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Hablando con él.

 

4 de Noviembre de 2014

Han pasado seis meses, seis meses que este ser, mejor dicho; este hombre crece en mí. Lo puedo sentir en las noches, cuando decide comunicarse conmigo y moverse frenéticamente, o cuando estoy estudiando y me patea porque le quito algo de atención, o cuando me ducho y sale agua helada, golpea sin parar hasta que el agua tibia vuelve de nuevo. Me encanta tenerlo, es como si James estuviera conmigo, tiene la misma energía y fuerza que James tenia cuando estaba conmigo. El otro día estaba tan inquieto que no había manera de pararlo, me senté a armar un puzle y se calmó repentinamente.

Mi rutina desde que descubrí el sexo de mi bebé, era la misma día por medio, me despierto a las siete y salgo a trotar, desayuno a las nueve y salgo con mi madre a hacer las compras diarias, luego almuerzo y después me pongo a hacer las tareas. En algunas ocasiones visito a Joe, recuerdo la ultima vez, me quede en su casa a dormir, Marcos me había pedido dinero para ir hacia donde estaba James, Valparaíso me dijo, quería ir a buscarlo, pero Joe me confortó.

No he sabido nada mas de él. Hoy mi madre me compró un helado y algo de ropa para el bebé, conversamos bastante, sentadas en la plaza de la ciudad. Aun había gente que limpiaba la basura que atrae el viento o simplemente bota la gente al suelo. Probablemente una basura mía debe estar allí.

Cuando llegamos a casa, mi madre se puso a hervir el agua para cocer los fideos, yo me fui a lavar a cara y las manos y me puse a pelar las papas. Fideos con salsa y papas fritas, un almuerzo extremadamente rico. Primero pelé, después saque lo que quedó de piel, las lavé y corte en tiras, nunca había visto tanta papa sin freír. Se me hizo agua la boca en solo pensar en ellas fritas. Mi madre se puso a freír la carne molida y le echó ajo a ella, después de un rato agrego la sala y dos tomates rallados para agregar sabor, un poco de orégano y la salsa estaba lista. Servimos los platos y mi padre llegó justo cuando nos sentamos a almorzar.  Fue un almuerzo satisfactorio, como el asado del 18 de Septiembre.

Después me puse a repasar para una prueba que tenia y después de eso me senté en el sillón. Allí me puse a ver unas teleseries con mi madre y juro por Dios que nunca me había reído tanto. Algunas novelas eran tan absurdas.

Para cuando dieron las seis de la tarde, me fui a echar como vaca a mi cama, me estiré con el propósito de dormir un poco. Pero no pude, mi celular comenzó a sonar, me extrañe porque solo recibo llamadas de Joe y regularmente son a eso de las diez de la noche porque no entendió una tarea, o son de mi padre pero esas son a las cinco de la tarde cuando sale del trabajo. Nunca recibo llamadas a las seis de la tarde.

Me sorprendí al ver el nombre de la persona. Hace unos días le robe el número a Joe, porque no lo tenía y lo necesitaba. Cuando llamaba nadie contestaba, e incluso me tiraban a buzón de inmediato. James me está llamando.

—¿Aló?

—Es tan bueno poder escuchar tu voz de nuevo.

Y me sonrojé como una colegiala, suspiré y sonreí como nunca.

—Te extraño demasiado —le dije.

—No sabe cuánto te extraño yo… —me decía James—, me haces falta, tus brazos me hacen falta.

—¿Cómo has estado?

—He estado mejor —me respondió —, hace poco me dio hipotermia al estilo Chileno.

—Conozco esa hipotermia —le respondí—, ¿Dónde estás?

—Estoy en Valparaíso, aún —me decía y su voz se escuchaba algo apagada.

Vengeance©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora