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-Tu tutor está aquí -le digo a Khalid mientras entreabro la puerta de mi habitación, donde se encuentra él, sentado sobre la cama a la espera de... lo que bien podría ser su sentencia, por esa cara que tiene. 

Cambio la expresión a una de derrota mientras espero escuchar su excusa. 

-Sigo pensando que es una mala idea -declara, por centésima vez, mientras se levanta de la cama con desgana y camina hacia mí cual alma en pena. 

Lo tomo del hombro y camino junto a él. 

-Fadil te va a caer genial, ya verás -aseguro con la intención de relajarlo-. Tiene muy buenas... -me detengo sin saber cómo expresarme bien para que él lo entienda-. La gente habla muy bien de sus clases -termino diciendo.

-Pensaba que tú, más que nadie, valorabas mi gran labor en la excavación -murmura con cara apenada. 

Suspiro dolida. 

-Y sabes que eso es verdad -aseguro-. Tú serías capaz de aportar grandes conocimientos a nuestros estudios pero... -tomo aire pensando en lo que voy a decir, consciente de que tendré que enmascarar una verdad tras otras-. El cincuenta por ciento de lo que decimos se pierde en el aire, el idioma ha cambiado y la mayor parte del tiempo estamos obligados a completar lo que dice el otro con las palabras que creemos que nos está diciendo. Esto hará que hablar entre nosotros sea más fácil. 

Khalid se detiene antes de llegar al salón y me dedica una larga mirada, directamente hacia mis ojos. Me quedo muy quieta notando el calor de su cuerpo bajo mi mano, a pesar de que en algún lado de la casa suena runrún del aire acondicionado. 

-Pensaba que no necesitábamos las palabras para entendernos -murmura, con esa calma suya que lo sigue a todas partes. 

Y estoy a punto de coincidir cuando alguien se aclara la garganta en el salón. Desvío la mirada para ver a Fadil mirándonos. Parece estar incómodo. Es un chico bastante normal, la verdad. Creo que no habría otra palabra que lo describiese mejor. Normal, perfectamente normal. Es tan solo algo mayor que nosotros, aunque tampoco sé qué edad tiene Khalid... Lo mismo tiene treinta años, aunque es poco probable. 

-Khalid, este es Fadil, tu nuevo... tutor -termino diciendo, porque sé que Khalid entenderá esa palabra, a pesar de que Fadil haya hecho una mueca al oír la palabra en lugar de «profesor», como se hace llamar-. Fadil, te presento a Khalid. 

Fadil se acerca a nosotros con una sonrisa y la mano extendida. Khalid la toma, tal y como le he enseñado, aunque de forma algo torpe, y le saluda. 

Mi teléfono comienza a sonar desde mi bolsillo trasero de los vaqueros. La llamada se corta rápido. 

-Es mi madre -anuncio-. Significa que ya está en la puerta con el coche -añado-. Bueno, será mejor que os deje a lo vuestro -declaro mirándolos a ambos, con una sonrisa amistosa-. Mi madre te pagará las clases por transferencia bancaria -aseguro mientras tomo mi bolso de encima del sofá y le dedico una mirada a Fadil-. Y... ten paciencia -digo más bajo mientras palmeo su espalda al pasar por el lado del nuevo profesor de Khalid. 

***

-Hemos tomado la decisión correcta -repite mi madre de nuevo mientras bajamos del coche tras llegar a al excavación. 

-Lo sé -aseguro de nuevo-. Pero es que me sabe mal mentirle -comento con frustración mientras me seco las palmas de las manos sudorosas sobre los vaqueros-. Me come por dentro. 

-¿Desde cuándo te comen a ti por dentro las mentiras? -pregunta mi madre con una sonrisa mientras pasa un brazo por encima de mis hombros, lo que me agobia un poco. 

LA HIJA DEL TIEMPO (ANTIGUO EGIPTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora