Capítulo 18

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Hola! Sé que no puedo obligar a nadie a que comente o que simplemente deje su voto, pero no sabéis lo mucho que ayuda eso. 
Veo que hay bastantes lectores fantasma y de verdad agradezco que estéis pendientes de las actualizaciones, pero ayudaría bastante a la historia el un simple voto. 

Simplemente eso y mil gracias por seguir leyendo. 

OLIVER

Todo lo que toco suelo dañarlo y no quiero que eso pase con ella. Suficientes grietas tiene ya como para ser el causante de muchas más.

Necesito que se de cuenta del valor que tiene, pero sobre todo que es suficiente. Nadie merece ser tratado con desprecio, pero creo que no todo el mundo es capaz de saber cómo se siente en realidad.

Supongo que la empatía es algo que carece en las personas crueles que se desquitan con quien creen débiles para así sentirse ganadores.

Nadie lo es. Somos más fuertes de lo que creemos, solamente no hemos encontrado el momento perfecto para enseñarselo a los demás.

Por otra parte, Grace está pasando más tiempo en el piso de lo que imaginaba y eso en parte me asusta un poco.

No soy de las personas que comparten su espacio. Cuando hago que algo sea mío no dejo que entren con facilidad en aquello que me genera paz porque es mi lugar seguro, aquel donde puedo ser yo mismo sin ser juzgado.

Pero, ¿quién soy yo para impedírselo a ella? Verla todos los días despierta emociones que desconocía, al igual que sentimientos que no sentía. Es complicado pensar en que no pasa nada cuando en realidad pasa de todo.

¿Sabes cuando quieres dejar de pensar con todas tus fuerzas en alguien pero eso solo intensifica tus recuerdos junto a ellos? Eso me pasa con Grace.

Por más que intente dejar de pensar en ella siempre hay algo, incluso el más mínimo de los detalles que trae a mi cabeza su imagen perfecta.

—¿Entonces vendrás al próximo recital? —pregunta Grace a varios metros de distancia.

Dejo caer mi mirada en ella, repasando su cuerpo y tragándome una sonrisa al ver lo grande que le queda mi camiseta pero lo bien que le sienta. Joder, me encanta que me pida ropa. Antes ni siquiera dejaba que durmieran en mi casa y mucho menos que tocasen mis cosas.

Con ella todo es diferente.

Creo que desde el minuto uno lo fue.

—¿Acaso lo dudabas? —enarco una ceja.

Sus labios se elevan mientras me mira.

—No sabía si te apetecía... Seguramente tienes mejores cosas que hacer que venir a verme... —dejo de oír.

Ahí está de nuevo esa inseguridad.

El capullo de su ex novio se ha encargado de infundir mentiras en su cabeza, quedando grabadas en lo más hondo de esta; no necesito saber más sobre él para darme cuenta de la relación que mantenían.

Eran novios pero, ¿qué clase de novio era él? Fácil, el que le hacía sentir inferior para sentirse grandioso, para autoconvencerse que era mucho más que el resto aún siendo la peor basura de todas.

—Me gusta verte hacer cosas que te hacen feliz.

—¿De verdad? —su voz denota sorpresa. Asiento—. Entonces te pasaré la entrada por correo.

Se levanta y viene hasta mí, sentándose a un lado manteniendo distancias.

—Mejor si es un pase vip. Me gustaría volver a los camerinos para conocer más a fondo a la pianista —sus mejillas se sonrojan y sonrío.

Destinada A Olvidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora