┊Capítulo ocho

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Con las piernas cruzadas sobre la camilla y los brazos a cada lado de su cuerpo, Hinata observaba con un pequeño puchero como Sakura se mantenía en silencio, sus ojos fijos sobre la tabla metálica que contenía el diagnóstico actualizado de Hinata.

—Si hablamos del avance de tus recuerdo, todo sigue igual —dijo tras un largo suspiro. Hinata asintió sin problema, sabiendo mejor que nadie que su mente todavía parecía negarse a traerle alguno de sus recuerdos de vuelta.—. Pero si hablamos de tu recuperación física, estás excelente, Hinata.

Como si acabaran de darle un premio y una felicitación, Hinata mostró una sonrisa reluciente mientras mecía su cuerpo hacia adelante y hacia atrás.

—¿Eso qué significa? —se animó a preguntar, entrecerrando solo un poco sus ojos en dirección a Sakura.

Sakura se tomó su tiempo antes de responder. Dejando de lado el diagnóstico, lo regresó a los pies de la cama y tomó asiento en la única silla que había en la habitación de Hinata, con los ojos curiosos de ella sobre sí misma, le respondió:

—Significa que podrás irte a casa en unos pocos días más.

Silenciosamente, Hinata repasó cada una de las palabras de Sakura, como si acabaran de darle la clave secreta sobre algo que estuvo buscando por mucho tiempo. Realmente no era así. En su mente solo se repetían las palabras «Irte a casa», una y otra vez.

Se dejó caer de espaldas contra el respaldo de la camilla arrugando la nariz. ¿Se iría a casa... de quién?

—¿No estás feliz? —Sakura fruncio su ceño con confusión al ver el rostro de Hinata, aquella expresión tan neutra y libre de cualquier emoción positiva.

—Hmm... sí —asintió, descubriendo una vez más que era una pésima mentirosa.—... No estoy mal... —añadió.—... E-Es decir...

Sakura posó una mano sobre su hombro, tal como solía hacerlo cada vez que Hinata parecía pensar demasiado las cosas. No es que lo tuviera prohibido, pero en su situación, exigirse demasiado sobre algo podría traerle consecuencias no tan buenas para la salud física que estaba comenzando a tener.

—Está bien, no tienes que preocuparte —Sakura le sonrió como siempre, y en aquel gesto Hinata encontró ese sentimiento de paz que tanto necesitaba en ese momento.—. Hablaré con tu hermana sobre tu recuperación, le notificaré todo lo que te he dicho hoy. ¿Estás bien con eso?

—Lo estoy —Hinata asintió en reiteradas ocasiones.—. Muchas gracias, Sakura.

Con un guiño amistoso, Sakura se puso de pie prometiéndole que pronto se volverían a ver, salió de la habitación con la misma sonrisa tranquilizadora que siempre le dedicaba a Hinata.

Sin poder dar dos pasos lejos de la habitación, Naruto la asaltó poniéndose frente a ella tomándola por los hombros sin ejercer fuerza ni presión. Sakura maldijo a su mejor amigo por quinta vez aquella semana, porque ahora acostumbraba a hacer eso todos los días desde que decidió salir de casa y no esconderse en una habitación llena de desorden y potes de ramen instantáneo a medio comer.

—¡Oye! —le reprendió, dando un paso hacia atrás por el susto innecesario que recibió su corazón.—. ¿Qué te he dicho de hacer eso?

—Que está mal...

—¿Por qué está mal? —Sakura alzó una de sus cejas, posando ambas manos en sus caderas.

—Porque puedo causar pánico a las personas y asustarlas... —repitió como un niño regañado. Sakura respiró hondo, por lo menos podía decir que Naruto no había olvidado sus palabras todavía.

Not remember you ┊NaruHinaWhere stories live. Discover now