El pájaro de las estrellas

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Recordaba tan bien cómo había comenzado todo... Cuando la estrella vio la Tierra por primera vez, creyó que seguía dormida. Pero no, ya se había despertado y fue el mejor abrir de ojos que tuvo en su primer millón de años.

Empezó como cualquier otra vuelta sobre sí misma, pero al terminar de desperezarse, sintió algo fuera de lugar (o mejor dicho, algo en el lugar) y, al fijarse bien, ¡había una esfera rocosa frente a ella! Tal fue el asombro que le causó verla, que se dio en la superficie y le salieron cráteres nuevos.

Cuando terminó de dar la vuelta al recién nacido planeta, habló con su padre, el Sol, para saber cómo se le había ocurrido semejante creación. Resultó ser que la noche anterior, mientras ella dormía sin inmutación alguna, él se sentía entre sueños más caliente y radiante que nunca. Comenzó a imaginar, a soñar con creaciones, seres nunca antes vistos, que le pedían espacio para caminar y nadar (la estrella no entendió muy bien qué significaba eso, pero su papá estaba demasiado absorbido por su relato como para interrumpirle y preguntar).

—Mi imaginación fue tanta que al despertar me di cuenta que se había salido del sueño. ¡Nunca termino de sorprenderme! —se festejaba el Sol, animando a la estrella a acercarse a ver cada detalle de su nueva hazaña, como él le decía. Desde entonces ella está cerquita del planeta, siempre mirándolo porque siempre, con cada nueva vuelta que le da, descubre algo diferente y maravilloso.

Su padre había soñado de todo. Había cosas increíbles en tierra y mar, incluso dejó el cielo abierto para que la Tierra también pudiera verla a ella y a sus millones de hermanas, tan bellas y resplandecientes, desde cualquier parte. Pero la estrella se dio cuenta al poco tiempo que no había diferencia entre animales con patas o aletas, porque ninguno poseía la curiosidad suficiente para dejarse llevar más allá de lo que oliera bien o de pares con los que pudieran formar parejas, y pararse a ver el increíble mundo en el que estaban o lo increíble que era ella con sus hermanas.

—Papá, los animales que creaste no miran nada que esté más lejos de sus narices, y me hace sentir con una soledad que no aguanto. No me imagino cómo será la vida de mis hermanas que están kilómetros lejos de mí, si ni siquiera sé si cuentan con un mundo para sentir un poco de compañía como lo tengo yo. ¿Qué sentido tiene que brille tanto, que haya tantas cosas asombrosas por todos lados, si nadie las conoce? —sollozaba la estrella mirando a su padre a lo lejos, y este trataba de consolarla con sus brazos de calor.

—Tenés razón, nadie de la Tierra hace lo que debería, les sale todo mal. En mi próximo sueño crearé a una criatura que sea capaz de admirarte y de admirarme como corresponde, además, podrá hablarte como vos lo hacés conmigo para que ya no vuelvas a sentirte sola ni ignorada nunca más.

Dejó pasar aquella noche de trabajo a su padre y, al siguiente día, la estrella miró con muchas ansias a la Tierra, esperando ver a la criatura prometida. Miró al mar y de las aguas no saltaba nada, ni siquiera sobre las olas se veía a ningún animal que le sacara charla. Miró a la tierra sólida y nadie le prestó atención, ni en pradera ni en montaña, tampoco en desierto.

Se sintió estafada y más sola que nunca porque hasta su padre parecía haberse olvidado de su conversación. Con el brillo casi consumido de tristeza, desvió la vista hacia los monos con la esperanza de que sus travesuras en la jungla le devolvieran el ánimo. Pero entonces, sin saber cómo, una pequeña criatura saltó de las ramas de los árboles en carrera y extendió dos extremidades a cada lado de su cuerpo.

Al verlo en caída libre, la estrella tuvo miedo de que el pequeño animal se lastimara al darse contra el suelo. Apartó la mirada atemorizada y esperó el ruido del golpe, pero jamás pasó. Volvió a mirar desconcertada y todo su brillo regresó con gran fulgor mientras daba una voltereta sobre sí al ver que la criatura ascendía batiendo sus extremidades con rapidez, subiendo en el cielo hasta sobrepasar los árboles y las montañas más altas del mundo.

Fragmentos del estéreoWhere stories live. Discover now