En la playa

10.8K 57 1
                                    

La playa está completamente vacía, es perfecto.

– Vamos – dice Santiago sujetando mi mano y tirando de mi mientras corremos por toda la orilla. Ambos reímos mientras corremos cuando Santiago para y me abraza. Tenerlo entre mis brazos sintiendo la brisa del mar.

- Tengo algo que decirte – dice.

Intento mover mi cabeza para observarlo, pero no me permite.

– No, prefiero decirlo así.

- Vale – respondo algo sorprendida.

Suspira y comienza a hablar.

– Desde el primer día que te vi, entrando a la clase de mate con tu carpeta rosa me enamoré de ti.

– ¿Espera qué? - digo en mi mente.

– Nos hicimos amigos, pero yo siempre te veía como algo más. Cuando me dijiste que no querías tener novio en la universidad, me dolió, pero prefería ser tu amigo que no volver hablar contigo – deja de hablar por un momento, pero luego continúa.

- Lo que pasó anoche significó mucho para mí, sabes que yo no soy como Eduardo, todo lo que hicimos lo había esperado tanto tiempo, fue increíble, jamás me había sentido con nadie como me sentí contigo y es porque te quiero. No dejo de pensar en ti y sé que seguimos en la U, pero quiero que me des una oportunidad. - termina de hablar y ahora si me permite verlo.

Nos miramos fijamente a los ojos, debería decirle algo como yo también te quiero, o no puedo quitarte de mi cabeza, pero simplemente las palabras no salen de mi boca. Lo único que hago es besarlo tierna y delicadamente, sus labios responden a los míos inmediatamente.

– Te quiero – digo sin pensarlo.

El brillo que veo en sus ojos a la luz de la luna me hipnotiza. Él reanuda el beso, lentamente nuestros deseos nos delatan, el beso se va intensificando, escabullo mis manos por debajo de su holgada camisa blanca e intento quitársela.

- ¿Estás segura? - pregunta entre besos.

– Sí – digo cuando libero mis labios.

Sonríe y en menos de 5 segundos ya no traigo mi vestido puesto.

– Espera – dice separándose y corriendo hasta la mesa, pocos segundos después regresa con una toalla en la manos.

– Que caballero – digo.

Él sonríe mientras extiende la toalla sobre la arena. Estamos parados frente a frente con la toalla al centro y decido jugar un poco.

Con su mirada en mi cuerpo, comienzo a acariciar mis piernas delicadamente, veo como sus pupilas están cada vez más dilatadas, llevo mis manos hasta el elástico de mis bragas, juego un poco con él y lentamente voy bajándolo hasta quedar semidesnuda, acaricio mi abdomen mientras subo lentamente mis manos hasta llegar a mis pechos, los acaricio por un momento y después desabrocho mi sujetador.

Pensé que me daría vergüenza, pero con Santiago me siento tan cómoda que hacer esto me parece divertido, doy vueltas mientras sacudo mi cabello y continúa acariciando mi cuerpo.

Lentamente comienza a acercarse me hace girar apoyando mi espalda sobre su pecho, presiona su entrepierna en mi trasero.

– Así me tienes – dice besando mi cuello.

– ¿Tanto te gusto? - pregunto pegándome más a él.

– Tú no eres la única que puede jugar – dice llevando una de sus manos hasta mi entrepierna

– Aaah – gimo despacio cuando comienza a introducir lentamente uno de sus largos dedos en mí.

Comienza a entrar y salir y sumando cada vez más dedos.

– ¿Te gusta? – pregunta.

- Me encanta – digo agitada.

Mete y saca y vuelve meter y sacar mientras que con su otra mano estruja uno de mi pechos.

– ¿Tanto te gusto? - pregunta al escucharme gemir.

– Siiii – digo jadeando.

Vuelve a entrar y salir con mucha más rapidez y poco tiempo después me corro en su mano.

Rendida me acuesto en la toalla mientras el me observa de pie. Después de recobrar el aliento digo.

– Me toca – me arrodillo frente a él y le bajo sus bermudas junto a sus boxers su erección sale disparada.

Lentamente la introduzco en mi boca y comienzo a hacerlo. Escucho a Santiago gemir y veo como recoge mi cabello en un coleta.

– Mírame – ordena.

Lo miro y puedo ver el placer en sus ojos, comienza a controlar el movimiento con sus manos en mi cabeza y poco tiempo después se corre en mi boca, siento el sabor del semen por primera vez.

– No te lo tra... - dice pero ya es tarde.

Comienzo la limpiar mis labios y él me ayuda.

– ¿A qué sabe? – pregunta bromeando.

– Es raro – digo riendo.

– Lo tuyo es delicioso – dice aun recuperando el aliento y yo río.

Poco tiempo después no aguanto la tensión y me acuesto sobre él.

– Hazme tuya – susurro en su oído.

Él sonríe y mientras le beso el cuello dice.

– Nunca lo hice en la playa – rápidamente me hace girar quedando él arriba.

– ¿Algo nuevo? – pregunta.

Muevo mi cabeza de arriba abajo. Rápidamente se pone un condón que estaba en sus bermudas y con sus manos llevas mis piernas a sus hombros, siento su miembro rosar mir entrada.

– Esto será más profundo – dice y yo llevo mis manos a su cuello mientras asiento.

Siento como entra violentamente y no puedo evitar gritar. El ríe y dice.

– No podemos hacer tanta bulla – luego sale y vuelve a entrar y sale y entra sin parar y cada vez más rápido.

– Aaaaah – gimo.

Él gruñe mientras se sigue moviendo violentamente.

– Santiago – digo casi sin aire.

Él no para, está hecho una máquina, solo entra y sale violentamente sin dejar de traspasarme con la mirada.

– Santiago vas muy rápido – digo entre gemidos.

Me desconozco, estoy completamente desvergonzada gritando en medio de la playa.

Gruñe y yo clavo mis uñas en sus hombros.

– Me encantas – dice jadeando.

– Aaaaah – gimo aún más fuerte cuando se pone de rodillas y levanta mis caderas con sus manos y me penetra con mayor profundidad y rapidez.

– Santiago – grito.

– ¿Te gusta? - pregunta agitado.

– Me encanta.

Es una embestida tras otra, no para y siento que a cada segundo el placer va en aumento, el ángulo que tiene le permite tener todo el control y observar completamente mi desnudo cuerpo.

– Me voy a correr – digo aferrándome a la toalla con mis manos.

Santiago embiste unas tres veces más y siento como me contraigo y alcanzó el cielo, lo de ayer fue increíble pero lo que acaba de pasar no tiene palabras.

Santiago embiste unas veces más y cae rendido sobre mí.

Relatos eróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora