Nuevos, ¿jugadores?

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Se acercaban las montañas y estando aún a unos pocos kilómetros de distancia ya se podían divisar enormes cuevas en la ladera.

Andrew no sabía cuál de todas pertenecería al dragón rojo pero la elfa le dijo que el dragón no estaba en ninguna cueva, sino en unas ruinas que estaban detrás de ella, el problema que era pasar sin llamar la atención del resto de los dragones, ya que el rojo permitía a todos menos a los de su propio color.

De repente la elfa apoyo una rodilla en el suelo mientras hacía un gesto de dolor y se cogía la cabeza con las dos manos.

Andrew se acercó a ella y la ayudo a levantarse.

-¿Te ocurre algo, estás bien? túmbate y descansa un poco si quieres, en la silla de montar llevo una manta.

La elfa sonrío con timidez ante el amable ofrecimiento de joven aunque debido a que llevaba una máscara negra en la boca, él no pudo ver su sonrisa sino seguramente habría quedado prendado de la calidez que desprendía y del rubor de sus mejillas.

-Gracias, pero debo irme, si alguna vez vas al reino élfico, preguntas por Allantias y él te ayudará.

Después de decirle eso y de pasarle la cantimplora para que bebiera un poco de agua, se dio la vuelta estudiando la forma en la que podria dar la vuelta a la montaña, sin prestar atención a las palabras de la elfa, más atento a como acercarse lo menos posible al resto de cuevas, solo había un dragón al que quería enfrentarse, mas que querer, debía enfrentarse, pero no le hacia ninguna gracia hacerlo.

La elfa lo miró con una sonrisa enigmática.

-Cuando vayas dile lo que Gandalf tuvo que decir para entrar en Kazad Dum.

Andrew respondió de forma despistada, simplemente levantó la mano, pero de repente se quedó quieto, con el semblante paralizado y pálido, rápidamente se dio la vuelta, pero la elfa ya no estaba allí, solo un jugador habría sabido esas cosas, pero ella no tenia el halo que distinguía a los jugadores de los NPC, y tampoco podia comprender como era posible que fuera mas poderosa que él, el aventurero había subido mas de diez niveles de golpe gracias a la ayuda de Ra, asi que no podria comprenderlo.

La elfa lo miró sonriendo después de hacerse invisible, la cara del pobre hombre era un poema y si supiera la verdad acerca de ella aun alucinaría mas, pero aun no estaba preparada para decirle la verdad a nadie, Taliesin le había hablado de este extraño hombre, el único de los primeros héroes que había decidido adoptar su verdadero aspecto, quizás en un futuro podría ser la única persona en la que podía confiar para recuperar su reino, pero de momento debía mantener la ilusión de que era una simple jugadora, asi que se alejó lentamente de él, acercándose a un bosque cercano donde, rodeado de dragonianos muertos, la estaba esperando un hipogrifo, un ser mitad caballo mitad águila que estaba picando salvajemente en el cadaver de uno de las saurios.

La elfa acarició lentamente las plumas de una de la alas de la hermosa bestia, que agachó su cabeza y la frotó con delicadeza en el hombro de la muchacha, que después de jugar con la bestia, se puso a recoger las escamas que habían a su alrededor, no iba a desaprovechar un regalo caido del cielo.

Andrew por su parte estaba aturdido si la jugadora se había desconectado allí, en un futuro volvería a aparecer allí, pero no sabía cuánto tiempo iba a tardar y no podía esperar mucho tiempo, ya que en cada segundo que pasará habían más posibilidades que el dragón abriera el carruaje y se comiera a la persona a la que transportaba.

Montó en su caballo y, a un paso deliberadamente lento, se dirigió hacia la montaña, pero mirando hacia atrás a cada momento, esperando ver de nuevo a la elfa, pero no tuvo esa suerte.

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