Capítulo 46🃏

7.1K 566 59
                                    

ADELINE IVANOVA

Muchas veces nos vemos consumidos por tormentas que no somos capaces de controlar, el ego propio se encarga de destruirnos por el sólo hecho de no tener el poder de controlarlo todo.
La mente es una enemiga muy letal ya que conoce nuestras más profundas debilidades y tiene todas las herramientas para acabar con nosotros.

Me tocó vivirlo, quizás desde una edad temprana.

Estar en una constante lucha conmigo misma me hizo más fuerte y hasta valiente, suena irónico pero es la realidad. No le temo al mundo, no tengo miedo ni de la más profunda oscuridad de las personas. Puede llegar a sonar super emocionante y poderoso pero no es así, nada en esta vida es gratis, constantemente recibimos con la regla de dar algo a cambio aunque no lo queramos.

Ni siquiera puedo repetirlo en mi mente por mi maldito orgullo, pero a veces tengo miedo.

Tengo miedo de mí misma.

Tengo miedo de lo que mi mente me puede obligar a hacer.

Tengo miedo de perder el control y dañar a los demás.

Le temo a que un día ya no sea dueña de mi misma, que mis demonios se apoderen de mí en cuerpo y alma mientras yo permanezco allí en un oscuro rincón, sin ser capaz de poder hacer nada para evitarlo.

Pasaron cinco días desde mi último episodio, he querido borrarlo de mi mente a cada segundo pero vuelve como un maldito martirio inevitable. Siento vergüenza de lo vulnerable que me pude haber mostrado ese día y es por eso que me alejé de todos y todo. Puse distancia entre los hermanos Petrov y yo, incluso Kaia. La cual ha intentado acercarse a mí desde aquella noche.
Es egoísta de mi parte decir esto pero se siente bien. Se siente bien el sólo hecho de que por primera vez alguien nota mi aislamiento del mundo exterior y se preocupa por mí. Toda la vida lo he hecho, me he alejado después de explotar y destruir todo a mi alrededor y nunca nadie me ha venido a buscar después de eso, no hasta ahora.

Siempre he dicho que la soledad es mi mejor compañía pero quizás es la única opción que tuve toda mi vida.

Suspiro y levanto mi cabeza para mirarme frente al espejo, mi rostro tiene hermosas facciones y puedo decir sin pudor que soy hermosa, entonces, ¿Por qué estoy tan jodida por dentro? ¿No se supone que la belleza superficial lo arregla todo?

A veces tan solo quiero una vida cliché y aburrida. Tener discusiones tontas con mi familia, sentirme querida, trabajar de lo que me gusta, casarme con alguien que me ame y tener ese felices para siempre que nos venden desde niñas. Todo eso es tan solo un sueño que nunca voy a vivir porque estoy aquí en el maldito mundo real, en esta bola destructiva que nos hace girar a su antojo, haciéndonos sufrir hasta tocar fondo para que luego nos digan que lo necesitábamos para avanzar.

Tocan la puerta y sé de quién se trata, me paro derecha nuevamente y respiro hondo. No soy capaz de abrir esa puerta.

Suena una vez más y simplemente me quedo con la mirada fija en el picaporte.

—Ade, el desayuno está listo—habla Kaia desde el otro lado—. No quiero meterme en tu vida pero he notado que hace días que a penas comes y ... Podría hacerte mal. 

Cierro los ojos con fuerza y trago saliva.

—No voy a desayunar, gracias Kaia—pronuncio seca.

El silencio de ambas partes se hace notorio y luego escucho sus pasos alejarse. Ella es la única que se ha acercado a mi puerta cada día, la única que se ha interesado en mí aunque ni siquiera sepa porque me alejé.

Es irónico como las personas que más nos dan son las que menos reciben.

Hoy es un día en donde me siento harta de esta vida que me tocó, estoy tan cansada de estar obligada a levantarme y fingir que estoy bien. ¿Por qué no acaba?
Tengo la necesidad de parar este dolor interno que permanece dentro de mí desde hace años, no importa cuanto finja que todo va bien, jamás se hace real.

La abogada del diablo© ||#1 Trilogía Purgatorio||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora