13. Vuelta a caer

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Duele como el primer día.
Y no me refiero al dolor de la entrepierna por haber follado como un animal, si no a ese dolor más profundo e intangible, el que sientes cuando amas a alguien, el que te dice que esa es la persona indicada.

Es por la mañana y hace cuatro días que no veo a Dylan porque he fingido una gastroenteritis máxima que me ha dejado incapacitada para trabajar. Es gracioso que me haya dado cuenta de lo jodida que estoy tras haber echado uno de los mejores polvos de mi vida, y si, hacía tiempo que no sentía como se me removía así el estómago ni tampoco recordaba la sensación de estirar los dedos de los pies en pleno orgasmo.

No sé donde tengo la cabeza.
¡Me voy a casar! ¿Me voy a casar?
Siempre me ha gustado psicoanalizar la situación y ver los pros y los contras, pero en este caso creo que mantener una relación con Mario y cuando no esté el presente ponerle los cuernos como si se tratase de un animal de campo llamado bambi, no es lo mío, no soy yo.
Joder, tengo valores, o eso creo. Si la gente se enterara que creería de mi, ¿Me verían a caso igual?

La puerta de la habitación se abre y dejo el móvil rápidamente y me dispongo a taparme con la sábana de la cama y hacerme la somnolienta.

- Hola preciosa, no te vas a creer lo que ha pasado hoy. Ha venido el chico que te comenté, el de la fibrosis quística, y gracias a la medicación ha mejorado notablemente. - dice ilusionado mientras se acerca a la cama y me da un beso en los labios.

Tengo que decírselo, la conciencia me está comiendo, me está destruyendo.

- Mario, ¿Tú me quieres? - preguntó mientras me incorporo de la cama con cara angustiada.

- Si hubiese sabido que me asaltarías a preguntas a las doce de la mañana, me habría quedado en el hospital - intenta bromear, se sienta en el borde de la cama y me sujeta la mano- claro que te quiero amor.

- ¿Y si no sale bien la boda? ¿Y si lo nuestro se rompe? - pregunto sin saber como decirle la verdad.

Él deja de agarrarme la mano y me toca la frente para comprobar si tengo fiebre. Al ver que no tengo me mira extrañado y me vuelve a coger de la muñeca, pero esta vez con más agarre.

- ¿ Intentas insinuarme algo? - dice y me aprieta más.
Hace daño, me está doliendo pero aguanto pensando que lo hace inconscientemente.

- Mario me estás aparentando mucho- susurro temblorosa, siendo consciente de cómo se le enturbia la mirada.

- No me vas a dejar, me da igual quien te haya contado tal mierda o quien te ha metido falacias sobre mi, a mi no me puedes dejar corazón- dice y me sujeta con más fuerza a punto de partirme la muñeca.

Intento moverme y sacar la mano, pero no puedo, el dolor me neutraliza el movimiento de la mano y el brazo me tira. No voy a tolerar este comportamiento, se está pasando.
Le empujo fuerte y con todas mis fuerzas, pillándole de improvisto y me incorporo de la cama.

- ¿ Qué cojones te pasa? - digo cabreada, angustiada y harta de cómo se está comportando este último mes.

Me mira y se queda en blanco, solo me mira y piensa. Parece un auténtico psicopata. Mi mente se activa a modo de supervivencia, me pone en lo peor y me cojo la bata y salgo corriendo por el pasillo.

- Sara, ven aquí, perdón, ha sido sin querer, estoy muy cansado- implora corriendo detrás de mi.
Me asusta.
Voy corriendo y cojo las llaves del coche para salir a fuera pero me tira de la bata y me para en medio de la puerta.

- Nena, por favor, espera- dice e intento calmarme- ha sido todo inesperado, he venido mal del hospital y mi madre no para de darme la tabarra diciendo que debemos casarnos y dejar de vivir en el pecado.

- ¡Me importa una mierda tu madre y tu! No tienes derecho a tratarme así, a cogerme así. Si quieres saber algo de mi, estaré en el hospital.

-¿No estabas mala? ¿Acaso era mentira y he tenido que hacer tus guardias? - dice tratando de victimizarse.

Lo siento, pero otra vez no voy a caer en su cara de víctima. Me prometió que no iba a volver a pasar.

- Lo estaba, pero al parecer, estoy mejor cuanto más lejos estás tú. Adiós Mario- digo y salgo pegando un portazo y mirando atrás.

Subo corriendo al coche y pongo el seguro.
¿Qué acaba de pasar?
Intento relajarme y pensar con claridad, él no es así, estará triste o enfadado. Tal vez se le ha muerto algún paciente, no sé que le pasa, pero algo le carcome la cabeza.

Menos mal que siempre llevo ropa de sobra en el coche, de manera que me visto rápido y salgo para meterme en mi despacho de forma disimulada, sin que me vea la gente.

La muñeca me duele mucho y me hago un vendaje para intentar aminorar el dolor y así sujetarme la articulación. El odio me empieza a recorrer y me siento impotente por no haberle apartado antes.

De repente alguien me agarra por detrás y le pego un empujón para apartarlo a modo de defensa.

- ¿Qué coño te pasa? ... ¿Qué te ha pasado?- Dylan me mira atentamente y me analiza poco a poco.

Tenerlo me da paz y en este momento me aferro a él, otra vez.
Las lágrimas comienzan a caer por toda mi cara, por todo lo que soy. Por inútil, cobarde y por miedo. Miedo por el futuro, porque se que no me des-enamoré, si no que lo amo con cada fibra de mi ser.
Las gotas caen sin piedad como agua de mayo y sus brazos son un pilar que me sujeta fervientemente, aunque este sustento fue el que antaño me dejó caer y derrumbarme.
Lo quiero.
Joder, lo quiero.

Y hoy, lo he asimilado de nuevo, he vuelto a caer.

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Hola chic@s.
Gracias a los que teníais Fe de que volviese, no he estado muy bien.
No entre en la carrera que quería (medicina jaajajajja modo Sara On) ni tampoco estoy haciendo algo que me permita ser libre.
Me siento mal y tal vez eso es lo que me ha llevado a escribir de nuevo, buscado una vía de escape.
Perdón, sé que algunos ya habéis renunciado a mi historia y que estáis hartos de mi, de esperar.
Pero intentaré actualizar lo antes posible, intentaré ser mejor .

Déjate quererWhere stories live. Discover now