Capítulo 10

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Pasé el resto de la tarde sola, cuando ese idiota salió por la puerta así sin más intenté quitarme los grilletes de las manos, pero me fue imposible, aún estoy débil y no alcanzaba mi bolso que se encontraba cerca del sillón, a si que desistí rápidamente de cualquier idea absurda que pudiera hacerme pasar más daño del que ya estaba sintiendo.

Esa misma tarde escuché algún que otro ruido por la casa, la mayoría venían de la planta baja donde suponía que estarían los chicos. Al principio eran solo murmullos, luego alguien alzó la voz y más tarde se pusieron a discutir, a continuación hubo un gran silencio y no volví a escuchar nada más hasta que cayó la noche. Nadie volvió a pasarse por la habitación, la chimenea se apagó y me entró el habré y las ganas de ir al baño, no sabía si gritar haría algo pero tenía que intentarlo, pues poco más iba a aguantar.

-¡Hola! ¿Hay alguien ahí?- Empecé a gritar.- ¡De verdad necesito ayuda!- Insistí, pero seguía sin obtener respuesta.- ¡A ver idiotas, o alguien viene a ayudarme o me haré pis encima!- Grito a viva voz, si de esta no me hacen caso...

Veo como la puerta se abre lentamente y vuelve a aparecer el chico rubio, Axel, así le llamaron antes.

-¿Necesitas ir al baño?- Me pregunta en voz baja.

-Sí, por favor.- Respondo yo bastante borde.

-Esta bien, voy a soltarte, pero si intentas escapar te dejaré atada el resto de la noche, ¿entendido?- Pregunta esté mirándome a los ojos.

Yo simplemente asiento con la cabeza, no voy a escapar con la vejiga llena, tranquilo, pienso para mí.
Axel se acerca lentamente a mi y me suelta una de las muñecas, al instante siento como me duele, y con la otra lo mismo, una vez liberada me da algo de espacio y me levanto lentamente, sigo teniendo puesta la misma ropa de ayer, solo que mis zapatos están al lado del sillón. Axel me acompaña hasta la puerta del baño, resulta que tengo uno en la propia habitación, cuando entro voy a cerrar la puerta y veo como esté se queda apoyado en el marco, dejándome sin posibilidades de salir corriendo.

Entro al baño y visualizo mis posibilidades de escapar por aquí, cero, ningunas, ventana demasiado pequeña y muy arriba, podría matarme intentando llegar hasta ella. Suspiro y desisto de mi huida por aquí. Una vez acabo en el baño abro la puerta lentamente y compruebo que él sigue ahí, en el mismo lugar, salgo y cierro la puerta tras de mí y camino lentamente a la cama, él no se separa de mi, pero se me ha ocurrido una idea. Veo que va a volver a ponerme un grillete en una muñeca, pero en el mismo momento que lo va a cerrar saco rápidamente mi mano, pongo la suya y le encierro allí. Me levanto rápidamente de mi cama y él me mira desde allí asombrado. No pienso mucho más y abro la puerta de la habitación y salgo corriendo.

-¡Chicos, se escapa!- Grita el rubio desde la cama mientras que yo bajo corriendo las escaleras.

Cuando llego a la entrada principal de la casa y estoy por abrir la puerta veo las siluetas de los otros dos hermanos, los castaños, al fondo de esa sala mirándome atónitos y también veo como el de ojos verdes me observa desde la barandilla del pasillo por dónde he bajado. Yo simplemente les dedico una última mirada antes de salir corriendo por la puerta sin mirar atrás.

Corro y corro y corro lo más rápido que puedo, es de noche, y hace un frío horrible, aún por encima andar descalza por el bosque no ayuda. Trato de concentrarme, menos mal que me sé el camino de huida que si no estaría completamente perdida ante esos cuatro, el caso es que aún así, sin una sola luz que no sea la de la luna o las estrellas no sabría si iba en la dirección correcta y después de un rato corriendo decido pararme a la sombra de un gran árbol. Cojo aliento y vuelvo a pensar, si venía de allí, y quiero ir para allá, el camino más corto es... Mierda, estoy perdida. La desesperación me inunda, y siento como el miedo se apodera de mi, giro rápidamente mi cabeza, no Sofía, ahora no, concéntrate, tienes que salir de aquí.

Entre aullidosWhere stories live. Discover now