1. Reencuentro familiar

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Ha pasado tanto tiempo que hay veces que ni recuerdo su rostro. Noches en las que me despierto llorando pensando en como habría sido todo si él hubiera cambiado, si me hubiera amado de verdad.

Agito la cabeza para evadir pensamientos que no vienen a cuento y cierro la maleta guardando todas mis cosas.La universidad me ha ayudado a madurar y a pensar de manera mucho más razonada.
Ya no soy la misma que antaño, pero mi trabajo me ha costado. Adaptarme a la universidad no fue fácil al principio, las visitas de mi madre no eran de lo más acogedoras cuando venía con el padre de Dylan, al que me hace llamar "Papa". Y una mierda.

Lo mejor de la universidad fue la independencia, las fiestas, las semanas con los exámenes más difíciles de mi vida pero que al final los superaba y con creces, Mario...
Bueno Mario es otra historia, lo conocí en penúltimo año de carrera haciendo las prácticas, llegamos a ser mejores amigos hasta que me pidió salir y yo decidí que ya era hora de pasar página y volver a sentir. Las cosas con Mario son fáciles, si pasa algo lo hablamos sin gritos ni llantos, si quiero hacer algo especial se lo digo y las sorpresas que me hace son alucinantes... aunque no tanto como las de..

- Sara, ¿nos vamos?- lo miro y asiento con la cabeza- Amor, si queremos estar para la hora comer hay que salir ya.

- Voy ya, estaba cogiendo un bikini- se lo enseño y Mario se ríe. Es tan bueno y considerado que por inercia me acerco y le doy un beso en la mejilla al que él responde cogiéndome de la cintura y dándome un beso casto.

- No sabía que en la casa de tu madre había piscina- dice.

- Ya te he dicho que no es la casa de mi madre, es la de su prometido- digo un poco mosqueada apartándome un poco de él- Y no, no hay piscina, hay un jacuzzi...

-Sara debes aceptarlo de una vez, no puedes seguir así toda la vida- dice en un tono de reproche que no me gusta nada y me mosquea aún más.

- Déjalo Mario sube al coche, que bajo en cuanto coja la crema solar- digo y me doy la vuelta antes de que me retenga y me sermonee con que hay que dialogar bla, bla, bla.

Cojo la crema y cierro la puerta de la casa que hemos alquilado en el centro de la ciudad. Casualmente a Mario y a mi nos cogieron para trabajar en el mismo hospital y ambos hemos decidido venir aquí a vivir.

Hace dos meses que tenemos la casa y no he ido a visitar a mi madre que está a unos cuantos kilómetros. No lo hago del todo adrede, pero me da pavor que Mario se enteré de que tuve una relación con mi ahora hermanastro porque bueno, él lo vería un poco incesto y además no sería capaz de comprender hasta que punto lo quise. Del pasado de Mario no sé mucho, sé que tuvo una novia loca que iba detrás de él por la universidad y también sé que toda mujer con ojos le tira los tejos.

Mario es el tipo de hombre musculado, rubio y de ojos azules que parece una creación de los ángeles. Él no transmite superioridad y es dulce. El sexo con él es tranquilo y no porque la tenga pequeña, porque bueno, la tiene... la tiene jodidamente grande, pero le falta algo...

Subo al coche y salimos para la casa del futuro marido de mi madre. Bueno, esa es otra, ha decidido que va a casarse dentro de un mes y me avisó cuando quedaban tres meses y ya lo sabía medio pueblo entero.

- ¿Le has dicho a tu madre que vamos ya?- dice Mario.

- No pero tranquilo, sabe que vamos- él asiente y yo mientras tarareo la canción que sale por la radio.

I said, ooh, I'm blinded by the lights
No, I can't sleep until I feel your touch
I said, ooh, I'm drowning in the night
Oh, when I'm like this, you're the one I trust
Hey, hey, hey

- Amor, ya hemos llegado- Me dice sonriente y se acerca para darme un beso casto que al final convierto en uno apasionado. El me muerde el labio y se aleja un poco de mi.

- No me dejes sola allí-Digo y apoyo la cabeza en su hombro.

- Tranquila mi vida-dice y abre la puerta para bajar del coche.

Salgo del vehículo y una vez afuera miro el exterior de la casa. Hace tiempo que no vengo pero no ha cambiado mucho, sigue siendo igual de grande e imponente y para colmo, me sigue trayendo los mismos recuerdos.

Mario toca la puerta y enseguida abre mi madre la puerta.

- Hola,cariño- dice y me abraza efusivamente - !Que mayor te veo!

- Mama, me viste hace unos meses- le digo y me obligo a sonreír en cuento veo a su prometido.

- Hola Sara -dice y me da dos besos apartándose rápidamente, supongo que lo que sentimos el uno por el otro es recíproco.

- Pero bueno, Mario, que bien te veo- dice y le da dos besos. A continuación también se saluda con el señor Smith y pasamos adentro.

La casa está preciosa, el toque femenino se nota muchísimo. Antes al no haber aquí una mujer se notaba totalmente diferente. Mi madre le enseña la cocina a Mario y nos lleva hasta el comedor. Tomamos asiento en la mesa cuadrada y obviamente me siento al lado de Mario.

- Bueno chicos, ¿Qué tal el trabajo? ¿Os pagan bien?- pregunta el señor Smith justo cuando empiezan a servir las asistentas el primer plato.

- Estamos muy bien, es un hospital muy bueno. Los casos en neurología son impresionantes y los pacientes hasta la fecha, son muy educados- responde Mario en un tono de felicidad.

Algo que compartimos Mario y yo, es el amor por nuestro trabajo. Y es una de las razones que nos mantiene unidos.

-Si, además está muy bien pagado- le contesto sonrientemente.

- !Que bien! Y Mario, ¿Cuántos años tienes?- pregunta mi madre.

- Tengo veinticinco años, los mismos que su hija,señora- responde.

- Uy, no me llames señora, querido- dice mi madre y Mario se pone rojo como un tomate, cosa que me hace sonreír porque no se suele poner rojo con facilidad.

La conversación es aburrida pero se pasa rápido,no hay nada que comentar y me altera la sensación de que están pendientes a que comente en todo lo que dicen. Miro a Mario indicándole que voy a decir lo que teníamos planeado y la razón del porqué estamos aquí.

- Mama, tenemos que contaros algo- digo y todas las miradas se dirigen a mi cara. Una sensación extraña me traspasa el cuerpo y tocan el timbre.

- Voy a abrir, debe de ser mi compañera del bufete que me tenía que traer unos papeles- dice y se levanta para abrir aunque parece muy fatigada.

- Mama, ya voy yo, no te preocupes- digo y ella asiente.

- Gracias, es que últimamente me encuentro muy cansada y el tema de la boda me altera porque queda mucho por planificar- dice y sonríe amablemente.

- Debería hacerse una analítica y hacer reposo- dice Mario.

Los dejo hablando y conforme me acerco a la puerta una sensación rara me acompaña, que ganas tengo de irme de esta casa y eso que únicamente vamos a pasar aquí una noche.

Abro la puerta y mi corazón se detiene... Mierda.

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