Izuku era un chico con una difícil y dura enfermedad mental, tanto, que tuvo que intentarse en un hospital psiquiátrico.
Eijiro también, era un chico tan feliz que tenía un pasado y pensamientos tan oscuros que lo carcomian lentamente.
Internarse en...
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Izuku
Me encontraba caminando por los pasillos del psiquiátrico hacia el baño. Iba solo, y no había nadie rondando por ahí. No mentiré, me parecía muy tétrico.
Hice mis necesidades, cuando iba saliendo del baño escuché unos murmullos y me quedé allí, queriendo saciar mi curiosidad.
—¿Qué? —pude reconocer la voz al instante, era la de Aizawa-san.
—Esa chica logró escapar, no sé cómo, pero debemos poner más seguridad si no queremos que cosas como estas vuelvan a pasar —habló Toshinori-san.
¿De quién hablan?
—Las cámaras lograron captarla, debemos avisarle a la policía nuevamente. Es un peligro.
Ubo un rato en silencio, me debatí entre sí debía salir o no.
—Tsukauchi —el silencio fue interrumpido por la voz de Aizawa—. Lamento las molestias, pero necesito que pongas una orden de captura para una paciente que logró escapar.
Esto era grave, al parecer.
—No... Su nombre es Shigaraki Kaede.
Al escuchar ese nombre mi corazón se detuvo por un segundo.
—N-no puede ser posible —mis rodillas cedieron y caí al suelo, lastimandolas.
Las voces se escuchaban lejanas, mi visión se tornó borrosa. Sólo podía escuchar los latidos de mi propio corazón en mis oídos. Las ganas de vomitar se hicieron presentes, al igual que la falta de aire.
Comencé a hiperventilar. El aire no llegaba a mis pulmones, las náuseas se hicieron más notorias, mi corazón latía extremadamente rápido.
Si ella escapó pondría en peligro a mi madre y a mi padre.
No puede ser que haya podido irse.
Puede matarme a mi también.
Ella me destruyó la vida.
Si ella llegase a hacerle algo a mi madre la mataría.
—Midoriya —una voz me trajo de nuevo a mi cuerpo. Ni siquiera me di cuenta que estaba llorando hasta que él deslizó una lágrima que caía por mi mejilla—. ¿Estás bien? ¿Que te ocurre?
—Ella escapó... —mi voz apenas salía de mi garganta.
—¿De quién estás hablando? —su rostro estaba torcido en preocupación y confusión.
—D-de Kaede —un dolor invadido mi palma, tampoco me había dado cuenta que estaba clavando mis uñas allí.
—¿Qué? ¿Cómo la conoces? —sus ojos se abrieron como platos en gesto de sorpresa.
