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Nadie nunca mencionó que los finales debían ser felices, y es que, solo deben ser finales, tal y como los de cualquier hombre en la faz de la tierra.

O eso se hacía creer Preston Barnes cada que veía a su hermano divagar por las noches, con algo de angustia penetrando su cuerpo, con el dolor insuperable de la perdida, y muchas otras penas que lo perseguían. Preston se pensaba que lo de su hermano era una etapa, la negación, pero el tiempo seguía pasando, y Kislev continuaba estancado. Sin importar el esfuerzo por ocultar lo que sentía por dentro, que lo destrozaba, el intento salía fallido, porque Preston se daba cuenta.

¿Vivirá toda su vida lamentándose?, pensó Preston una noche cuando le vió entrar al balcón. Y le siguió a paso lento.

—¿Vas a salir?—le preguntó Kislev cuando escuchó sus pisadas.

—En efecto—asintió Preston, se acercó a Kislev y recostó su espalda en el hierro del balcón—, pero antes de salir de este alucinante recinto, me pregunté a mí mismo, si tú querías ir.

Kislev alzó una ceja, interrogante.

—A Dearborn —continuó el chico—. Sé que no te causa ningún tipo de emoción ver autos y gente mediocre creyéndose dueños de esta efímera existencia, a mí tampoco me agrada en lo absoluto.

—¿Entonces porqué razón vas?

—Oh, vamos, tú sabes mis razones.

Kislev entrecerró los ojos, analizando a su hermano.

—La chica—dijo un segundo después.

—Es correcto.

—En ese caso, bien por ti, Newton, pero no me apetece ir—con eso dió por terminado el convencimiento de su hermano, y buscó un cigarrillo para encenderlo.

Hubo en pequeño silencio, hasta que Preston soltó, con voz molesta, lo siguiente:

—Carajo, que solo intento sacarte de esta mierda, Kislev. No haces más que pasarte el día pensando en ella, o vas y matas a cualquiera, sales por horas a hacer seguramente nada porque prefieres estar alejado, que en casa, ¿sabes todo lo que ha llorado Mina porque al día ni le diriges la mirada? Maldita sea, pareces estar muerto en vida.

Kislev ni parpadeó al escuchar las palabras, ¿el que había hablando era su hermano? ¿Que no era este la personificación de los buenos modales? ¿O estaba tan enojado por la vida que llevaba el mayor de los Barnes que, tuvo que decir tantas insolencias de golpe?

—Salgo a trabajar, Preston. Y que Mina sea una sensible de mierda no me hace a mí aún más monstruo.

—No entiendes el punto—negó este—. Y no mientas, con la fortuna de que te cargas no necesitas trabajar, ¿o haces trabajos sucios?

—Por pura diversión—sonrió el chico, enfocó su cigarrillo y por fin le pudo dar una calada.

—Solo quiero que mi hermano sea...

No terminó la frase, ¿qué podía decir? Si hasta para el mismo Preston, la palabra feliz era irracional, no existía tal cosa cuando la humanidad se bastaba con ilusiones falsas para sacar, aunque sea, una sonrisa. Todo era un efecto colateral de las ilusiones, porque al final, nadie, absolutamente ninguna persona, era del todo luz y alegría; sino personas reales, con problemas, crisis, muertes, y continúo caos. Entonces, cuando el sol se escondía, solo quedaba por decir: somos humanos.

Blut - [Más allá del infierno]Where stories live. Discover now