Capítulo 2

69 4 0
                                    

Comer con mis padres me relajó bastante, al principio había estado bastante tensa, sobre todo mientras mi madre me hacía la cura y yo tenía que mentirles sobre como me la había hecho y por donde había andado, no quería mencionar nada de lo que pasó, a si que simplemente les dije que fui hasta mi antigua cabaña y me quedé encerrada dentro y luego para volver quise tomar un atajo que salió mal y entré en pánico, a mi padre lo convencí pero mi madre parece no acabar de tragarse la historia.

Después de comer ayudé a mis padres a recogerlo todo y me tiré sobre una hamaca que mi padre había colgado al lado del río, suspiré, aún no me creía lo que había pasado hace apenas unas horas, algo dentro de mí decía que esto no acababa aquí.

Veo como mi madre se acerca a mí con un libro en las manos.

-Ya que veo que no vas a hacer nada, ¿por qué no lees un poco?- Y coge y me tira el libro al estómago.

Yo hago un gesto de dolor como si me hubiera lanzado un ladrillo, y ella me dedica una mirada cómplice. Lo cojo y leo el título ''El último barco'', resulta ser el último libro de una de mis trilogías policiacas favoritas. Decido hacerle caso y empezar a leer un poco. Sin quererlo han pasado 2 horas y son las 6 de la tarde, veo al fondo a mi padre, quien se prepara para ir a pescar, él me mira de reojo y me señala una caña, yo me levanto rápidamente de la hamaca y le dejo el libro a mi madre mientras cojo la caña sobrante.

-No pensarás ir así, ¿no?- Pregunta mi padre señalándome de arriba a bajo.

Yo niego con la cabeza y echo a correr hacia la caravana, entro rápidamente y voy a mi armario a coger algo de ropa, me quito la chaqueta y camiseta que llevo puesta y me doy cuenta de que aún llevo el dichoso colgante, lo cojo con una mano y me detengo un rato a observarlo de nuevo, lo acerco a mí, pero nada, soy incapaz de leer la inscripción, vuelvo a soltarlo y cojo una térmica y me la pongo, y por encima una sudadera vieja, y me cambio los tennis que llevo por unas botas de agua, a parte de un armario cojo un chaleco, no quiero que todo acabe como la última vez.

Salgo pitando de la caravana y cojo la caña por el camino, le sonrío a mi padre y me señalo.

-¿Ahora mejor?- Le pregunto.

-Mucho mejor paquetito.- Paquetito, así me llaman desde que era un bebé cuando están contentos.

Acto seguido me coge por los hombros y me acompaña hasta la canoa, entre los dos conseguimos meterla en el agua y mi madre nos frena antes de irnos para sacarnos una foto, después ya estamos despidiéndonos con la mano hacia mi madre, ella dijo que no vendría que se quedaría leyendo y sacando algunas fotos. Intenté convencerla mientras comíamos de que no era buena idea, que podía perderse como yo, pero ella ha dicho que no saldrá de la zona de acampada como yo hice, y que a parte ahora ya no estábamos solos, otras dos caravanas habían llegado, a si que no tenía por qué preocuparme.

Mi padre empieza a remar hacia una zona del río tranquila donde se supone que hay muchos peces. Yo mientras no dejo de observar la orilla, puede que mi madre no esté sola del todo, pero después de lo que pasó me da un miedo terrible que ella quede en tierra. He de admitir que también tengo miedo por el hecho de caer al río por supuesto, para empezar mi padre ya no está tan fuerte como antes y para continuar yo he crecido, y engordado por lo que seguramente me hundiría cual piedra. Mi padre me saca de mis pensamiento pasándome el cubo con gusanos.

-¿Aún te dan asco?- Pregunta riéndose al ver mi cara.

-Claro, papá, eso no cambia con el tiempo.- Respondo riéndome.

Él me coloca el cebo en la caña y acto seguido nos ponemos a pescar, he de decir que me resulta muy relajante, ahí, en medio del río, sin hacer nada, simplemente esperando, mientras sientes la suave brisa de la zona y escuchas a algunos pájaros cantar, si estuviera tumbada y no sentada fijo me quedaría dormida.

Entre aullidosWhere stories live. Discover now