar a este chico dos cursos más adelante que conversaba con sus amigos en el pasillo.

—Porque no soy como tú, a mi me da vergüenza. —me respondió, recuerdo esta conversación porque siempre me ha hecho mucha gracia lo cambiante que puedo ser. Es así, a mí no me cuesta nada, yo nunca he sabido ponerme un filtro entre lo que pienso y digo y solo voy de cabeza por la vida. —Además es como si me huyera siempre que me le acerco. —no me sorprendió esto, quiero decir, podía ser bastante intensa cuando se lo proponía y yo sé una cosa o dos de intensidad.


—Yo lo hago. —propuse como si no fuese la gran cosa. Bueno, no lo era.


—¡¿Qué?! ¡NO! —ella intentó empujarme de vuelta al salón como si eso fuese a detenerme de alguna forma, pero me las arreglé para volver a salir.


—¿Por qué no? No es para tanto, espera aquí —le dije. Estaba dispuesta a hacerlo por ella, así como hacíamos de niños, soltar el típico "Oye, le gustas a mi amiga" y conseguirle un tirón de pelo o un beso en la mejilla y el felices para siempre. Más o menos.

No me costó, llegué ahí sin más y se lo dije, aunque a él no parecía entusiasmarle mucho la idea y su conversación conmigo fue sobre cualquier otra cosa.

Ahora que lo pienso su situación fue un poco parecida a la mía. Querer a un chico que no te quiere de vuelta y quien ni siquiera reacciona al tenerte cerca, la diferencia es que ella pasó página bastante rápido y yo gané un amigo que con el tiempo se convirtió en algo más.

Andrés seguía ahí sin mostrar ningún tipo de interés y yo aún lo molestaba ocasionalmente, pero no era lo mismo. Ya no me centraba en él y poco a poco fui queriendo a alguien que me quería de vuelta, me apoyaba y me ayudaba a distraerme de mis problemas, alguien que me hacia sentir más que frustración constante y ganas de darle una patada en los bajos.

Dice que le hablé de él, aunque yo no lo recuerdo. Puede ser verdad, la historia de como intentaba ligarlo a mi amiga y terminamos enamorados era un poquito bizarra, aunque no me sorprendería si en algún punto lo hice para obtener una reacción de él.


Entonces se fue.


Un día sin más él ya no volvió.

Y recuerdo cómo nos había dicho que quizás viajaría a otro país, pero aun así fue extraño ver su asiento vacío. No recuerdo si llegué a experimentar el sentimiento de perdida los días siguientes, y nunca fuimos lo suficiente cercanos como para saber algo de él al principio de su ausencia así que después de un tiempo solo quedó asumir que por las razones que fuera ya no volvería.

No se despidió y quiero resaltar esto porque dolió un poco que desapareciera sin decir nada. No me lo debía, a ninguno de nosotros, pero se marchó sin decir nada.

Las personas vienen y van y todo el tiempo, no era el primero en dejar el curso y ciertamente no sería el último. Seguimos siendo los mismos, con las mismas clases y bromas tontas. Los horarios no cambiaron, a nadie le crecieron cuernos, todo seguía igual.

Tύ oтrα vez.Where stories live. Discover now