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Ambos portaban sonrisas amables en sus atractivos rostros, ambos saludaban a quienes los saludaban con aprecio y admiración, ambos...

     —¿A qué hora podemos irnos? —inquirió con desesperación—. Ya estoy harto. ¡Me duelen las mejillas de tanto sonreír! —Hizo una mueca al observarlo, y se estremeció al decir: —Podría jurar que un maldito anciano de esos tenía la mano llena de sudor.

     Jeon negó con la cabeza, y siguió mirando a su alrededor.

     —No podemos irnos hasta que la encontremos.

     —¡Pero, Jung-

     —¡Oh por Dios! —Ambos escucharon a sus espaldas—. ¡No era mentira! —Luego ella gritó: —¡Mi JungKookie está aquí!

     Y antes de que el aludido reaccionara, antes de que él siquiera diera la vuelta completa para observarla, la mujer se le lanzó encima con brusquedad, robándole el aire.

     Casi cayeron, casi.

     —¡Niño tonto! —exclamó la mujer luciendo enojada, sin embargo, sus ojos brillaban por la felicidad—. ¿¡Cómo pudiste abandonar así a tu madre!?

      Jimin alisó su traje, y con prisa y una sonrisa, nada falsa, la llamó:

      —Seño-

      Tuvo una reacción de inmediato:

      —Ay, no.

      La mayor rodó los ojos y volteó a ver al pelirrosa.

     —¿Y a ti quién te invitó?

     —Yo mismo me invité —respondió, manteniendo una sonrisa de superioridad en su rostro.

      Ella apretó los dientes.

     —Bueno, no te quiero aquí —dijo, comenzando a mostrarle la salida—, así que vet-

     —Madre, por favor —Hye se apartó del azabache, ofendida, y se cruzó de brazos.

      —Está bien, está bien —dijo con voz neutra, manteniendo su cabeza en alto, bien alto; evitando así que el indeseado pensara que estaba siendo reprendida por su propio hijo.

      Su hijo sonrió.

      —Feliz Cumpleaños a la mujer más hermosa de todo el lugar —la abrazó, y ella lo apretó con fuerza.

      —Y del mundo, no, no, del universo —murmuró ella, causando que se riera—. Mi hijo~ ¡Estoy tan feliz de tenerte aquí! —prácticamente gritó—. Tu presencia es un regalo magnífico para mí —dijo, con voz dulce, llena de afecto. Luego al apartarse, observó a Jimin. Su voz distaba de dulzura cuando dijo—: ¿Y tú qué? ¿Trajiste mi regalo?

     Él le brindó una sonrisa.

     —Por supuesto que sí.

      —Tiene que ser costoso —respondió Hye, inmediatamente.

      La sonrisa del pelirrosa se mantuvo.

     —Lo es.

     —Y tiene que ser... —ella miró hacia arriba, pensando—. ¡Único!

     —Sólo hay tres en todo el-

     —Único, dije.

     Jimin hizo de sus manos dos puños.

      —Imposible, señora. Sólo hay tres en-

      —¿Imposible? —cuestionó ella, una vena resaltando en su frente—. ¡Imposible será entonces que lo reciba!

Demasiado Patético | KookVWhere stories live. Discover now