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Estuve a un movimiento de estampar mi cara contra el suelo cuando Thea me abrazó por detrás, su pecho impactó contra mi espalda y sus brazos rodearon mi cuerpo.

— ¡Virgen santísima, Devon! ¡Por fin te encuentro!—gritó, muy cerca de mi oído.

Temblé cuando se separó.

—La profesora Maslow quería hablar conmigo después de clases —le expliqué. Ella se dispuso a caminar junto a mí hacia los casilleros—. Me dijo algo sobre un combate de ajedrez contra otro instituto.

—Oh, eso es genial, señora cerebrito —subió y bajó sus cejas de forma divertida—. ¿Será esta la oportunidad para conquistar a tu macho?

Me detuve de forma abrupta cuando escuché esas palabras salir de su boca.

—No digas esas cosas en voz alta, Thea—mis mejillas se calentaron—. Si alguien te llega a escuchar...

—No sería el fin del mundo, tranquila.

— ¡Lo sería para mí!

—Tú tranquila, yo nerviosa —una sonrisita se marcó en sus labios—, pero cuéntame ¿combate de ajedrez, eh?

Retomamos el camino y me detuve en mi casillero, mientras abría la cerradura le respondí:

—Sí, un combate de ajedrez, pero solo me escogió a mí como plato de segunda mesa porque Preston le rechazó la oferta.

—Qué raro, el listillo rechazando cosas de nerds.

—No es extraño—negué metiendo algunos libros en el interior del casillero.

—Eso no lo sabes, ni siquiera le hablas para saber cosas de él.

—Sé cosas sobre él, Thea, ¿quién te crees que soy?

—Bien, lo que tú digas—musitó ella.

Dios, ¿quién no iba a saber, aunque sea, una mínima cosa sobre Preston Barnes? Ese chico hacia suspirar a medio maldito instituto con solo una mirada, volvía loca a las hormonales, a las vírgenes, hasta a la más mojigata escondida en las rejas de la cafetería. Así que, saber nada de él, significaba saber algo de él.

— ¿Para qué me buscabas?—le pregunté a la chica, cerrando por fin el casillero, no eran ni la una de la tarde y mi cerebro se encontraba agotado.

—Oh, por un momento lo olvidé—sonrió y sus ojos se achicaron—. Isaac está organizando una fiesta en su casa...

—Lo que sea que vas a pedir, la respuesta es no.

—Vamos, Devon, no seas así, tú eres mi amiga—un ridículo puchero se mostró en sus labios, el simple gesto me hizo sonreír—. ¿Ves? Hasta sonríes.

Para Thea Michigan, un no como respuesta pertenencia a los términos perdidos de su diccionario. Ella, como muchas mujeres que saben lo que quieren, trataba de buscar cualquier hilo para que la parte contraria se viera envuelta con unas simples palabras... al final cumplía su objetivo.

En otros modos de explicar, a eso se le llamaba: Manipulación, según yo.

—Bien, ¿y qué es lo que quieres?

Sus orbes color café comenzaron a escudriñar mi rostro. Y esa sonrisa perversa que ponía cuando planeaba algo macabro se reflejó en sus rosados labios.

—Nada del otro mundo —me cogió por el brazo y caminamos fuera de los pasillos del instituto, no quedaban muchos estudiantes a los alrededores—. Te decía que, hoy habrá una fiesta en la casa de Isaac, y como invitó a medio instituto...

Blut - [Más allá del infierno]Where stories live. Discover now