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Qué pelea puede ser más desastroza que la que encerramos en nuestra mente, cuando luchamos contra nosotros mismos, contra nuestros miedos, inseguridades.

     Los pensamientos... esos que nos afectan, y nos debilitan, causan que por un momento queramos gritar, queramos detener todo y suplicar por un poco de paz.

     La muerte, la dulce muerte parece una bonita salida, un alcance de esa paz...

     Pensar demasiado afecta a nuestra salud mental, ¿sabes?

    Y los recuerdos, los recuerdos malos se repiten de manera constante cuando sólo se desea pensar en algo positivo.

     Tratas de recordar, tratas de recordar algo bueno que te haya pasado, pero en lugar de esa luz que tanto buscas, hallas pura desesperante oscuridad.

    Y te tiemblan las manos mientras te esfuerzas por recordar que el pasado tiene que dejarse atrás; te muerdes los labios para mantenerlos cerrados y no gritar; apretas los párpados cerrados, en un estúpido intento de no derramar lágrimas calientes que no se comparan en lo absoluto con la abrasadora ira que te carcome por no poder controlar las armas que nadie ve, porque están en tu cabeza, y te están matando, terrible y lentamente...

    El control es una dificultad.

    Te carcome la ira por una persona a la cual no le hiciste nada más que quererle, y a cambio, él te hizo tanto, tanto daño, te rompió terriblemente riéndose de ello, y no puedes encontrar las muchas piezas con las cuales podrías ser como eras antes.

    —¿Para qué querría ser como era antes? —se preguntó Taehyung suavemente, solitario en el balcón de una habitación que no le pertenecía. Sus manos todavía temblaban mientras las mantenía frente suyo, observando con atención su actual estado de inestabilidad—. ¿Para que jueguen conmigo y se rían de eso?

     A veces, Taehyung veía manchas de sangre en sus manos. Pero ya no se asustaba o lloraba, sabía que eran recuerdos. Por esa razón, tampoco podía cerrar los ojos. Cerrar los ojos equivaldría a que recordara más, a que recordara cómo una mujer de bonito rostro parecía mirarle fijamente, pero en verdad no le miraba porque estaba muerta.

     Y él era su asesino.

     Taehyung se rio, levantó la vista y observó hacia el cielo. No podía ver estrellas, debido a la iluminación de la ciudad. Apenas podía distinguir la luna nueva.

    Mirar el cielo incluso así era verdaderamente tranquilizador.

    Tomó un respiro, uno profundo y su lamentable expresión llena de sufrimiento se convirtió en algo cálido y bonito cuando en su interior sólo podía sentir frialdad y fealdad.

     Bajó las escaleras, de manera elegante, por supuesto. Pronto las luces de los flash inundaron su campo de visión. Las personas gritaban, gritaban su nombre y exigían su atención, la suplicaban. Y aunque le fastidiada ello un poco, se mostró complacido y carismático. Su sonrisa deslumbraba y quitaba el aliento, él lo sabía.

    Era hermoso.

    Por fuera siempre había sido una completa belleza, pero su inseguridad lo había cegado lo suficiente como para hacerle creer que no era nada y, si obtenía migajas, debía lanzarse a por ellas.

    Pero ahora sabía que era una belleza. Sabía que podía obtener a quien quisiese si quisiese. Y si quisiese siempre se trataría de la mejor calidad. Las migajas estaban en el pasado, con el Taehyung inseguro que creyó no ser merecedor de nada, cuando en realidad se merecía todo.

     Merecía todo, todo, y se había entregado a una simple migaja sin gracia que verdaderamente se merecía... nada.

      Y la migaja sin gracia que no merecía nada (metafóricamente), le estaba observando.

Demasiado Patético | KookVWhere stories live. Discover now