CAPÍTULO 24

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¿Perder la virginidad? Con Andy fue increíble.

Luego de haberlo hecho por primera vez, Celina no se quería detener. Resultó ser una joven con un apetito sexual tan grande como el de Andy.

La noche anterior, tras haber hecho el amor, la muchacha quería continuar, pero Andy la obligó a descansar. Ella tenía el cuerpo agotado de tanto movimiento. Luego de 15 minutos se habían dormido.

El despertar fue simplemente maravilloso.

Andy había pedido el desayuno en la habitación, y allí estaban ellos, disfrutando en la cama de la deliciosa comida.

–Sí que tienes hambre– le dijo Celina al ver que  comía más que de costumbre

–Es por el sexo– se lamió un pulgar que tenía restos de mermelada– Siempre da hambre–mostró una sonrisa de medio lado

–Ya me doy cuenta– también sonrió al comer su tercer pastel

–Me siento afortunado–se sentó detrás de ella y la abrazó– Te tengo aquí entre mis brazos y te tuve ayer bajo mi cuerpo. Es el puto paraíso–

Ambos emanaban felicidad

–¿Te cuento un secreto?– le preguntó Celina

–Adelante–

–Esto fue lo que deseé en la puesta de Sol–

Él la tomó por la barbilla e inclinó su cabeza hacia atrás para poder besarla

–Yo deseé lo mismo–

–¿No que tú no creías en los deseos hechos realidad?–

–Y no creo en ellos. Creo en el amor que siento por ti. Los deseos no se hacen realidad, uno los hace realidad. Y la realidad es que siempre voy a estar contigo y no te dejaré marchar nunca–

–Así pareces un secuestrador–rió bromeando

–Lo soy.¿ Acaso no te he robado el corazón?– besó un mechón de su cabello para ocultar una sonrisa de autosuficiencia

–Creído, pero acertado–le beso

Tiró a Andy a la cama nuevamente  y  lo comió a besos. Hicieron el amor lento e intenso por segunda vez.

Celina estaba encantada con el avance en su relación.

El sexo la hacía estar más compenetrada con Andy. Ya no solo conocía su personalidad y gustos. Ahora también su cuerpo. Y le encantaba.

Cada vez que contemplaba sus musculosos brazos y su definido torso, se recordaba que ya no tenía que reprimir sus ganas. Podía probar aquella tableta de chocolate siempre que quisiera.

Andy sabía que aquellas dos veces eran solo el principio. Tenía pensado llevar a Celina a un nivel superior.

Ya no era virgen y demostraba gran apetito sexual. Dichas afirmaciones lo  alentaban a hacer cosas más experimentadas.

Cada vez que pensaba en aquellos pechos, con sus rosados pezones dentro de sus labios, se lanzaba a por ellos incapaz de controlarse.

Quería follar con Celina muchas más veces. Y estaba seguro de que la joven deseaba lo mismo.

Una vez que ambos salieron de la habitación ya eran pasadas las 3:00 pm.

–¿Adónde vamos?–preguntó Celina mientras cruzaba sus dedos con los de Andy

–Vayamos al billar– sugirió

–¡¿Eh?¡ Yo no quería haber salido de la habitación– hizo un puchero

Portadores de gemas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora