Bajo el agua

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En mi lugar veo a mis memorias flotar en el aire, a mis sueños acumularse en nubes hasta estallar y precipitarse alrededor para inundarlo todo; a cada una de las fantasías que levanté en mi cabeza, deseando una vida para hacerlas realidad, desfigurarse una tras otra y tornarse en gotas negras que me atacan adhiriéndose a mis manos. Todos los días, sucumben bajo la presión de los guantes negros.

Los deseos se apoderan de mi carne y me cortan el aire continuamente.

Imaginé, aprendí, crecí, soñé en mi lugar y ahora siento que moriré sin nunca haberme atrevido a perderme en tierras lejanas en busca del agua que calme la sed de mi espíritu. De esto hago culpables a mis ojos que patéticos y temerosos transforman un charco insignificante en un mar oscuro que creen suficiente para tragarme, y que me convencen a mí también de ello.

Y lo peor es estar obligada a ver las gotas. Cómo no verlas cuando penetran a través de mi mirada con el objetivo marcado en la superficie de apuñalar a mi pobre mente que tan sólo se limita en su función de crear las praderas con los oasis a los que quiero escapar.

Ellas, las infernales gotas, son libres de expandirse por donde sus corazones les manden, mientras que yo continuo en un lugar en el que el oxígeno escasea más y más, y estoy segura de que pasarán años todavía sin poder ingeniármelas para arrancar a mis deseos y respirar.

Si el valor y la esperanza se acaban y la desesperación abunda, creo que es mejor rendirme y perecer en lo que llamé un hogar desolado bajo el agua antes que morir maldiciendo al seno que me vio abrir los ojos por primera vez, cuando ignoraba por completo que sería el lugar que compondría por sí solo al universo que ahora me acoge... siquiera de a ratos.

Ando por mis lados observando a las gotas querer y obtener, esperando siempre saber cómo lo hacen. Yo quiero saber, quiero que alguien me enseñe. Quiero aprender a ser líquido para escapar por debajo de la puerta de mi lugar sin mayores dificultades, rumbo a un campo que con su cielo abierto me haga entrega de un mundo entero de posibilidades sin nubes que en llanto rompan. Mas para mi desgracia, no puedo aprender porque las gotas se adueñaron del océano y de los manantiales, y no queda un solo arroyo de agua pura y fresca que pueda servirme de ejemplo.

Estas gotas cambian mi esencia haciéndome su presa. No es una sola o un par, sino la nube, el cielo entero que se parte y se derrumba sobre mí que no soy más que un cuerpo desdichado sin razón de existir que apenas conoce su nombre.

¿Mi castigo es quedar ahogada tras una cortina de agua por nunca haber aprendido a escapar del lugar que ya no quiere acobijarme? Si en mi lugar ya no quepo pero el afuera me parece tan súbitamente enorme, ¿dónde me quedo? ¿Con quién me quedo?

Todo sucede y a su vez el tiempo también sucede para mí. Asimismo yo crecí a la par de tantas otras cosas que aquí se albergan, y lo suficiente, en cuerpo y en alma creo yo, como para ser consciente del deseo de libertad que tengo, de cuánto anhelo dar una bocanada en el exterior como otros lo hicieron (¿o será que ellos nacieron afuera?).

Mis manos pican bajo los guantes negros. Quieren crecer. Espero ansiosa verlas duplicar su tamaño. Lo único que podría sacarme de aquí es que lo hagan. Son las únicas capaces de guiarme por el océano de incertidumbre y temores sin que me hunda en una nueva caverna de la que temo jamás volveríamos a salir.

No hay otra oportunidad de huir, ahora deberían salir y llevarme con sus braceadas al lugar prometido. Pero cómo me duele en el alma el saber en el fondo que mi única y última esperanza tampoco me basta para hacer a un lado las gotas arremolinadas en su marea furiosa.

Mis manos crecen tan lento que en el momento en el que alcancen las dimensiones para sobrepasar las olas y las ambiciones, mis restos ya estarán perdidos entre la corriente. A veces desearía que en lugar de crecer se secaran hasta desprenderse de mi cuerpo como lo hacen las flores marchitas de su tallo, y que le dejaran paso a un par de alas de plumas suaves que también me sirvan para explorar el cielo azul que imagino y mantengo mi fe en que me espera.

El cielo debe ser para mí, allá debo estar con alas que me sostengan en lo alto. Y si no me sostienen, entonces de una buena vez debería darme por vencida y aceptar que mi destino es caer y marcar con mi sangre mi pobre nombre sobre la tierra donde morí.

Pero de lo contrario el cielo con sus nubes será un trono cómodo desde donde ver las cavernas superadas.

Por mucho que quiera, sé que si no salgo, si no crezco, si no arranco mis manos con sus escamas para que mis alas con sus plumas crezcan, nunca seré capaz de alcanzar las nubes del cielo.

Los sueños y ambiciones que me hacen sentir con vida se convierten fácilmente en un veneno letal dentro de mi lugar. Con un solo roce que le dé al frasco que lo contiene moriré. Aquí admito que desearía tener la valentía para tomar el frasco entre mis manos manchadas y rodear el pico con mis labios, besar el vidrio y empapar mi garganta con el líquido que va a derretir mi interior.

Es la desesperación de no respirar. Tripas derretidas y sangre hervida. Una mezcla que suena más sutil al estómago. Estaríamos yo y mi interior conviviendo en un mismo espacio. Yo expuesta a mí misma, a ver mi cuerpo destrozado. Desde mi lugar vería a mi interior flotar a mi alrededor.

Y sin embargo... qué sentido tiene destruirme si no soy capaz de renacer en mejores condiciones y circunstancias. No habría gotas negras, lugares ni escases de aire, pero tampoco garganta por la que pase ni por la cual sentirse asfixiado porque a mi cuerpo lo consumiría el agua, sin dejar ni siquiera ojos o mente que se iluminen por la fantasía del cielo azul con sus nubes blancas. ¿Cuál es la opción que se me da como para presumir que soy libre?

Mi lugar se alimentará de lo que crio y tal vez se convierta en casa para alguien más. Sólo espero que ese alguien no llegue a ver a los que hacen crecer las olas con sus constantes agitaciones de libertad porque de mi lugar no hay salida y el deseo lo destruiría al igual que a mí ahora.

Fragmentos del estéreoWhere stories live. Discover now