Capítulo 16

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Un quejido acompañado de un insulto ahogado fue lo que salió de su boca. La paciencia no solía ser su fuerte, le gustaba más cuando podía hacer las cosas rápido.

-Vamos, no te rompas.-farfulló mientras ajustaba las nuevas cuerdas hasta dar el tono que ella deseaba. La molestaba cuando no era así y solo esperaba a que fueran lo bastante resistentes para aguantar la tensión y el movimiento a la hora de tocarlas.

Llevaba días pensando en que tocar y a pesar de ello sus ideas eran nulas. No quería recurrir a sus antiguas partituras pues todas las composiciones eran deprimentes. No quería dar esa impresión hacia la vampira, aunque tampoco buscaba tocarle una sonata.

Es preferible que salga solo. La improvisación siempre se me ha dado mejor.

Por otra parte estaba algo más tranquila con Alcina. Desde que la había ofrecido su sangre no había recibido ni un solo ataque de ella. Ni siquiera verbal. Estaba siendo demasiado comprensible. Era algo extraño teniendo en cuenta la relación que ambas tenían.

De alguna forma le gustaba más así.

Negó con la cabeza buscando otra cosa con que distraerla y recordó uno de sus encargos.

Mierda, lo había olvidado. Tengo que ir a buscarlo cuanto antes.

Lo haría esa misma tarde, ahora quería un rato a solas o más bien un rato con su vampira favorita. Bajó las escaleras a un ritmo lento pudiendo ver como la matriarca jugaba con cierta bola de pelos. Era agradable escuchar su risa.

-Vaya vaya, yo esto lo consideraría traición. Me habéis dejado de lado.-bromeó llamando la atención de ambas.

-Estabas allí arriba haciendo vaya Dios a saber que. Así que decidimos emplear nuestro preciado tiempo en algo más entretenido.-la respondió de vuelta incapaz de esconder una ligera sonrisa.

-Me ofendere igual.-acarició la pequeña cabeza de Sky y dió un par de palmadas en el hombro de Alcina casi inconscientemente-. ¿Quieres vino? Ahora que hay cajas de sobra no puedes negarmelo.

-Te lo agradecería.-asintió mientras iba a servir una copa. Como había supuesto, Madre Miranda lo había hecho adrede para probar a Alcina o esa era su excusa. Akuma sabía de sobra que quería ver su reacción ante algo como esto. Era incapaz de olvidar la sonrisa ladina y cruel de su madre en cuanto vio su malhumor dirigido hacia ella por lo ocurrido.

Volvió a sacudir la cabeza, esta vez más bruscamente y tocó el lado derecho de su abdomen, aquel donde se encontraba aquella cicatriz. No debía pasarse, ese no era su papel.

Volvió junto a la mujer de piel blanquecina y se sentaron juntas, cada una haciendo una cosa mientras había alguna que otra conversación.

-Quiero preguntarte algo por mera curiosidad.-habló mirando directamente hacia la pelinegra.

-Como si todas las cosas que preguntas no lo fueran.-murmuró para si misma a sabiendas de que Alcina la había escuchado-. Dispara antes de que explotes.

-No eres virgen ¿Verdad?-su cuerpo se tenso al instante con aquella pregunta. No era algo que tuviera en mente, pero puede que la beneficiara de cierta forma.

-¿En qué te basas para pensar eso?-la evadió a la espera de sus razones.

-En tu sangre. Cuando la probé no note ese dulzor característico de las vírgenes.-sonrió a modo de burla y dispuesta a joder un poco-. La pequeña Akuma es una traviesa ¿Qué cosas habrás estado haciendo?-carcajeó-. Venga dime ¿Alguna preferencia o buena experiencia?

-Me extraña que seas tú quien me pregunte sobre eso.-su voz sonaba fría, demasiado para el gusto de la mayor.

Solo intentaba acercarme como en esos programas que ves en la televisión ¿No son así las charlas con adolescentes?

Eres insufribleWhere stories live. Discover now