Portales

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Andrew sonrío mientras salía de la ciudad acompañado de sus compañeros y miró al cielo, viendo como cientas de palomas mensajeras salían volando en dirección a todas las ciudades importantes de Elerianna.

Había conseguido del gobernador de la ciudad que Silverstone se convertiria en una ciudad franca para todos los jugadores, dentro de ciertas limitaciones, ya que los soldados de la ciudad sólo protegerian a aquellos que cumplieran las normas, también había conseguido que una parte de la ciudad fuera para ellos o en caso de que no pudiera ser algo así, se construiría una parte adicional en la ciudad para ellos, pero la mayor parte del presupuesto para ello saldría de los bolsillos de los jugadores.

Pero lo más importante ahora subir rápidamente de nivel y la única forma que se le ocurría era ir al poblado dónde se encontraba el Dungeon para aprendices y utilizar el medallón que el niño le había entregado, de esa forma tenía la intención de hablar con él y que convenciera a su padre para que le dejara entrar en alguno de los dungeons de mayor nivel, pero no sabía si a pesar de eso sería suficiente ya que tenía que hacerlo de la forma lo más rápida posible ya que el destino de Elerianna dependia de ello.

El niño estaba asustado cuando vio a Andrew, pero luego se acordó de él y sonrío.

Después de explicarle lo que pasaba el niño decidió todavía con su padre atravesó un portal y al rato apareció con un grupo de hombres y mujeres vestidos de negro el que más sobresalía de ellos era un gigante de casi 3 metros vestido de cuero negro con una larga barba que le llegaba hasta la cintura y el pelo largo.

Miró a Andrew con una sonrisa triste y negó con la cabeza, ya que ellos no se metían en las batallas de otras razas, pero si semblante cambió cuando el viajero le dijo que lo que amenazaba a Elerianna era Bahal.

-Bahal está aquí!? -Preguntó con rabia Vulkan, el padre del niño y el Señor del resto de guardianes de Dungeons -¡Fue por su culpa que tuvimos que dejar Pompeya, nuestro mundo natal y venir aquí, a Elerianna, más del noventa por ciento de nuestra gente murió allí y nunca pudimos volver, ya que Bahal destruyó el portal que comunica ambos mundos, pero no sé qué hacer para ayudaros, me gustaría de todo corazón, pero en todos los dungeons que yo controlo, el tiempo pasa a un ritmo similar, como mucho un día de diferencia, pero eso no creo que sea lo que estás buscando.

-Puede que halla una opción, mi señor -murmuro uno de sus consejeros mirando el mapa de los portales dimensionales.

El señor de las Gemas de Dungeon lo miró unos segundos y luego asintió con una media sonrisa mientras señalaba con uno de sus enormes dedos a un gigantesco mundo del tamaño de Júpiter.

-Kun-Lun es conocida como el mundo de los Mil Portales y uno de los mundos que puede ayudaros a subir muy rápido de nivel, ya que un año allí es un día aquí, el único problema es que es un mundo franco, lo que significa que allí puede aparecer gente de otros mundos como de Faerun o de Ghesem entre otros y puede pasar de todo, pero es el lugar más rápido para crecer, además cada cierto tiempo los Señores de Kun-Lun organizan unos torneos para saber quiénes son los guerreros jóvenes más poderosos de todos los mundos bajo su control y nuestro mundo nunca a hecho un buen papel, es más nunca jamás a regresado ninguno con vida.

Andrew y el resto se miraron con cierta inquietud, pero todos asintieron en silencio, aceptando ir, si iban a morir de todas formas que importaba dónde.

-Pues antes de iros, voy a daros algunos objetos que os ayudaran en vuestro viaje.

Primero se acercó al bárbaro y lo miró de arriba a abajo unos instantes hasta que su mano comenzó a brillar con la intensidad de un sol y cuando a apagó, dos martillos no muy grandes aparecieron en ella.

ELERIANNAWhere stories live. Discover now