31. Jacuzzi

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Cuando Charly entró al baño Yeimy ya estaba en el agua. Apenas podía ver su cuerpo por debajo de las burbujas, pero no necesitaba eso para estar completamente excitado.

—Lo que hiciste no es proporcionado a lo mío, vos al menos tuviste tu final feliz —dijo haciendo una mueca mientras comenzaba a estimularse él mismo.

—Bueno, ¿por qué no te quedás quietecito? Tal vez en un rato me apetezca dártelo —Yeimy se mordió el labio inferior y le dedicó una mirada traviesa.

Charly asintió y puso las manos detrás de la espalda, inmóvil junto al jacuzzi. Ella sonrió mientras recorría su cuerpo con la mirada y se echó levemente hacia atrás, levantando su torso desnudo por encima del nivel del agua. Charly apretó los labios, sintiendo su propio pulso en el cuello. Tras unos instantes que para él duraron aproximadamente cinco años, caminó hacia el retrete.

—Mirá, reina, me encantás pero no puedo aguantar más —dijo usando su mano para terminar lo que Yeimy había empezado.

—No, pues sí tenías razón con lo de los arañazos —la escuchó comentar a sus espaldas mientras él gemía suavemente.

—Ya te lo dije. Cortate esas garras antes de perforarme un pulmón, por favor.

—¿De verdad querés que haga eso ahora en lugar de prestarte atención? —preguntó ella en aquel tono sensual que volvía loco a Charly.

Apretó los labios con fuerza mientras acababa, aunque aquel placer no se comparaba al que había tenido hace rato con Yeimy y la pared.

—Por supuesto que no, esta noche te concentrás solo en mí.

Se giró y vio a Yeimy mordiéndose el labio inferior mientras le miraba con la cabeza ligeramente inclinada.

—Yeimy Montoya —dijo divertido, sobresaltándola.

—¿Qué pasa? —preguntó ella bruscamente.

—¿Me estás mirando el trasero?

—¿Qué, solo vos podés tener debilidad por eso?

—¿Debilidad? —Charly se acercó con una sonrisa—. Hubiera estado bien saberlo antes, me habría ahorrado muchos problemas.

—No, qué convencido vos —murmuró cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.

Charly fue hacia ella y le sujetó la barbilla para besarla desde atrás.

—¿Puedo entrar también, mi reina? —susurró contra sus labios.

Ella asintió, aún con los ojos cerrados, y Charly se metió en el agua. Se sentó en el regazo de Yeimy frente a frente con ella, sus pulgares dirigiéndose a sus pechos por debajo del agua y comenzando a trazar círculos alrededor de su centro. Notó cómo ella temblaba bajo su cuerpo y se inclinó hacia delante para besar su cuello.

—¿No es delicioso? El agua, el calor, nosotros...

—Demasiado calor.

—Gracias, supongo.

Yeimy abrió los ojos y le miró, riendo levemente.

—No seás bobo, venía ya sudada de correr.

—Me di cuenta, pero igual sabés rico.

—Charly, qué asco... —su frase quedó interrumpida por un gemido cuando él apretó suavemente lo que tenía entre sus dedos.

Tras un instante Yeimy atrajo su cabeza con las manos para besarle. Charly dejó que esta hiciera todo el trabajo, notando cómo su lengua seguía los movimientos de la de ella.

Será mi perdición (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora